Hoy Me Dí Cuenta...
Mi corazón palpita con incrédula velocidad al recordar en el rincón más profundo y placentero de mi cerebro su hermosa sonrisa. Lo siento, siento no ser la persona que esperas, y aquí obtengo mi merecido castigo, el castigo de estar enamorado y saber que puedo hacerte feliz y no ser correspondido.
Tanto tiempo presenciando tu inolvidable y furtiva mirada me ha cautivado por completo, la esperanza se ha ido desvaneciendo con el paso del tiempo mientras envejecían mis ganas de vivir. Aprender a vivir sin el recuerdo de alguien que ha dejado marcado nuestros más profundos sentimientos es una decisión valiente. Quizás no. Quizás es una decisión lógica pero cobarde. Cobarde por no ser capaz de mirarla a los ojos y expresarle estos versos que fluyen por mis dedos a la cara.
Oh, señor, pero sus ojos
Sus ojos provocan que mi interior se retuerza de dolor esperando con anhelo que los vuelva a dirigir a los míos para contemplar su impresionante y dimensional belleza. Pero un fuerte dolor agoniza en mi pecho al contemplar la posibilidad que rehúya de mí incluso en los lugares más insólitos y tenebrosos. Ese dolor incrementa con el hecho de pensar que quizás no me vuelva a sonreír en la triste y larga vida que me aguarda.
Su sonrisa
Su sonrisa que he nombrado tantas veces
Me gustaría que fuera el sonido de mi despertador para amanecer cada día con su increíble sonrisa penetrando en mis oídos. Amor, dulce palabra que comporta crueldad y soledad. Amar es la mayor locura y más si se ama a escondidas, como único testigo tu mente.
Pero dime amigo mío que hoy estás leyendo estas humildes cartas, ¿Jamás has sabido con seguridad, con total firmeza, que esa mujer es tu chica ideal?, ¿Nunca has deseado compartir hasta el último segundo del día con ella, y no por el hecho de sentirte bien, sino con el objetivo de hacerla sentir bien?, ¿No has sacrificado tu orgullo e incluso suprimir facetas de tu personalidad poco morales por el hecho de hacerla entrar en razón que tu eres esa persona?.
