Después cambiaríamos satisfacciones y hambres. Ahora dale a buscar, entre todas esas geometrías huecas, mugre, un comedero que no apeste a manteca, una cama de motel recién hecha. Después fingiríamos seriedad y nos diríamos lo que cada otro quiere escuchar. Ahora ponte a invocar, de entre tanto polvo y memoria roída, necia, las repetidas prosas, los novísimos versos que ya otros se dijeron y otros todavía más. Después, cadaver con sobrantes pieles, no acabaríamos de mordernos tras los párpados, entre los dientes, dentro del cuello. Ahora es mirarnos que no terminamos de aprendernos cada proporción, ángulo, medida del cuerpo, que se va hinchando o se pone rojo o pálido o tieso. Después, mucho después, después de muertos, nos sacarían de la memoria como buenos amantes que fueron ciudadanos necesarios, después padres que se quisieron. Ahora se dice riendo, ahora y risas, que todo suena a infancia y ya se perfila la adolescencia.
