Uno espera pacientemente su turno para gritar. Mira afuera, la población dormida, la soledad ruidosa, palomas picando un mendrugo de pan en la banqueta. Uno se afianza con los dientes a la realidad, ya sin ímpetu al nacer, ya sin alguna otra manera de llegar a viejo, porque apenas naciendo aprende uno a morder. Prueba uno tantos cortes de cabello, doctrinas religiosas, políticas y económicas, prueba uno variedades incontables de ordenar los deseos, definiciones de bienestar, definiciones de bien y estar, de necesidades, satisfacciones y estilos de camiseta, modelos de motocicleta, una que otra tendencia sexual. Y no cambia el resultado, solo la percepción del mismo, no transmutan los pecados ni la carne ni el vino, todo cuanto ocurre perece y a todo le llega el olvido, cualquier olvido se olvida, se olvida cualquier definición de uno mismo.

Yo, por ejemplo, no tengo enemigos. No son mis enemigos los que acumulan riqueza, ni los que acumulan lombrices en el tracto gastrointestinal, no soy enemigo de quienes pierden la cabeza y violan niñas e incendian escuelas, ni soy enemigo de quienes saben distinguir bien de mal. No te detesto ni me detesto, no pienso acabar con el racismo ni apoyar el comunismo ni me gusta votar, no me importaría volver al oscurantismo ni me opongo a una nueva era de cultura y diversidad. No pretendo que me sigas, no tengo material de líder, ni de promotor social, ni de poeta, ni de guía espiritual. Ya tampoco soy enemigo de la rutina. Estoy en paz con la decadencia y con el polvo que guardan mis rincones, miro con sublime apatía toda apatía sublime, todo cinismo, toda buena voluntad. Toda pegajosa rima que me escurre con saliva del hocico, toda vergüenza por tropezar en el camino, toda mirada que pareciera juzgarme, todo lo que me villaniza morirá conmigo. No aprendas de mí, hermano, no sigas mi ejemplo. O síguelo, da igual.

Cágate por lo menos de risa, haz ejercicio, lee un libro, haz el amor más seguido, intenta levitar. Cágate por lo menos de risa cuando esperes en la fila, cuando te estafen y cuando te pongan la otra mejilla. Cágate de risa de la tristeza y de la tragedia ajena y de la propia y de cualquier cosa que no te de risa, cágate de risa con lo trivial y lo fundamental. Que tu risa incomode y sea franca y soberbia y que la gente se cague de risa de tanto verte cagar de risa. Cagáte de risa de la ortografía, cagáte si eres argentino. Cágate de risa cuando vengas a mi funeral.

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1 Comentarios

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  Snakeiox

  por alguna razón, siempre entiendo tus textos sin entenderlos, es algo dentro de mi que me va indicando el significado de cada palabra, de cada sentencia, de cada frase al final solo se que lo entendí aunque no pueda explicarlo con mis propias palabras, lo entiende mi corazón, que para mi es suficiente...
  me asombras cada vez que escribes, ojala lo hicieras mas seguido, asi mas seguido sentiría que vale la pena vivir

  04/10/11 03:10