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El Hombre Caja

Ardía febril Su Santidad, leyendo correspondencia con retraso:

“…que por el dolor de la carga, perdió el juicio y la comandancia y huyó a pueblos oscuros, fuera de toda gracia divina. De eso pasaron años y le creí perdido, hasta que obtuve aviso del excelentísimo que mencioné, y ayuné a fin de poder perseguirle donde estaba.

“Aquí anexaba reporte de un raso que asistió a fulano general una vez, intentando raptar al viejo y cobrarlo, y desconociéndole, le permitieron hacer voz. Ocurrió que solo el raso, que no escuchaba por atrofiarle los oídos un bombazo, sobrevivió, presenciando confundido el milagro.

“Creo verdaderamente que este viejo es la caja en que el cielo depositó, para su gloria, el vocablo verdadero, combinación correcta de letras que forman el nombre Divino. Y que los nobles como Su Santidad, al oírle no morirán sino incluso sanarán para alabar las preces de Dios.”

Su Santidad temió al ver al Cardenal entrando, con el viejo que prometía la sanación. No temía escuchar nombres prohibidos, pues hacía meses que la enfermedad le dormía el oído, sino la fatal demencia y venganza del que reconoció haber condenado a las balas durante la insurrección.
Abrahamsaucedocepeda30 de enero de 2009

1 Comentarios

  • Fede

    Interesante. Muy interesante.

    30/01/09 04:01

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