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La Naranja que Impacta

Las necias María Aurora y Leticia, profanaban el recinto de la abuela Doña Martha, con sus gritos mujeriles y niñadas. No cabía el mudo Sánchez en la discusión familiar, por mudo, ni le importaba. En cambio, pelaba elocuente en su lugar junto a la mesa una naranja, como si declamara los orígenes de una nueva teología. Ya tenía las yemas sebosas y el aroma obligatorio se desprendía de su fruta favorita. Firme y mudo seguía desprendiendo la olorosa cáscara, y la cocina estaba avergonzada del rabioso intercambio de berrinches. Sergio Vásquez endiabló peor el ruido rememorando el viejo asunto de su uña hinchada. Pasita Doña Martha, silenció la reunión solo mostrar las palmas de las manos y la mueca triste, aprovechando cada arruga para dar culposa lástima. Sin pellejo ya su naranja, Sánchez mudo vio a la abuela jugando la tramposa carta de su decrepitud deshonrada. La injusticia le perturbó y quizo denunciarla con un grito que no salía, pero tenía su naranja. Y beisbolista o guerrero la conectó contra la nariz anciana.
Abrahamsaucedocepeda27 de agosto de 2009

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