Extendí mis brazos para alcanzar su frágil cuerpo finamente desnudo entre las sabanas, la abracé como siempre lo hacía, como si todo el universo estuviera contenido dentro de ella y yo quisiera de alguna manera contener su explosión, su expansión, y evitar con ello que se dispersara hasta los confines de la oscuridad que nos rodeaba en aquella habitación de un motel barato a las afueras de la ciudad. Esa noche era nuestro aniversario, cumplíamos un año de habernos conocido, o bueno, un año de que yo la conociera. Su espalda contra mi pecho, su piel fundida con mi piel, mis labios en su cuello; ahora tan frío, tan lejos de ser lo que recuerdo cuando cada vez que la tuve, cada vez que posé mis labios ahí para lamer su piel y morder, a veces suave, en ocasiones fuertemente su cuello que ardía en el éxtasis del momento.
-¿Qué nos pasó? Somos sólo otra de tantas parejas que dejó apagar la llama en el titubeo hacia el matrimonio de cuerpo y alma.
Entonces hundí mi rostro en su nuca hasta perderme en aquel abundante cabello negro que aún guardaba la fragancia del jazmín y la rosa.
-¡Oh terso ataúd de ébano, perfumado con el hermoso aroma de la vida! Podría yacer aquí entre tu fúnebre abrigo por siempre.
La abracé muy fuerte.
-¿Qué diablos nos pasó! -Recuerdo haberle recriminado con furia- ¡Fue ese maldito que nos quería separar quien tuvo la culpa de todo esto!
Resollé entre sus cabellos y luego me alejé de golpe hasta quedar de pie junto a la cama.
-¿Qué esperabas? ¡Querías que consintiera que él te mirara de esa forma lasciva! -Entonces perdí el control y el volumen de mi voz inundó el cuarto- ¡Lo preferías a él, maldita perra!
Toqué mi rostro con ambas manos, sudaba a raudales.
-¡Lo siento, ya no podrán revolcarse! -Estallé a carcajadas- ¿Por qué? ¡Está muerto a un lado de la carretera, idiota! ¿Acaso no recuerdas que le pasé el auto por encima? ¡Sí!
Caminé hasta la ventana y me asomé de manera fugaz entre las persianas.
-¿Pensabas que iban a poder engañarme? -Dije clavando nuevamente mi mirada en ella- ¡Pero no es así!
Me tranquilicé de pronto al tiempo que me brotaban un par de lágrimas.
-No es así& -Susurré sollozando al tiempo que extraviaba mi mirada en la intermitente luz de la lámpara en el buró- Yo te amo, cómo pudiste hacer que llegara a esto... ¿Por qué?
Me recosté lentamente sobre la cama y, llorando, abracé de nuevo su cadáver.
Un noticiero de T.V. local anuncia la desaparición de una joven y su novio a manos de, según algunos testigos, un hombre de edad avanzada que los había amagado a orillas del parque para que subieran a una camioneta de color gris, misma que se dio a la fuga con rumbo desconocido.
El amor la muerte y el delirio, se entremezclan, como si de un relato antiguo se tratara. Siempre que te leo me recuerdas a E. A. Poe y eso es señal, de que sin duda, eres un gran escritor.