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¡bienvenidos a Bloquivia!

Relato de un integrante del equipo de producción de un documental producido por la DW a fines del año 2015 en el bizarro país sudamericano famoso por su inestabilidad permanente.

I Parte: El arribo


A Bloquivia es posible acceder por tierra, vía fluvial y aérea. Por lo general los arriesgados turistas que se atreven a visitar este pintoresco país sudamericano prefieren hacerlo por vía aérea y eso es lo que hicimos nosotros en un intento de plasmar en el siguiente documental una tierra curiosa, enigmática, sorprendente, inmensamente rica y tristemente célebre por una característica desconocida en los demás países del orbe. Llegar a Bloquivia es por lo general arribar a uno de sus dos aeropuertos internacionales: nosotros llegamos –por recomendaciones de nuestros consejeros de la productora - al aeropuerto oriental de Wira-Wira; se nos dijo que si bien los riesgos en la zona oriental no son pocos, era menos traumática la adaptación a este país en una zona en la que el ambiente atmosférico por lo general era cálido y agradable.

Felizmente arribados al aeropuerto, no tuvimos que atravesar ningún hecho desagradable y se nos entregó nuestras pertenencias oportuna y gentilmente: habiendo contratado a una agencia especializada en giras por esta nación, al salir del aeropuerto nos aguardaba un cómodo taxi Nissan moderno que nos llevaría hasta la ciudad en la que empezaríamos nuestro trabajo de realizar un documental sobre esta nación que fiel a su nombre, se distingue por una peculiar tendencia de sus habitantes.

La verdad, no necesitamos mucha ambientación, pues no habiendo avanzado más de 800 metros de la salida al aeropuerto, nos encontramos con la primera muestra de lo que veríamos constantemente en nuestros nueve días de permanencia en Bloquivia: Un nutrido grupo de mujeres había bloqueado la carretera exigiendo la presencia del
Gobernador del Departamento para que se cerciore del pésimo estado de los postes de transmisión eléctrica de la zona aledaña al aeropuerto de Wira- Wira. Tuvimos que aguardar tres horas hasta que se nos permitió pasar gracias a una tomas de nuestro camarógrafo a las protestantes, prometiéndoles divulgar su exigencia (ayudó también, no podemos negarlo, los 20 dólares que nuestro productor ejecutivo decidió ofrecer a una gorda señora que evidentemente llevaba la batuta de las airadas vecinas).

A pocos metros del hotel en el que teníamos reservadas nuestras piezas, vimos otro bloqueo en franco estado de disolución: el conductor del taxi nos explicó que eran las trabajadoras sexuales de la zona, que cada día protestaban bloqueando avenidas en "operaciones relámpago" de la ciudad, por motivos diversos; últimamente la principal razón era el excesivo cobro de derecho a canchaje (supimos que dicho termino equivale a una especie de licencia de operación en las vías públicas) que les hacían los policías municipales acostumbrados además -según afirmo nuestro eventual cicerón- a cobrarse en género.

El hecho es que llegamos a nuestro hotel y una vez acomodados, nos reunimos en el lobby para organizar nuestras jornadas de producción documental. La verdad nos gustó mucho el ambiente, muy amplio y acorde a las cinco estrellas que afirmaba la guía Berlitz correspondía a este establecimiento, lamentablemente se nos informó que no podríamos servirnos la cena hasta que el gerente resolviese un conflicto con el sindicato de hoteleros que exigía mejoras salariales desde hace días atrás y que habría derivado en escasez de servicios culinarios. Se nos prometió atención a partir de las 2100 horas y decidimos seguir trabajando contentándonos con las barras de chocolate y otros pertrechos que los más previsores trajeron en su equipaje.

A las 2130, se nos comunicó que podíamos bajar al restauran principal para degustar algunas delicadezas criollas, y no estábamos ni llegando a dicho local cuando la energía eléctrica desapareció (se explicó de un problema con los obreros del municipio) y tuvimos que comer unos curiosos bocadillos de mandioca con encurtidos de cerdo frito a la luz de unas velas.

Concluida la cena, ya intrigados por este curioso país, decidimos tomar un taxi y dar una vuelta por la zona central de la ciudad. Arribamos a una plaza central con aire hispano colonial en la que se desarrollaban tres mítines simultáneamente; decidimos dividirnos y en grupos distintos averiguar el motivo de los mismos en diferentes puntos de la plaza.

Nuestro productor y el sonidista se encargaron del mitin de la esquina norte: relataron que se trataba de una protesta de los vendedores de periódicos contra los guardias municipales que según gritaban, les exigían un ejemplar de sus periódicos de modo gratuito además de sus derechos de venta.

El camarógrafo fue con Cindy -la entrevistadora- y Jim -el auxiliar de cámaras a la esquina este, donde afirmó haber entendido que se protestaba por las imposturas de un funcionario, quien aparentemente acostumbraba emplear los recursos estatales para la construcción de sus variadas propiedades inmuebles en la región; en un momento muy caldeado de la protesta, se escucharon varios disparos que dispersaron a los protestantes sin dejar -felizmente- heridos ni daños evidentes. Por nuestra parte, nuestra auxiliar general y Thomas -el responsable de comunicaciones- fuimos al centro de la plaza donde un grupo de universitarios proclamaba la plena autonomía de su casa de estudios y exigía la renuncia de todos sus catedráticos y autoridades; al cabo de varios minutos de atenta escucha nos percatamos de que ese grupo se preparaba para enfrentarse a otro que en dichos momentos se organizaba en el atrio de su universidad y que pretendía la renuncia de los dirigentes estudiantiles; al vernos muy interesados y reconocer nuestros ajenos rostros, varios estudiantes empezaron a señalarnos amenazadoramente y decidimos hacer un discreto mutis para no enfrentar problemas antes de haber siquiera pasado una noche en Bloquivia.

Una vez reunido el grupo, nos sentamos en un restauran concurrido del centro citadino a degustar algunas bebidas, tras lo cual, antes de medianoche, decidimos retirarnos a descansar.


II Primeras amarguras


Cumpliendo con nuestra agenda, en la madrugada organizamos nuestro equipo y partimos a la terminal de buses de la ciudad; sabíamos que en la práctica era una especie de Bolsa de bloqueos camineros, pues naturalmente, las empresas de transporte terrestre debían prevenir y comunicar constantemente de puntos de bloqueo de carreteras y lugares de extremo riesgo para sus pasajeros. Efectivamente, encontramos que todas las casetas de venta de pasajes poseían letreros de información
donde constantemente se informaba de bloqueos y puntos de incertidumbre vial. Al cabo de una breve deliberación y habiendo filmado algunas tomas, nos decidimos por el punto que mayor polémica ese día generaba: partimos en un jeep rentado hacia la salida al occidente, donde sabíamos que a la altura del km. 23 existía un enérgico bloqueo de carretera y toma de rehenes de una empresa de explotación maderera.


Una vez arribado el equipo al punto de bloqueo, pudimos filmar el momento en que
se producía un enfrentamiento violento entre los bloqueadores, una patrulla de policías y un grupo de transportistas; la cámara registró precisamente el momento en que en batalla campal, se intentó romper el bloqueo con gases, palos y disparos al aire de los policías; lastimosamente esas acciones enardecieron mas a los bloqueadores que lanzaron cócteles molotov a varias flotas con pasajeros, las cuales ardieron por unos minutos con heridos y espantados gritos de niños y mujeres. Sorprendidos pero en alguna medida seguros de estar registrando imágenes de buena acogida entre nuestros televidentes, nos acercamos mas al punto de mayor conflicto y pudimos realizar verdaderas y sorprendentes tomas de lo que ocurre cuando personas en estado de ebriedad se enardecen y luchan entre sí.

Lastimosamente, en un momento de menor tensión fuimos rodeados por siete guardias policiales que sin mayor explicación, golpearon a Karl y John -los encargados de cámaras y trataron de destruir sus equipos a cachiporrazos, ante nuestra protesta, la emprendieron con nosotros y debemos reconocer que de no haber mediado la explosión de una barra de dinamita bajo un camión de carga próximo -lo que causó la pronta huida de los policías- posiblemente hubiésemos que lamentar -en esa primera jornada en Bloquivia, perdida de valioso equipo y lesiones graves en más de uno de nosotros. Sin deseos de mayores conflictos abordamos el Toyota rentado y dimos vuelta a la ciudad.

Fue curioso, pero a veinte minutos de iniciado el retorno, nos detuvo una comparsa de alegres danzantes que al calor de notables cantidades de bebida, bailaban al son de una pequeña banda compuesta por dos trompetistas, un bombo viejo y un acordeón, en plena carretera. Al reconocernos como extranjeros,varios de los festejantes se acercaron y exigieron que bajásemos a `divertirnos' con ellos, obviamente, tras lo acabado de vivir, no quisimos mayores conflictos y aun a regañadientes bajamos del carro y departimos con nuestros alegres y beodos festejantes. Cuando uno de los danzantes se cayó de bruces sobre el músico encargado del bombo, aprovechamos la distracción y risas generalizadas para reanudar nuestro retorno, muy poco dispuestos a mas emociones para ese día.

Karl había sufrido un fuerte golpe en el codo -tratando de proteger su cámara- y debía ser revisado por un médico traumatólogo; fuimos a un centro médico privado y un amable facultativo revisó a Karl concienzudamente, afirmando que lamentaba no poder contar con rayos x debido al paro de los radiólogos del Departamento; empero afirmó que no era probable que la contusión y hematomas sufran más complicaciones, recetando a continuación unos calmantes y pomadas anti inflamatorias que no pudimos comprar debido a la huelga indefinida decretada por la asociación departamental de farmacéuticos que -según supimos- llevaba ya tres jornadas.

Afortunadamente, en el hotel uno de los huéspedes resultó ser un representante de laboratorios farmacéuticos y nos dotó de algunas muestras gratuitas que no pudo acomodar precisamente por la huelga que hizo fracasar su agenda de negocios.

Durante la tarde, nuestro agente nos escribió vía correo electrónico (no fue posible emplear la línea telefónica por una huelga de la cooperativa de telecomunicaciones) acerca de un conflicto en una planta de distribución de gas al ducto internacional de Ciporité al sud de la ciudad, que según dijo, sería importante documentar. Aun con la emoción de lo ocurrido horas atrás decidimos dirigirnos inmediatamente a dicha localidad. Esta vez nuestro productor hizo caso al amable representante farmacéutico que nos sugirió contratar al menos un guardia privado para nuestra seguridad, y nos dirigimos en el jeep con un nuevo integrante a nuestra comitiva a la planta de distribución de gas.

Al llegar al punto de conflicto, no nos pareció enfrentar mayor conflicto pues no se veía tumulto ni ruidos llamativos; consultado un guardia en traje camuflado sobre el problema, nos informó que se atravesaba un cuarto intermedio pactado dada la transmisión del partido Boca – Santos que a esas horas se transmitía vía satélite y que definía los semifinalistas de la copa Mártires del la libertad americana.

Esperamos dos horas a que concluya el partido (que resultó en empate) y nos vimos frustrados al no contar con tomas dignas de grabar, dada la ampliación de la tregua que según decían varios habitantes de la región, era consecuencia de la emisión del último capítulo de una telenovela venezolana titulada “María llora”.

Tuvimos que retornar a la ciudad, con una serie de impresiones y la sensación de estar en un lugar extremadamente curioso: Karl y Cindy, (veteranos de Colombia, Jerusalén y Bagdad, no podían dejar de opinar que se sentían inquietos y tan preocupados como en tales experiencias, pese a estar en Bloquivia, un país que según creían, pocas noticias valían la pena recordar a nivel internacional. Y aun faltaban ocho días...



III El Bloqueódromo de la coca


En la mañana de nuestra segunda madrugada en Bloquivia no habíamos terminado de poner nuestras ideas en orden, cuando recibimos la noticia de que uno de los lugares más agitados del país atravesaba un tenso momento, debido a una serie de atentados ocurridos contra los militares y sus brigadas de combate al cultivo de coca: en una región conocida como Villa Eva, varios muertos de la milicia habrían generado fuertes represalias que daban hasta el momento decenas de muertos y heridos civiles; por lo que se sabía por las agencias de noticias, en esos precisos momentos existían alrededor de doscientos militares rodeados completamente por facciones armadas irregulares que se negaban a permitir su retirada; el gobierno habría ordenado a los comandantes del ejército abstenerse de cualquier acción que genere más bajas y este hecho resultaba en una serie de escaramuzas que sugerían un conflicto inminente.

Erick, como productor decidió marchar a Villa Eva y sin más, en un vuelo de la línea aérea nacional, fuimos hasta el aeropuerto Aurora, el más próximo a Villa Eva.

Alquilada una vagoneta Land Cruiser, En nuestro viaje a Villa Eva debimos sortear dos bloqueos, pero no los mencionamos por cuanto la decisión era concentrarse en el conflicto del bloqueo y situación de dicha Villa.

Luego de superar los bloqueos mencionados sin mucha dificultad, llegamos hasta el puente de Machito, situado a dos kms. de Villa Eva. En ese punto el bloqueo fue doble: los militares tenían prohibido el paso y doscientos metros más allá se encontraba el bloqueo de los cocaleros, quienes resultaron -curiosamente- menos violentos que su contraparte uniformada.

El hecho es que Erick se había -días antes del viaje- dotado de una carta de autorización irrestricta obtenida mediante la Embajada Venezolana en Bloquivia, y fue ese documento lo que evidentemente impidió que más de diez camuflados y desquiciados agentes no nos detuviesen y maltratasen sin mayor trámite, pues su actitud inicial nos puso a todos pálidos: encañonados por varios M- 16, a gritos nos
ordenaron arrojarnos al suelo y entre insultos nos exigieron poner las manos en la nuca; solo al ver el sello de la Embajada Venezolana del salvoconducto de Erick, parecieron entrar súbitamente en razón y nos permitieron pasar, no sin hacer bromas subidas de tono sobre Terry y Cindy quienes acostumbradas a tales gestos no se inmutaron y se abstuvieron de comentar al respecto.

Los campesinos fueron mucho más cordiales, al saber que representábamos a una importante agencia de comunicación, nos llevaron cordialmente hasta unas chozas en las que nos permitieron entrevistar a varios de ellos que, cubiertos por pasamontañas,
mantuvieron su anonimato e informaron que esta vez no suspenderían el bloqueo ni permitirían salir a los militares rodeados hasta que el gobierno les autorice a comerciar su principal producto (hojas de coca) sin intermediarios y sin licencias o patentes de naturaleza alguna. Mientras aprovechaban para vocear sus consignas, dos
mujeres nos pusieron frente nuestro sendos platos de comida que sin hacernos rogar, nos servimos gustosos: resultó ser un plato bastante picante y a base de pollo que prácticamente a todos pareció gustarle. Durante la tarde, por seguridad decidimos que Karl, Jim y yo iríamos hasta el punto donde se sabía estaban atrincherados los militares para intentar una entrevista con ellos.

Guiados por dos campesinos, llegamos hasta una plantación de bananas situada a orillas de un río de escaso caudal; ahí nuestros guías nos indicaron los puntos más cercanos donde se encontraban los militares y nos dijeron que nos esperarían hasta media noche en el mismo punto.

Atamos un mantel blanco a una caña y con extrema cautela avanzamos en la dirección señalada, a unos cien metros del punto descrito, una ráfaga de metralla fue disparada sobre nuestras cabezas y a gritos nos ordenaron detenernos e identificarnos; me tocó el gritar que éramos extranjeros y que teníamos permiso para solicitar una entrevista con ellos; se oyó un nuevo disparo, y dos uniformados salieron de nuestro costado izquierdo apuntándonos con sus armas, felizmente, el salvoconducto venezolano parecía ser la llave maestra para esta gente, ya que al revisarla nos permitieron pasar y tener una entrevista con dos capitanes que se encontraban a cargo.

Fue así que nos enteramos que el Mayor Quiroga -responsable del destacamento- se encontraba gravemente enfermo (parecía ser fiebre amarilla), tenían cinco heridos de bala de moderada gravedad y no contaban con comunicación por haber extraviado sus equipos en la retirada. Pidieron que hagamos llegar su ubicación al comando general
y exigieron que no hagamos tomas con la cámara de rostro alguno. Aunque pedimos que se nos autorizase una toma adicional, se negaron rotundamente y sin lugar a discusión, nos enviaron de vuelta con los bloqueadores.

Al tomar contacto nuevamente con los campesinos, los encontramos ebrios y confundidos, algunos exigían levantar el cerco mientras varios más gritaban sus deseos de eliminar a todos los cercados sin dilación, solo algunas mujeres parecían ser las que mantenían algún orden entre los campesinos y vimos que Cindy había hecho amistad con varias de ellas; por ese medio fue que logramos realizar dos entrevistas notables con quienes resultaron los principales líderes de los campesinos: ambos eran jóvenes, poseían un lenguaje fluido y decían ser dueños de importantes locales de comercio en la ciudad capital. Por lo que dijeron, poseían fuerte apoyo de
integrantes del gobierno a través de ciertos personajes de meteórico ascenso político en Bloquivia; estaban convencidos de que tarde o temprano serían intervenidos por los norteamericanos y decían estar organizando un ejército guerrillero que defienda su tierra de los imperialistas que compraban ingentes cantidades de cocaína debajo de
la mesa, pero a la vez vendían enormes cantidades de armamento por encima de ella para "combatir" el narcotráfico. Fuimos sorprendidos al mostrarnos una humilde choza equipada con parabólica y equipo de computación de última generación con el que -nos mostraron-poseían constante contacto con las FARC, el EZLN y otras organizaciones irregulares de alcance internacional; sin mucho pudor, permitieron que fotografiemos un modesto galpón de chapa metálica en el que se veían decenas de cajas de madera con lo que parecía ser armamento moderno y su munición.

Al cabo, en una especie de sala de conferencias improvisada, nos pidieron grabar la lectura de una proclama contraria a los intereses americanos, afirmaron estar dispuestos a morir por defender su "sagrada hoja de coca" y advirtieron que pronto el país poseería una extensa red de irregulares encargados de enfrentar a la embajada americana, a quien acusaban de hipócrita y manipuladora, mostrando fotos de supuestos funcionarios de la CIA subiendo a aviones americanos valijas enormes de clorhidrato de cocaína depurada de sus constantes decomisos a pequeños productores. Lo curioso fue que antes de irnos, amablemente nos regalaron a cada uno un envase de película fotográfica lleno de lo que ellos dijeron era la mejor cocaína del mundo, la misma que un famoso ex-futbolista mundial vino a probar meses antes.

Nuestro retorno fue eufórico, pues varios de nuestros miembros parecieron ser conocedores viejos del regalito campesino y en el trayecto hasta la ciudad de Llajtabamba dieron pronto uso a su souvenir en medio de cánticos, risas y silbidos rockeros.

La euforia dio paso al espanto cuando, en oportunidad de parar en un bloqueo (esta vez de uniformados) fuimos revisados por varios de ellos con sus respectivos perros y -claro- descubrieron los ocho frasquitos de cristal regalados. Sin ninguna explicación fuimos introducidos a una vagoneta y se nos informó que estábamos arrestados, todos quedamos tiesos de espanto y de no haber sido la proverbial carta de la Embajada venezolana de Erick, posiblemente todo hubiese acabado ahí para nosotros. Al reconocer dicha nota y verificar su legitimidad, los oficiales nos permitieron volver a
nuestra vagoneta alquilada ¡e incluso nos devolvieron cinco de los frasquitos decomisados! Sin deseos de argumentar, dimos gracias y retornamos confundidos -pero muy aliviados- a la ciudad, donde resolvimos darnos un merecido descanso por el resto de la jornada.


IV Bloqueando el aire


Estábamos volando hacia San Bernardo para documentar en nuestra penúltima escala en Bloquivia un quíntuple bloqueo: resultó que dicha sureña ciudad se encontraba "gozando" de cinco importantes bloqueos: por una parte, los campesinos de Palcani impedían el paso de transporte de y hacia el norte, por otro, los comunarios de San Pedro bloqueban el camino a Palcani.

Al otro extremo geográfico las dos salidas al sur de San Bernardo soportaban el bloqueo de campesinos del Valle Menor -que reclamaban por la falta de profesores en sus colegios- y por los productores de leche de Polonia, una comunidad conocida por su ganado holandés introducido año atrás.

En la ciudad de San Bernardo todas las calles estaban bloqueadas desde tres días atrás por una protesta cívica contra una medida del viceministerio de turismo que aparentemente quitó el rango de zoológico al parque infantil de la ciudad (que posee
veintitrés animales silvestres en jaulas de alambre). Según nuestros informantes, San Bernardo era una ciudad apacible y poco violenta y suponíamos que esta parte de nuestro documental transcurriría desprovisto de emociones intensas y quién sabe, podríamos tener un capítulo relativamente apacible del país de los bloqueos. Nos equivocamos.

El caso es que el sobrecargo de la aeronave nos informó que estábamos autorizados a aterrizar, que en el aeropuerto se contaba con una agradable temperatura y agradeció a todos por volar en esa aerolínea. Vimos como la aproximación de la nave se realizaba entre pequeñas edificaciones, un apacible río y árboles de diversa naturaleza, ya sentimos descender el tren de aterrizaje y nos aprestábamos a sentir el
contacto de la pista, cuando de modo intempestivo todos sentimos asombrados como el avión era súbitamente acelerado y puesto en brusco ascenso.

Los gritos no se detuvieron hasta que se tuvieron que acallar para escuchar el mensaje del capitán por los parlantes de cabina, evidentemente emocionado: "Señores pasajeros, les habla el capitán de la aeronave; sentimos decirles que tuvimos que realizar una maniobra de emergencia debido a una situación que estamos tratando de
explicar, les rogamos permanecer en sus asientos, continuar con sus cinturones de seguridad y esperar informaciones que con gusto les daremos en un instante..."

Thomas prendió su celular satelital, y se comunicó presuroso con un contacto que tendría que estar aguardándonos en tierra: se trataba de un cónsul honorario de la Gran Bretaña que por casualidad conocía desde su juventud. Al cabo nos explicó que por información de su contacto, el aeropuerto de San Bernardo había sido súbitamente bloqueado por los integrantes del comité cívico que ingresaron intempestivamente a la pista con camiones y dos altas grúas ¡con sus brazos erguidos en su máxima extensión!

Ante la enérgica exigencia de más datos de Thomas, supimos que dicho bloqueo se debía a la exigencia del comité cívico de ¡devolver su denominación de zoológico al parque infantil de la ciudad!. Nuestra admiración dio lugar a nerviosas risas que llegaron a un estado de ira contenida.

El capitán de la nave volvió a dirigirse a sus pasajeros: "Señores pasajeros, lamentamos informar que siendo imposible aterrizar en el aeropuerto de San Bernardo, nos vemos obligados a dirigirnos a un aeropuerto alternativo para cargar combustible y aguardar instrucciones, favor permanezcan en sus asientos con sus cinturones ajustados..."

Muchos pasajeros exigían explicaciones, pero nadie pudo proporcionarles datos; nosotros preferimos guardar discreto silencio y nos limitamos a observar cómo la aeronave ponía rumbo al sur. Lamentablemente a los quince minutos escuchamos decir al capitán: "Nuevamente señores pasajeros presten atención, se nos acaba de informar que en el aeropuerto de la ciudad de Chirigua es imposible aterrizar debido a un paro cívico decretado en las últimas horas, daremos un cambio de rumbo con dirección a la segunda alternativa del vuelo, favor permanezcan en sus asientos con sus cinturones ajustados..."

Pareciera ser imposible creerlo, pero al cabo escuchamos azorados: "Con sus disculpas, señores pasajeros presten atención, se nos informa que en el aeropuerto de la ciudad de Montecillos es imposible aterrizar debido a una toma de las instalaciones del aeropuerto por parte de campesinos sin tierra, trataremos de retornar al aeropuerto de San Bernardo, favor permanezcan en sus asientos…."

Nuevamente en las proximidades de la ciudad de San Bernardo, Thomas se enteró por su contacto en tierra que el bloqueo de la pista seguía sin resolver, para colmo le informaron que por datos del responsable de la aerolínea, la nave ya no contaba con combustible para nada más que un intento de aterrizaje, empero, los dirigentes se mantenían en comunicación con el viceministerio de turismo y advertían que no permitirían ningún aterrizaje a menos que su demanda sea escuchada, por lo que se sabía, el viceministro estaba haciendo turismo en Santiago de Chile y su reemplazante afirmaba no tener autoridad para resolver el tema del zoológico de San Bernardo.

El capitán de nuestra nave informó a la torre que en virtud de no contar con mas combustible, debía aterrizar e inició las maniobras de rigor, pese a ver grupos de personas en la única pista disponible.

El hecho es que el avión tocaba tierra y la gente en tierra terminaba de apartarse, el avión logró detenerse justo al extremo opuesto de la pista de aterrizaje y no pudo moverse más: ¡había quedado sin una gota de jet fuel!

V El bloqueódromo mas alto del planeta


Para concluir nuestra producción, teníamos necesariamente que llegar a la ciudad sede de gobierno de Bloquivia: la quintaesencia de este país, el punto cumbre de todas las variantes posibles de bloqueo y medidas de presión imaginables en este medio.

Nuestro aterrizaje en el aeropuerto Richard Nixon de la ciudad de Aransaya felizmente no tuvo problema alguno, una vez instalados en los taxis que nos llevarían al Hotel Radisson de la ciudad de La Olla, sentíamos alguna dificultad al respirar (cuatro kms. sobre el nivel del mar no puede dejar de notarse) y abrir las ventanillas no era práctico por el frió, así que asumimos nuestra mejor cara de resignación y empezamos la travesía de bajada al centro de La Olla.

La verdad, al ver la ciudad desde arriba es fácil explicar por que es la ciudad de los bloqueos: confluyen hacia el centro citadino cientos de empinadas calles que -naturalmente- si se obstruyen generan conflicto y basta mirar a la gente que abunda en sus calles para entender su estado de ánimo: tensión, molestia, disgusto.

No pudiendo ser de otro modo en Bloquivia, antes de llegar al hotel estuvimos detenidos cuarenta y cinco minutos por una extensa multitud de humildes mujeres que protestaban por falta de puestos de trabajo para sus maridos, luego, en la avenida aledaña al hotel, fuimos detenidos media hora por una manifestación de apoyo a un dirigente deportivo que aparentemente había sido apartado de sus funciones en un club de fútbol profesional de la ciudad por acusaciones de corrupción.

Al fin acomodados en nuestras habitaciones, desde las amplias ventanas del hotel fuimos testigos en tres horas de otras tantas manifestaciones que -la verdad- ya no nos interesó conocer en sus demandas. Antes de tener nuestra reunión de planificación previa, se nos informó de la presencia de un equipo de producción de la BBC en el mismo hotel; por curiosidad, Erik y Terry se contactaron con ellos y acordamos un almuerzo conjunto luego de la reunión del equipo. Solo nos comentaron que vinieron a documentar sobre la famosa "carretera de la muerte" como llamaban a una carretera que como promedio poseía un fallecido por día -todos los años-

La reunión se extendió más de lo acostumbrado ¡había tantos bloqueos y medidas de presión, que no era fácil elegir! Al final decidimos empezar por un bloqueo increíble: en una facultad de la universidad del estado, cientos de alumnos reprobados en el examen de admisión llevaban diez días bloqueando el ingreso de los alumnos regulares a las aulas facultativas.

Fuimos a dicho punto de la ciudad y efectivamente, el edificio de la facultad de ciencias sociales y jurídicas se encontraba ocupado por decenas de jóvenes armados con objetos contundentes; nadie con cara de catedrático o de estudiante tenía derecho a acceder al edificio, entramos John, Karl, Cindy y yo -sin dificultad alguna- y en el interior del edificio vimos decenas de jovenzuelos en grupos de distinta naturaleza, unos bebiendo, otros fumando, unos cuantos jugando fulbito, y varios simplemente abrazados en tórridos encuentros de pareja. Nadie leía, ni estudiaba, ni parecía pensar en algo que nos sea distraerse, embriagarse o gozar del momento.

Buscamos entrevistar a los líderes del contingente ocupador, pero no nos daban detalles de donde ubicarlos, hasta que Cindy (siempre Cindy y su encanto personal) nos contactó con tres jovenzuelos que olían a bebida, humo de marihuana y humores diversos biológicos que en confianza nos dijeron que los dirigentes del movimiento ¡eran los estudiantes del centro de estudiantes de la facultad!, ante nuestras interrogantes confesaron que precisamente en esa semana se debían realizar los exámenes finales postergados del semestre pasado...

No viendo mucho futuro en esa información decidimos buscar acción más fuerte y a sugerencia de un integrante del equipo de la BBC, fuimos hasta una zona ubicada a la salida de la ciudad en dirección a las serranías subtropicales: en esa zona funcionaban decenas de prostíbulos que conforme una disposición municipal debían trasladarse tres kms. mas allá de su actual punto de funcionamiento, y las señoras y señoritas trabajadoras hacían bloqueos de rechazo en diversos puntos de su barrio.

Para darle un tono más fuerte, se sumaron al bloqueo dos líneas de radio taxis que atendían los burdeles y procedieron a cerrar las calles con sus vehículos y perforar los neumáticos de quienes insistían en pasar. Al vernos grabar esas escenas, se acercaron amenazadoramente, pero al notar nuestra evidente ascendencia europea, sus amenazadores rostros se tornaron apacibles y nos invitaron al interior del "Zepelín" uno de los locales amenazados con traslado forzoso para explicarnos sus reclamos y aprovechar para que filmemos a sus señoritas de mayor cotización. Decidimos dejarles hablar y no nos arrepentimos; al cabo nos mostraban decenas de fotos comprometedoras de quienes resultaron ser conocidos políticos y hombres públicos de La Olla que solían gastar sus dinerillos en el mencionado local.

Estábamos en plena grabación, cuando intempestivamente entraron tres rudos y ostentosamente trajeados mestizos robustos, que sin contemplaciones nos ordenaron salir: extrañados, miramos a nuestros entrevistados y sin dudarlo, nos hicieron gestos para que los obedezcamos, inmediatamente se interrumpieron las explicaciones y torpe y aceleradamente ocultaron las fotografías que estaban mostrándonos; una de las damitas, la más gentil conmigo, me hizo un guiño y me deslizó una foto en uno de mis bolsillos. Salimos del local pero no pudimos dejar de notar como un robusto y moreno hombre de bigotillo bajaba de una vagoneta negra Mitsubishi escoltado por dos guardaespaldas y se introducía al local, al cabo de lo cual cerraban el mismo y corrían las cortinas.

Al extraer la fotografía de mi chaqueta no fue pequeña mi sorpresa al reconocer precisamente en la foto, al hombre de bigotillo con la dulce señorita que me guiño un ojito coquetón, ¡bañados en espuma y tomando alegres alguna bebida de su zapato con tacón!

Antes de subir al taxi de retorno, le mostré la foto a nuestro chofer y el reconoció a nada menos que al ministro de asuntos campesinos; para colmo, también reconoció a la señorita cuyo nombre de batalla dijo ser Celeste. Estoy seguro que la foto en mi poder perfectamente podía tornarse en suficiente motivo de otro bloqueo, por lo que
resolví guardármela discretamente.

La despedida a Bloquivia fue motivo de una última anécdota por demás gráfica de lo que los bloquivianos viven cotidianamente: una vez abordados los taxis de subida al aeropuerto, nuestro equipo se vio imposibilitado de avanzar por la principal avenida central: los huérfanos de guerra protagonizaban un bloqueo combativo que impedía todo tráfico vehicular; en un país cuyo último enfrentamiento bélico fue hace setenta años, no pudo dejar de llamarnos la atención una manifestación de huérfanos de guerra (evidentemente, todos ancianos) exigiendo un aumento a sus `magras pensiones'. Para colmo a pocas cuadras más allá de los decrépitos "huérfanos", encontramos cientos de niños escolares deteniendo el poco tránsito que podía llegar a ellos, con sendas pancartas que rezaban: ¡Basta de bloqueos, queremos estudiar!

Felizmente, pese a todos los inconvenientes y ayudados por un retraso en el arribo de nuestra conexión aérea, llegamos justo a tiempo para abordar nuestro vuelo antes de que cierren la puerta de ingreso. Una vez en el aire el equipo entero guardó silencio por media hora: ¡era como si nuestras neuronas se hubiesen bloqueado!

El hecho es que el documental se terminó en nuestros estudios centrales, se distribuyó oportunamente conforme estaba planificado, pero al cabo me enteré que solo fue transmitido una vez en Bloquivia: los comités cívicos y las confederaciones de trabajadores realizaron sendos bloqueos en rechazo a lo que todos dijeron "atentaba contra la dignidad nacional, con mentiras montadas por gringos imperialistas interesados en desvirtuar al bloquiviano ante la comunidad internacional"

Pese a todo, supe que Terry, Karl y un grupo de sus amigos tienen ya comprados pasajes de ida a Bloquivia pues dicen ellos, "pese a todo, valió la pena conocer ese país, y más vale visitarlo una vez más, antes que entre paros, huelgas y bloqueos, un día de estos deje de figurar en el mapa de Suramérica" y creo que están cerca de la verdad, pero a mí ni me hablen de volver.
…….
Achachila10 de mayo de 2011

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