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Maestros Serán Los de Mañana

En un futuro no lejano, la ciencia proveerá de insumos prácticos para revolucionar las ciencias de la educación, los profesores deberán hacerse de competencias y desempeños tan nuevos para ellos, que la gran mayoría optará por la jubilación temprana o simplemente cambiarán de ocupación.

Resulta que el avance de las neuro ciencias, la genética, la química molecular orgánica y la informática aplicada, harán del aula tradicional, un recuerdo triste de un pasado que habiendo resistido a transformarse, de súbito se vio tan caduco como un anafre de querosene en una cocina moderna.

Los maestros del mañana, cosa curiosa, se encargarán que sus pupilos “se duerman en clase” y accediendo a canales subliminales aprendan puntual y adecuadamente información en general, gracias a procedimientos inductivos de memorización virtual.

El alumno irá a la escuela, cuando desee y no tendrá necesidad de intentar escapar de clases, porque en la práctica la noción de clase en aula será un atavismo ajeno a un medio en el que cada quien avanzará a su propio ritmo y buscará sus propias metas curriculares.

Se habrán terminado para siempre los profesores autoritarios, abusivos, los exámenes de memoria, los alumnos distinguidos, los matones del curso, los hurtos, las agresiones y muchos contagios característicos de la idea de encerrar en un ambiente a varios niños por horas, para que “aprendan” los contenidos de un currículum depredador y autoritario.

El maestro del mañana trabajará con gusto: no será esclavo de horarios carcelarios, no necesitará gritar o amenazar a sus educandos, tendrá a su servicio variedad de herramientas de alta tecnología que le harán su trabajo un arte, en el que el objetivo primordial será ayudar a desarrollar plenamente a los integrantes de la sociedad.
Sus remuneraciones no serán tema de debate, así como nadie dudará de su idoneidad.

Desde la implementación de los sistemas CAT (computer assisted teaching) el proceso educativo personal será un hecho permanente y el estado se encargará de protegerlo y asistirlo. Los sindicatos de maestros, la venta de notas, la evaluación arbitraria serán incompatibles con un nuevo sistema de apoyo educativo y asistencia social.

Mientras llegan esos momentos, no me queda más que seguir yendo a la escuela, estar a las siete y treinta en el patio escolar con lluvia, viento o calor tórrido, aguantar unos gorilas de corbata y gafas, congeniar con niños de heterogéneos traumas y comer los menjunjes que acostumbran servirnos, por no mencionar las horas de clase: mezcla de teatro, recinto carcelario, pabellón psiquiátrico y lavandería de cerebros.

Lo único que me gusta de este cadalso diario es Esmeralda, la preciosa compañerita morena de ojos traviesos que se sienta cerca mío, es la mejor alumna del curso, aunque eso no me importa y espero que a ella no le moleste mi inminente aplazo.
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Achachila28 de marzo de 2010

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