Es insólito sentirse un joven extraño
en estos tiempos modernos,
caminar entre gente sin gesto,
no entender lo que se cuece con tanta rapidez
y que con la misma prontitud,
sin apenas saborearlo,
es desechado,
por eso abrazo a la noche
como quien abraza a un orgasmo,
por eso de mis dedos brotan cuchillos
y la paz se disocia de la madrugada
tornándose en un acto violento
de valor ridículo,
mi culo estático baila al son de la desesperación
que interiorizo por el mero placer
de sentirme herido,
soy un animal atrapado en un cepo
de espinas y deidades esquizofrénicas,
soy la frenética marcha de sombras
que se presentan en tropel
manchando el techo de tinieblas,
por aquí no existe el sueño
pero si la obligación,
no existe la verdad
pero a la mentira la aplastamos,
por aquí no existen ángeles sin ojeras
en este infierno de alarmas tempranas...
la colmena apaga sus luces,
los niños fantasean con ser fuertes,
con que la vida es un juego infinito,
los adultos dejan de fingir entereza
enterrados en el confort de sus celdas,
ahora el silencio me saluda a gritos
ofreciéndome su malsana mano
a modo de salvavidas
cuando casi todo lo que me rodea
peca de estridente...
a quién puede importarle toda esta mierda,
mi amargo discurso aburre a las moscas
pero jamás rogaré clemencia
para mi caos cerebral,
rogar es para débiles huecos
incapaces de apreciar
el calor del margen,
el distintivo que nos hace
apartarnos del centro
de esta putrida sociedad
y nos convierte en leyendas
de las que nunca nadie
ha oído hablar.
Desde tu "Cálido margen" clamas con vehemencia por no entender o no querer participar de la "pútrida sociedad", alabo tu poema rebelión, no te dejes contaminar, defiende lo que eres y lo que sientes.
Un abrazo Adrian.
