El pasado no para de llamar a mi puerta, la golpea con recuerdos, incansable, como si quisiera darle miedo al futuro, por temer que no se recupere aquello que se perdió, que se esfumó con el humo de aquel incendio que quemó sentimientos y las páginas de una historia que iba para romance épico y se quedó en comedia amorosa. Y el frío desnuda mis labios, gélidos, prefieren no articular palabra, se enfrían con las despedidas y se encienden con el roce de una sonrisa. Olores, encerrados en el tarro de las esencias, atrapados en mi olfato melancólico. Y por las mañanas me abrigo con la realidad, y los sueños se acurrucan en mis pestañas que vislumbran historias que contar cuando el corazón decida encontrar algún fuego acogedor, y mejor que prenda con ilusiones. Y si el dolor llevara acento, sería por ser agudo en la ortografía de tus miradas, que un día decidieron ser llanas y no mirar atrás, mientras las mías se entretenían por el camino, jugando sobre el tablero de la tortura, esperando un movimiento de la reina, que se fue comiendo todos los peones llamados esperanza, hasta dejar sólo al rey. Y busco un trébol de cuatro hojas, que me indique dónde está la suerte en el mapa, pero tan sólo pierdo el tiempo apartando los de tres. Me disuelvo en las botellas, que reflejan todo lo que no debí aprender, que dejan seca la garganta y sedientas las emociones, no es una solución, pero si una anestesia rápida… ¡cuántas noches te busqué entre los hielos!
Uno sabe que está curado, cuando el reloj no supone una carga, ni los calendarios días que recordar, todo eso quedó atrás, sí. Dejaste de doler hace mucho, tan sólo añoro buscar el tacto entre unos dedos que arropen mi calma, ahora comprendo lo grande que fue… y lo difícil que es encontrar algo tan maravilloso, no es una obsesión, son impulsos, son latidos, son sentimientos que un día se marcharon y no dejaron más que una carta sin la dirección, sólo una postdata que enunciaba: “volveremos”

Seguir AutorRecomendar Texto Agregar a Favoritos

3 Comentarios

• 

  Paulitinamente

  Mientras llega el trébol de cuatro hojas , si es que llega a llegar, es importante comprar o buscar gusanos de seda.
  Son muy bonitos.Hay que ponerles hojas de morera para comer ; no sé si en tu ciudad hay moreras, en Madrid las hay hasta por las calles.
  Ellos se la van comiendo y no necesitan agua pues las hojas de morera tienen ya la suficiente agua para que vivan.
  Yo te recomendaría comprar al menos quince; es el número ideal:Si conviven menos se aburren y si pones más , no sé , puede ser todo confuso.
  Llega un momento en su vida en el que se encapsulan en una pequeña cueva de seda y , al cabo de otro tiempo emergen imperiales como mariposas. Jolines , ¡qué raro! , ¿verdad? Un gusano miserable que mendigaba morera ,convertido en una mariposa autosuficiente que no te necesita, emprende el vuelo y vive su propia libertad....
  Todo fue sucediendo poco a poco, muy poco a poco, hojita a hojita...
  
  Un beso
  Pauli.
  Soyunachicanormal.

  08/11/12 08:11

• 

  Adrielegance

  Tu comentario me ha hecho pensar y reflexionar, sí. Se agradece. Un beso

  08/11/12 10:11

• 

  Paulitinamente

  un placer...

  09/11/12 12:11