Me dolerá saberte lejos
distante en el tiempo y el espacio
ya no saber cuando,
gotas de rocío regaré sobre tu cuerpo.
¿Cómo hace uno para permitir
que la vida te prohíba
tardes y noches de romance
en la ciudad vieja o la Alameda?
Dolerá muy adentro
someterme a la impotencia
de dejar esta vida contigo
y avanzar a un futuro sin ti.
Cuando ese momento llegue
tendré en el cofre de mi pecho
un puñado de recuerdo grises
que me ayudarán a sobrevivir.
Porque no olvidaré jamás
ni una sola de las noches
que juntos, en Santiago, al frío
intentábamos ignorar.
Fuiste una mariposa de otoño
que con el color de tus alas
me haz pintado los lunares de mi espalda
y con brillo de tu pelo, me haz iluminado.
Pero no maldeciré mi vida
y te pido angustiado
tampoco lo hagas
¡Se fuerte!
Que siendo jóvenes
hemos tenido
mas de lo que nadie tiene
es toda su vida.
Porque merecemos la envidia
por nuestro amor
de todos aquellos que nos rodean
y sin exagerar, hasta del mismo Dios.
Cuando tu recuerdo me invada
en las noches de otoño solitarias
cerraré mis ojos lagrimosos
y recordaré las imágenes de Chagall.
Y cómo a tus caderas
caía rendido día tras día
como el mar cae rendido
constantemente a la playa.
Y todos esos felices recuerdos juntos.
Y como cuando estaba contigo
sentía que la felicidad
me quemaba el pecho.
Por último no me iré
sin antes decirte:
allá, donde vos estés,
sin dudas, es el Paraíso.
Adso
