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La Historia Sin Título (cap 6)

Los dos días siguientes antes de irnos nos pasamos el viaje, juntos, cogidos de la mano. Paseamos por todos los lugares que nos quedaban por visitar como si nos tratásemos de una pareja de luna de miel. Me encantaba ir con ella y sentirla a mi lado. Su simpatía me acompañó durante todo el viaje y su dulzura, era lo que más me gustaba. Siempre tenía una sonrisa cuando la miraba, y hacía que yo también sonriese. Sus caricias, sus besos en la mejilla, su manera de rozarme la espalda con la mano derecha haciendo círculos… me hicieron volver a creer en todo en lo que había perdido la fe. Me encantaba verla caminar por los bordillos de la acera y su manera de disculparse en francés cuando chocaba con alguien. Y verla bailar al ritmo de la música de los artistas de las calles parisinas dando vueltas haciendo que el pelo, danzase alrededor suyo. Todo me parecía increíble y perfecto, y no tenía ni la más mínima gana de volver. Pero lo que fue realmente perfecto para mí fue la última noche que pasamos en la ciudad, cuando llamó a la puerta de mi habitación. Al abrir, me la encontré en camisón, con su sonrisa de niña y el pelo suelto tapándole un poco la cara, y debajo del brazo, la almohada de su cuarto. Me quedé sin capacidad de reacción y se abalanzó sobre mí para besarme mientras con la otra mano cerraba la puerta. La abracé y nos dejamos caer despacio sobre la cama, y me coloqué encima de ella. Siguió besándome con su suavidad y dulzura características pero a la vez, con ímpetu. Poco a poco, le fui levantando el fino camisón mientras la acariciaba y nuestras respiraciones se fueron acelerando. Acabé cayendo en la trampa en la que me prometí no caer más y de nuevo, volví a actuar por amor, uniéndome a ella. Después, se quedó dormida y yo, mirándola. ¿Cómo alguien al que había visto tantas veces y con el que había hablado, a quien había ignorado y pasado por alto, ahora podía hacerme sentir tantas cosas? Me incorporé, me vestí, cogí la cámara y salí; necesitaba reflexionar. París. Una ciudad grande llena de monumentos y compuesta de grandes calles y con una magia, que la hace única e inigualable. Y allí estaba yo, contemplando el cielo. Me fijé, que la gente en una ciudad tan grande no se te queda mirando más de tres segundos, y nunca dan la vuelta. Parece, que tampoco duermen y siempre van corriendo a algún sitio definido. No les fascinan los detalles de su hogar, y no les molesta el tráfico. Sin embargo, a mí me gustaba observarlo todo. Me fascinaba la belleza de una chica árabe que se paseaba con su pañuelo por la calle y admiraba el trabajado pelo de una mujer de color. Contemplé la majestuosidad de cada edificio y recorrí con la mirada cada grieta y cada bloque. Necesitaba sacar fotos de todo eso para no olvidar jamás mi estancia allí ni ese estado puro de felicidad, y le cedí mi cámara a un desconocido confiando que no saliese corriendo y se llevase mis recuerdos. Entre las decenas de personas que pasaron por delante, tardé un rato en seleccionar a la específica para que me sacase la foto. Nunca me había parado a pensar en lo difícil que resulta poder encontrar a un cualquiera, en una ciudad llena de miles de habitantes… Al final encontré al peatón adecuado y luego seguí andando, sin rumbo, perdido en París en un estado de alegría y confusión. ¿Qué se suponía que iba a pasar? No lo sabía pero ella era tan ideal… ¿Y cómo se me ocurría reaccionar así? De eso tampoco tenía ni idea. Decidí volver al hotel. Cuando entré de nuevo en mi habitación, ella seguía dormida. Tal cual como la dejé. Me volví a meter en la cama y no pegué ojo en toda la noche. A medida que iban acercándose las horas de regresar a España mis dudas aumentaron y mi estado de felicidad disminuyó. Yo me había prometido no volver a caer, vivir de noches únicas y así nadie me volvería a hacer daño jamás. Si empezaba con la historia de nuevo, me estaba fallando a mí mismo. No tenía ni la menor idea de lo que iba a hacer, lo único que sé es que a la mañana siguiente, cuando ella se despertó para prepararse y coger el vuelo, yo ya no estaba en la cama.
Aeram07 de julio de 2011

1 Comentarios

  • Asun

    Hola, cuando leí tu nuevo capítulo se estropeó la pagina y no te contesté.
    A ver que pasa, no se yo como va a acabar esto.
    Besos.

    11/07/11 01:07

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