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Peste

Al principio nos pareció buena idea comer las ratas que aparecían muertas en el sótano. Nuestros hijos primero las miraban con asco, después, no dudaban en chupar el rabo cuando terminábamos de cenar.

Recuerdo cuando Manny empezó a sangrar por la boca. Lloraba, gemía y se retorcía en la cama, mientras aquellas manchas negras se extendían por sus brazos y piernas. Lucy pinchaba los bultos que le salían en los sobacos y las ingles, mientras mi hija; muerta en vida se pasaba mirando el techo encalado todo el día.

Pronto, mi casa fue la casa de los apestados. El huerto estaba desierto, como arrasado por un ejército de oscuros caballeros. No había comida, sólo ratas que nos infectaban con su peste y su orín.

Pronto Manny se evaporó sangrando por cada centímetro de su piel. Con sus lágrimas secas que marcaban una línea oscura bajo sus párpados. Quemamos la ropa. La ceniza inundó cada recodo de nuestro pueblo.
Semanas después…
Ag23 de abril de 2012

1 Comentarios

  • Buitrago

    ... Haber como lo digo. Duro, impactante.. Muy bueno.
    Has regresado fuerte
    Saludos

    Antonio

    23/04/12 02:04

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