Porque no puedo sacarte de mi cabeza, porque para mi eres tan grande que no puedo guardarte en ningún sitio de mi mente, en ningún sitio de mi corazón, así que tuve que aprender a vivir contigo.
Porque con tigo he sido feliz, demasiado feliz. Porque contigo todo era diferente, me hacías sentir importante. Porque sacabas lo mejor de mí. Porque me daba igual el sitio, me daba igual la hora, porque me daba igual todo, solo necesitaba tu presencia para que se me pusiera era cara de felicidad permanente, bueno quizá no permanente, esa cara desaparecía cuando tú desaparecías, era como si te llevaras mi ilusión y mi felicidad contigo y como si no la pudiera recuperar del todo hasta que no te viera otra vez, hasta que no pudieras devolvermelas.
Porque no quería que me pasara esto otra vez, porque ya había salido de tu juego, porque creí que al fin había podido bajar yo sola de esa montaña tan alta que subimos juntos, porque creía que esta vez seguiría mi camino, ya independiente del tuyo, y viajaría sola hasta encontrar lo que el antojadizo destino quisiese…pero una vez más me equivoqué. Me equivoqué porque no contaba con tu egoismo, me equivoqué porque lo que ocurre es que estoy sola en esa montaña de recuerdos, arriba del todo, pero sola. Y no quiero bajar porque tu subes de vez en cuando haciendome feliz efímeramente, no quiero bajar por si acaso vuelves, no quiero bajar porque en el fondo no quiero perderte para siempre.

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