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El Despertar (2)

[La primera parte la encontraréis en mi perfil: "Un extraño encuentro (1)". Gracias de adelanto~]

El chico se levantó del suelo, con la espalda bastante dolorida y miró la hora. Eran las 4 de la mañana… Era raro que su madre no hubiera subido y hubiera visto la chica que se encontró en el bosque, o igual es que no quiso decirle nada… Se levantó del suelo sin hacer mucho ruido y miró a la chica. Seguía dormida pero pareció escuchar que su respiración era más tranquila y relajada que cuando la encontró. Miró más atentamente a la chica ante la oscuridad, comenzando a acostumbrarse. El cabello largo y liso le caía por los hombros, esparciéndose por su pecho. Sus rasgos eran algo diferentes a los habituales. Tenía unos labios pequeños, pero carnosos. Los ojos tampoco parecían ser muy grandes, aunque esperaría a que despertarse para poder verlos mejor. A simple vista parecía una chica corriente, pero… El chico destapó un poquito a la chica y vio una de sus alas… Eran alas, al menos lo parecían… Recordó una clase de mitología y pensó en ángeles… Sí. Si cayó del cielo, debía ser un ángel… Aunque los ángeles tenían plumas blancas y en este caso eran negras… Como las de los cuervos. El chico no se asustó por ello. Sería un ángel especial... O a lo mejor ni siquiera era un ángel, sino otra cosa, quien sabe…
El chico la miró… Tenía algo que la atraía. Quizá fuesen sus alas o… Quizá fuese su rostro… Fue a acariciarla cuando notó algo sobre su cabeza. Salían dos puntitas del cabello de la chica, hacia arriba. El chico curioso los tocó suavemente. Parecían cuernos, pero pequeñitos y afilados, no como los que tenían las cabras, grandes y redondos. Había traído a su casa a una chica que ni siquiera había visto en su vida, si ella realmente era una chica. El chico seguía pensando que sí por su forma de vestir. Tenía sujetador, así que seguiría pensando que era una chica. Se encogió de hombros. Por suerte al día siguiente era sábado así que no se preocuparía mucho por dormir. Miró a la chica una última vez antes de arroparla todo lo mejor que pudo antes de volverse a recostar en el suelo.
Se levantó de nuevo, frío como un cubito de hielo. Ni siquiera se le ocurrió ponerse una manta por encima en pleno invierno. Estornudó lo más en silencio que pudo, mirando a la cama. El bulto bajo las mantas se removió y gruñó. El chico se asustó, pensando que la había despertado… Lentamente se subió sobre la cama y puso una pierna a cada lado del cuerpo tapado de la chica, mirándola fijamente… Esperando a que se despertase para poder preguntar el porqué de las alas y los cuernos.
Pasó media hora y la chica no se movió. Su madre probablemente ya estaría despierta. Eran las nueve y media… El chico decidió tocar el moflete de la chica de manera suave, notando como no tenía mucha carne. Era delgada, pero tampoco era flaca, más bien al contrario. Tenía rellenito, pero el rostro era blanquecino y sus labios tono sangre denotaban mucho más que cuando la miró de madrugada. El chico decidió esperar sin moverse del sitio. No la molestaba y tampoco tenía nada mejor que hacer. Al rato, la chica comenzó a removerse lentamente, abriendo muy lentamente los ojos. El chico le miraba con sus marrones ojos centrados en los de la chica, que se abrían denotando un color rojizo en ellos. El chico se sorprendió más y la chica no dijo nada una vez los abrió del todo. La chica pareció abrir sus labios para decir algo, pero el chico le miró, desconcertante.
― ¿Puedo hablar primero? ―Le dijo con tono suave, para intentar no asustarla demasiado. Suerte que no había tenido que esperar demasiado para poder hablar con ella. La chica le miró y ladeó su cabeza. Luego dijo algo que el chico no pudo entender, pero que sonó bastante dulce… La voz de aquella chica era dulce y cálida. Era armoniosa y entraba de maravilla en los oídos. Puestos a pensar, el chico dedujo que sería un ángel extraviado. Que alguien la había dejado abandonada y ella misma se había criado y que, a causa de ello, se había vuelto diferente a la del resto de personas… De ángeles en este caso. Ahora sí que había un problema… No sabía cómo comunicarse con ella… Se le ocurrió, de pronto, una idea y sacó de un cajón que había bajo la cama, una libreta con un bolígrafo enganchado a las anillas. La chica comenzó a asustarse y ponerse nerviosa, mirando al chico. No le dejaba que se moviera, ya que estaba encima y quería salir y respirar aire puro. Intentó moverse, pero gruñó con algo de dolor, por la herida en el vientre. El chico se apresuró y se bajó de ella.
―No puedes moverte… No lo hagas. Puede abrirse otra vez. ―El chico la miró e intentó hacer gestos, mostrándole su tranquilidad en sus ojos. La chica pareció entender el mensaje y se quedó quieta, observándole con los ojos rojizos. Curiosa. El chico se sentó en el suelo y dibujó lo mejor posible (Aunque no era una maravilla de dibujo) explicándole lo que había pasado.
―Entonces ¡Pum! Y tú estabas tumbada, en el suelo. Yo te recogí y te traje aquí. ―El chico seguía haciendo gestos, esperando a que le entendiese, pero al ver que ella seguía con la misma cara suspiró y dejó la libreta sobre la cama. El chico pareció rendirse cuando la chica se recostó sobre la cama, mirando al chico.
―¿Q-qué… Ha p-pasado…?
Alealhdel12 de abril de 2013

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