TusTextos

Un Día Más de la Vida.

El chico bajaba de su casa como todos los días a entrenar. Aquel día llovía y hacía frío, como cualquier otro día de invierno. Llevaba la mochila cargada a la espalda y la chaqueta del equipo. Siempre le motivaba llevarla, sabiendo que después de tanto tiempo, aún seguía luchando y entrenando… Haciéndose cada día más y más fuerte.
Sin embargo, ese día, él estaba triste. No sabía por qué y, la noche lluviosa no ayudaba a su autoestima… Miraba al oscuro cielo y sin importarle mucho la lluvia, comenzó a darle vueltas a su pasado… A sus pensamientos negativos.
Se apoyó en la fachada de la pared, bajo su casa y miró arriba, contemplando las estrellas tenues que se podían observar a través de la luz intensa de las farolas. Demasiado intensas para su gusto. Notó las gotas de lluvia caer sobre su rostro y, de pronto, sin saber muy bien por qué, sonrió. Se alegró de que fuese de noche, de que lloviese… De que su amigo tardase algo en ir a recogerle en coche para ir al entrenamiento. Se alegró por poder ver, una vez más, aquellas estrellas en el firmamento… Todo comenzó a pararse a su alrededor, mientras aquel chico distraído, tímido y poco sociable se perdía en el interior de su mente… Durante un instante, se sintió solo. Solo frente a todos sus pensamientos. Había demasiados… Demasiados negativos. El chico intentó huir de ellos. De todos ellos y, cuando estuvo a punto de volver a ser él, una cálida sensación vino de su interior… Los pensamientos positivos, las alegrías, las risas… Todo le vino de pronto. El chico se dejó acariciar por la lluvia… Como una mano suave y dulce…
Cada vez que alguien le decía que se hacía más fuerte… Le entraban ganas de seguir, pero no solo de entrenar, sino de vivir el día a día feliz, junto a los que le apoyaban. Quería esforzarse en todo y seguir así… De pronto, le vino a la cabeza una oración que escuchaba últimamente bastante… “Estoy orgulloso de ti. Has madurado mucho. Llegarás muy lejos si sigues así. ¡Ánimo!”
Abrió los ojos, mirando al cielo de nuevo y, comenzó a llorar, pero tal y como le había enseñado la vida, siempre en silencio, sin molestar a nadie. Así lo quería él mismo.
Todo volvió de pronto a su curso normal, el ruido de los coches y la gente hablando volvieron a ser escuchados por unos oídos desinteresados en ello. El chico no tuvo necesidad de secarse las lágrimas, porque al llover, éstas se camuflaban con el agua que seguía acariciando su rostro.
El coche de su amigo se paró frente a él y tocó el claxon. Devuelto a la realidad el chico se metió dentro del coche.
-Hey. ¿Qué tal todo, Álex?
-¿Sabes…? Creo que me he enamorado…
Alealhdel04 de abril de 2013

Más de Alealhdel

Chat