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AÑo 2012: ¿punto y Final?

Los profetas post modernos acicalan sus barbas y lavan sus taparrabos para clamar en las plazas de los pueblos que ahora sí que sí, que el año venidero se acaba –por fin- lo que se daba. El año 2012 vocea mensajes de cambio, de catarsis, de liberación mental. Algunos aseguran que será un meteorito de 7 colas el que nos mandará al otro barrio y otros, los más especializados en la materia, que será una invasión extraterrestre la que nos hará añicos la absurda esperanza de continuar con nuestras monotonías. No son pocos los que han profetizado el fin con mayúsculas, aunque yo siempre me lleve una decepción con este tipo de cuestiones: nos prometen un Armagedón año tras año y, para los nihilistas que habitamos entre las sombras de la desorganización, no es más que un tripi esperanzador con malísimos efectos secundarios. Pero el destino nunca carece de ironía, y por eso estoy seguro de que el día del Juicio Final, a eso de las 23.47, me sentiré bien conmigo mismo, incluso fardaré de autoestima. A esa hora fatal mi incredulidad y desgobierno interior se habrán convertido en un vergel de acertados pensamientos que me harán ver a los que me rodean con sumo ardor fraterno. Estoy convencido que el día en que todos seremos juzgados a base de palos, azufre y escupitajos en los ojos, mis padres sonreirán plácidamente al observar como su hijo decide dejar de lado los versos, la pipa mata gnomos y el humo retórico. En el momento en que Dios nos envíe la mayor catástrofe jamás imaginada por una mente humana, tendré suerte en el bingo, me nacerá pelo donde antaño ya habitaba, los que me odian me regalarán bombones y me dirán con rostro de lerdos incomibles: “lo sentimos, nos comportamos como unos malditos bastardos”. Ese fatídico día me giñarán el ojo los arcanos y la vecina del quinto, veré en la calle como los banqueros le piden perdón a los sin techo, podré hablar de mi libro y el insomnio me dejará de lado por una noche para molestar sin cesar al peor de mis enemigos. El día que pase esto que les he nombrado llegará el fin de todos y de todo, ya que la Ley de Murphy es una forma de calibrar las idas y venidas del porvenir, y el destino (indecente señor con corbata de seda y pantalones pitillo) con tal de no suministrarme lo que ambiciono es capaz de iniciar la cuenta atrás, y por otra parte, sería penoso que el ser humano supiera que el Apocalipsis cae justamente el 21 de diciembre del año 2012, y no intentase mejorar al menos un poco este mundo tan indigno y menospreciante. No obstante, tal y como exponía el actor Peter Alexander Ustinov: “La última voz audible antes de la explosión del mundo será la de un experto que diga: es técnicamente imposible”; y a la sazón se chamuscarán nuestras almas…
Alexandervortice27 de diciembre de 2011

1 Comentarios

  • Ag

    Normalmente jamás me hubiera leido ese tocho de arriba, pero viendo lo que habita por aquí y que tenía un colacao calentito y un peta, me animao y joder! ha merecido la pena. Mi sueño siempre fue ver todas las colas del meteorito con unas gafas de sol desde la terraza, sin palomitas y con bastante vodka.

    Tampoco suelo escribir comentarios (y mucho menos tan largos) pero algo corto hubiera quedado chungo frente a tu tesis.

    Sin más, un saludo.

    28/12/11 12:12

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