TusTextos

El Redil

Asegura mi madre que la primera palabra que pronuncié fue “matadme”. Aunque la mayoría de personas a las que le he comentado este peculiar episodio de mi vida siempre se han reído de tal hecho, nunca he tenido tal circunstancia por incierta, ya que encaja tal petición de niño de teta con lo que posteriormente ocurriría a lo largo de mi vida. Reconozco que soy un ser pegado a la médula de un cascarrabias longevo y fumador. Me declaro “no humano”, ya que si ser humano es pasar por la vida armando guerra los unos con los otros, día tras día, y sin descanso, yo, lo asevero, no pertenezco a esta raza de sierpes, raza de lobos contra lobos, raza come críos, virus letal del planeta Tierra. Soy uno de esos tipos que cuando sale el sol busca la sombra, que cuando está nublado, busca el chaparrón. No pediré disculpas por ello, ni tampoco por haberme enamorado a los pocos años de mi vida de unas cuantas Barbies pijas (sus cabellos rubicundos de quita y pon, y esa nebulosa que invadía todos los lugares por donde sus cuerpos de pecado se dejaban ver). Fui un romántico, lo reconozco y tampoco pido perdón por ello (denme tiempo). Pero, después de haber pasado por la frustración de escribir más de cien poemas bucólico pastoriles a causa de un amor no correspondido, lo mínimo que podía hacer ahora era garrapatear poemas góticos con sabor a sangre y espectros, a coyotes absortos por la luna llena. Es lo que tiene el amor juvenil y realmente humano: que es puro porque no tienes ni idea de lo que es la madurez y su mentecata estructura de normas inconvenientes. Siendo jóvenes analizamos las cosas que nos rodean con cierto desacierto revolucionario, con granitos con pus en la cara, ese pus que años después se convierte en una hipoteca a plazo fijo, dos niños que te dicen “papá pan”, y una crisis-recesión que a palo seco te ha llevado a la consulta de un psiquiatra que te mira con rostro impávido, también él harto de todo, desencantado a las primeras de cambio. Ergo, si fue tal y como indicó mi madre, la petición que efectué poseía su lógica. Nacemos en un mundo engañador, en una sociedad orwelliana donde nos “aconsejan” en todo momento qué hacer, adónde ir, con quién ir, incluso, de qué manera debemos iniciar una relación afectuosa. Y los versos, aquellos que en mi adolescencia eran escritos para unas cuantas tipas guapas con muletilla de “amor que te quiero amor”, ahora, después de más de dos décadas, no son más que palabras escritas por la ingenuidad de anhelar ser y sentir de modo diferente, menos prosaico, renunciando a las marcas, al pus, a las cámaras callejeras que alguien colocó para que nos portemos bien, y no nos salgamos del redil. Lo dicho, inhumano.
Alexandervortice19 de enero de 2011

3 Comentarios

  • Polaris

    Un inhumano con un corazón muy humano.
    Me gsuto tu texto.
    Pol.

    19/01/11 04:01

  • Alexandervortice

    Gracias, amigo Pol. Un saludo.

    19/01/11 09:01

  • Norah

    Leerte, me recordo a una vieja amiga que escribío, fui un feto lúcido, naci con forceps, esta en su diario, tenia 4 años.

    20/01/11 01:01

Más de Alexandervortice

Chat