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Este Cuerpo es MÍo


Vivimos tiempos que corren a la velocidad de un coyote artrítico, tiempos donde vale más la estética, la figura estilizada y el atuendo made in Paris que la ética y el coraje de ser uno mismo. Ahora nos intentan adoctrinar de todas las maneras posibles con “consejos” para conseguir un físico excelente, ideal de la muerte, físico que sirva para estimular a la muchedumbre, que ayude a que nuestros semejantes baboseen al tenerlo cerca ("las personas no son ridículas sino cuando quieren parecer o ser lo que no son"). La inhumana sociedad de consumo corrompe al más pintado. Casi todos nos movemos en pos del consumismo y de la apariencia, de la falsaria perfección que nos quieren mal vender, que nos muestran sin tapujos, con florecillas de colores o con frases publicitariamente certeras, máximas que, muy posiblemente, algún publicista se curró en su despacho a altas horas de la noche, mientras jugaba al buscaminas. Así es que el cuerpo físico es el arma más eficaz para que los “bajos fondos morales” que rigen nuestras vidas salgan a la luz. Mal vivimos cercados por anuncios donde se utiliza la imagen, por ejemplo, de las mujeres, para que insinúen ocasionadamente sus encantos, sus sonrisillas más comerciales y sus gestos más libidinosos, y así lograr (ya que esto no es más que un método mercantil) que el individuo a captar se deje aconsejar únicamente por su bragueta. Yo en este aspecto no tengo problemas: “no vendo” porque me sobran kilos, tengo los triglicéridos alterados y el ácido úrico hace que mi sangre sea un búnker sin exiliados. Mi médico, en un acto heroico por salvar mi espesada vida, me ha puesto dieta estricta hasta el fin de mis días: pollo a la plancha y arroz blanco (algo que hará que mi parienta se convierta en breve en una viuda liberada). Pero, sin caer en los extremos adictivos que no se deben tomar como ejemplo, hay que decir que el capitalismo insaciable siempre provoca la decepción personal y moral. Lo que para unos es una complacencia momentánea, para otros, y sobre todo para los adolescentes que aún están fraguando su personalidad, es el Calvario del culto a lo absurdo, al gusto por y para los demás, nunca para uno mismo. Buscamos la perfección física, procuramos día sí y día también el agradar usando cuerpos de pecado, de usar y tirar, de quita y pon y “ponte encima”… cuerpos que, en la gran mayoría de los casos nunca llegaremos a poseer, ya que somos lo que somos, y esto es lo que hay (al que no le guste lo que tiene que le pida explicaciones a la genética). Por ende, y haciendo un malogrado homenaje al “físico imperfecto”, he de decir que la diversidad es honorable y rica en lípidos; debo aclarar que el ser humano también posee virtudes propias inherentes a su ser, tales como la personalidad, la comprensión, la moral…, y que basta ya de tanta mamarrachada, oiga, ya que este cuerpo es mío, para bien o para mal, y que el físico y la edad son fugaces, pasan como el viento, de largo y sin enmiendas, puesto que en la vida del hombre insigne sólo cuentan los sentimientos.
Alexandervortice29 de diciembre de 2012

1 Comentarios

  • Alumine74

    Leo atenta tu post, puedo compartir mucho de lo que dices porque es una lamentable realidad.
    Sin embargo siempre pienso y siento y veo que existe gente que no es superficial ni esta tan arraigada a este sobrante que intenta imponer la sociedad de consumo.
    En definitiva si uno va por la vida siendo autentico es lo que vale, también los vínculos que uno llega a tener con los demás, los lazos van uniéndose en base a como somos como personas

    Saludos

    29/12/12 02:12

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