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“the Hurricane”


Una verdadera llamada de atención es esa que nos otorgan los enemigos en forma de puñetazo quincallero, por la espalda, o también como cuchillada trapera que hace desaguar el punto medio de la espina dorsal. Otra llamada de atención muy a tener en cuenta es cuando fallecen esas personas que dan sentido a la palabra lucha o a un sentimiento denominado verdad. Es así que me entero hace unas horas de que ha fallecido el ex boxeador Rubin “Hurricane” Carter, el afroamericano que pasó casi 20 años encarcelado por tres asesinatos que nunca cometió.
Carter muere a los 76 años de edad, en Toronto, tras una larga lucha contra un cáncer de próstata. En el año 1966, y exhibiendo un prometedor futuro en el boxeo como peso medio peso, fue condenado a tres cadenas perpetuas por un jurado compuesto exclusivamente por blancos. Él en todo momento negó su implicación en los asesinatos, habiendo pasado sin problemas el detector de mentiras y, para mayor inri, sabiendo que los testigos del triple asesinato no le reconocieron como autor de los hechos. Así es que la verdadera lucha de “Hurricane” venía dada por su ingreso en la cárcel como un hombre de raza negra, inocente, con todo un futuro por delante y que, muy posiblemente, había sido sentenciado únicamente causa de su estirpe, y no por otro motivo que pudiera ser verdaderamente argumentado. En 1974 Carter publica una autobiografía titulada “The Sixteenth Round”, puesto que la escritura se había convertido para él en una forma de huir –y sobrevivir- a sus días de cautiverio. Este libro atrajo la atención de varios famosos, como Mohamed Alí o Bob Dylan, inspirando a este último una de sus más famosas canciones que también sirvió como tema de protesta ante la situación del púgil.
La lucha de “Hurricane” desde prisión fue fundamentalmente la de limpiar su nombre y salir en libertad lo antes posible aún siendo consciente de que su voz no sería fácilmente escuchada. Sabiéndose inocente, sus puños fueron los de un hombre injustamente condenado que, día tras día, boxeaba desde su celda contra un sistema judicial no carente de fisuras legales. Su disputa no fue en vano, y en el año 1985 un juez federal dictaminó que la Fiscalía había actuado de mala fe. Tras abandonar la cárcel se mudó a Toronto, desde donde se convirtió en un activista a favor de la liberación de los presos que habían sido encarcelados por crímenes que no habían cometido.
“No estoy en la cárcel por asesinato. Estoy en la cárcel porque soy un negro en los EEUU, donde quienes ostentan el poder sólo permitirían a un negro ser un bufón o un criminal”, declaró Rubin en una entrevista concedida en 1975; para una década después exponer, habiendo salido ya en libertad: “El odio me llevó a la cárcel, el amor me sacó de ella”. Grandes palabras de un ser humano que luchó por su decencia, por la dignidad de todos los que ansían una sociedad más justa y con menos prejuicios.

Descansa en paz, campeón.
Alexandervortice23 de abril de 2014

1 Comentarios

  • Beth

    Si...me sentí muy triste al conocer la noticia de su muerte. ¿Quién le recompensará por el tiempo perdido y por el sufrimiento?

    23/04/14 09:04

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