TusTextos

El Bosque

Abrí los ojos y estaba recostado sobre el tronco de un árbol, tardé unos diez segundos en moverme porque estaba muy cómodo, realmente cómodo. La hierba a mis pies era blanda, fresca, esponjosa, verde, parecía incluso comestible. El tronco en el que apoyaba la espalda era duro y fuerte, pero aun así no me dolía ni un solo hueso, podría seguir allí todo el tiempo que quisiera. Notaba musgo húmedo y frío justo un poco más arriba de mi cuello, lo que me servía de almohada. Mi cabeza estaba algo inclinada hacia la izquierda, y cuando recuperé algo de consciencia, entendí lo que pasaba. Había mucha niebla, pero eso no me dificultaba ver lo necesario como para comprender. No llevaba gafas, en el lugar en el que estaba no iban a ser necesarias. Arriba, sobre mi cabeza, las grandes y anchurosas ramas del árbol hacían un casco que me protegía… de nada. La intensa neblina y las nubes grises oscuras no dejaban ver ningún tipo de luz, ni de nuestro sol ni del de cualquier otra galaxia, el árbol no me daba sombra, ni me refrescaba como suelen hacer los árboles en verano, aquí es siempre es invierno. Todo el ambiente, toda esa tierra era igual de fría. A penas había sombras, todo era de colores verdes oscuros y grisáceos. Podría parecer un entorno un tanto lúgubre, algo deprimente, pero para mí era justo lo contrario. Había árboles, árboles y más árboles, era un bosque enorme, y sabía que si me pusiera a andar, aunque corriera, nunca saldría de él. Esto no me agobiaba para nada. Estaba soñando, de hecho estaba teniendo un sueño lúcido, llevaba tanto tiempo deseando tener uno… Había leído sobre este tipo de sueños. Comienzan como cualquier otro sueño que podrías tener cualquier noche, siendo todo lo loco que pudiera ser, tan loco hasta como para asustarte y convertirse en una pesadilla. Pero de pronto, en algún instante que nunca puedes medir, te haces consciente. Te das cuenta de que lo que está pasando no tiene sentido, los sueños nunca tienen sentido, y así descubres que algo falla. Sabes que estás soñando, sabes que estás durmiendo tranquilamente en tu cama, que nada malo puede pasarte, y que estás en el interior de tu mente, el sitio del que procede todo.
Llevaba mucho queriendo conseguir vivir esto, incluso leí en internet formas o costumbres que se pueden tomar para intentar llegar al sueño lúcido, pero nunca lo conseguí. Dejé de intentarlo. Esta era una oportunidad increíble, un sueño así es una puerta al subconsciente, una puerta al yo del que no tienes a penas información. Se esconden cosas dentro de ti que nunca serías capaz de imaginar. Al saber que estás soñando, automáticamente tú lo controlas todo (o eso pensaba), puedes viajar a donde sea, hacer lo que sea y sentir lo que sea, hasta los límites infinitos que tu mente te imponga. En mi caso, estaba en el sitio en el que siempre había querido estar. Un bosque, un bosque tranquilo, común de países del norte, de tierras heladas, lugares poco frecuentados por turistas o anunciados en agencias de viaje. Amaba el frío, amaba la tranquilidad, amaba el aire limpio, sentir la Tierra respirando. Vapor de agua saliendo del suelo sin razón aparente, como el humo de un cigarrillo. Hojas grandes que cubran todo el cielo, dejando tan solo unas pequeñas rendijas que dejen traspasar a la luz insípida, luz que no es luz, que simplemente, te deja ver. Todo esto fue la conclusión a la que llegué antes de mover mi cabeza hacia el centro, palpar la hierba y las raíces del tronco que parecía inmovible por ninguna fuerza humana. Supe que estaba en el paraíso, en mi paraíso. Me levante, y entonces tuve tiempo para echar la vista abajo y ver qué llevaba puesto. Era algo bastante raro. Vestía una sudadera azul marino, con ese bolsillo en el medio para meter las manos, el color no era vívido, sino apagado, seco, como todos los colores que mis pupilas imaginarias podían vislumbrar en aquel espacio. Pero aparte de esa sudadera no llevaba nada más, y era raro, porque no es que estuviera desnudo, sino que la sudadera llegaba hasta mis pies descalzos, era como una toalla, una bata, muy parecida a una túnica, pero gruesa, no tenía huecos para las piernas. Me encantaban las sudaderas calentitas para el invierno. Sabía que andara lo que andara no encontraría salida porque precisamente mi paraíso es el bosque perdido en el que nunca puede entrar ni salir nada ni nadie excepto yo. No hay intrusos. Es infinto, tanto como mi cerebro pudiera dar de sí, aunque no es que tuviera que tener mucha memoria en mi cabeza para generar ese lugar. De hecho, era innecesaria, y este era otro objetivo. Aquí no hay recuerdos, ninguno se almacena, y por lo tanto ninguno puedes recuperar, es solo el momento, el ahora, es lo único que existe. Al no haber recuerdos no hay melancolía, al no haber memoria no existe la preocupación. Por esto es por lo que puedes correr y correr y nunca llegar a ningún sitio, el paisaje se repite para que no tengas que molestarte en recordar donde estabas hace dos segundos. Árboles y árboles, más grandes o más pequeños, con esas ramas largas y altísimas que se entrelazaban unas con otras, hierba siempre del mismo color, y tal vez algo de barro. Tenía que haber mucho rocío y el aire debía estar todo lo húmedo que suele estar después de una noche de lluvia torrencial. Así es como quería que fuera. Poco a poco mis sentidos empezaron a funcionar, detectando las ilusiones que yo mismo creaba para que estos pudieran deleitarse. Olfato. Olor a tierra mojada, olor a lluvia. Tacto. Deslicé la mano por el tronco sobre el que me desperté y noté gotas de agua cayendo por sus huecos y rajas, el musgo parecía estar vivo, casi podías verlo crecer en cada tronco, tiñéndolo todo de verde. No había nada allí que quisiera comer, no tendría por qué sentir hambre si no quisiera, pero bostecé, no por cansancio sino con la intención de llenar lo que era la imagen ficticia de mis pulmones de ese aire fresco que continuamente se renovaba, noté en la lengua algo parecido al gusto del té con sabor a menta, pero sin azúcar. Oído. No se escuchaba nada, era todo tan silencioso que intentaba reducir la velocidad de mis pulsaciones y coger aire lo más lentamente posible para no hacer ruido. Mi respiración y mi corazón eran los únicos sonidos que se escuchaban, y esto me hizo pensar en los animales. Di una vuelta sobre mí mismo, y no me di ninguna sorpresa, efectivamente, estaba en mi lugar preferido. Las hileras de robles seguían y seguían hasta el horizonte. Pero no había animales. Ahí fue cuando empecé a sentirme algo extraño. Mi primera impresión fue la de estar en el nirvana, pero algo fundamental faltaba. Siempre me lo había imaginado con animales, en la naturaleza hay animales, animales preciosos que cada vez se dejan ver menos en el mundo real, este lugar debía ser bastante parecido a la naturaleza en su estado más puro. Esperaba escuchar cantares de pájaros, y no se escuchaba ninguno. Tampoco había perros, ni gatos, ni lobos, ni osos, ni mariposas, ni libélulas, ni lagartos, ni leones, o cualquier otro ser vivo, que aunque carezca de sentido el encontrarlo en un bosque salvaje, como un gato, o un león, en mi cabeza sí se reunían todos, sin importar la especie o su hábitat, todos convivían en el bosque. Ninguno me atacaría, podría acariciarlos a todos, caminar con ellos a donde sea, disfrutar de su belleza natural, eso es lo que siempre me había imaginado. Pero aquí el entorno estaba demasiado muerto para mi gusto, lo cual es raro, ya que esta negrura, esta gama de colores tristes, la niebla, todo era de esa manera porque me encantaba que fuera así, mis ojos se alegraban de estar allí, aunque a mucha gente le pudiera parecer un entorno hostil, era mi gusto. Pero al haber esa ausencia completa de animales, me entristecí un poco, y nunca había imaginado que el interior de mi propia mente pudiera decepcionarme, si supuestamente lo único que estoy viendo es a mí mismo. Di mi primer paso, sentí la mezcla de hierba, barro y agua encharcada. Mis pies se mancharon un poco y se mojaron. Nunca notaría incómodo ese suelo, era más bonito y cómodo que cualquier alfombra cara. Giré la cabeza lentamente, sin esperar descubrir más de lo que ya había descubierto. Justo entonces pensé en generar animales, puesto que ese era mi sueño. Puede que me pusiera nervioso ya que nunca antes había hecho esto, estaba a punto de ver como mi mente creaba algo a partir de la nada, no sabía cómo hacerlo, pero tenía la esperanza de que ocurriese, ¿cómo no, si es mi sueño? Simplemente cerré los ojos y pensé en animales. Me imaginé a todos los que quería que estuvieran allí, aunque no podía evitar el pensar en algunos que me resultaban repulsivos, como las arañas, pero supuse que mi mente sabría distinguir entre lo que me gusta y lo que no. En un minuto abrí los ojos. Todo seguía igual. ¡No sé controlar mi sueño! Tenía miedo de que de pronto todo desapareciese, me despertara en el mundo real, y no hubiera sido capaz de indagar en mis profundidades, ¡tenía que encontrar la manera de hacerlo! Pensé rápido. Muchas cosas. Empecé a desear cosas. Deseé que saliera el sol, que apareciese un perro que me acompañara, que lloviese… Muchas de las cosas que deseé ni siquiera las quería de verdad, como el sol, yo no quería luz del sol allí, pero con tal de ser capaz de manifestar mi voluntad intenté hacer cualquier cosa. Cerraba los ojos. Los abría. Todo seguía igual. Noté mi corazón latiendo más fuerte, me sentí desesperado. ¿Por qué?
Entonces se me ocurrió una extraña idea, que no era capaz de asimilar. ¿Y si esto no es un sueño lúcido? Pero eso no tenía sentido. Era consciente, sabía que estaba soñando, sabía que en algún momento me despertaría, ¿cómo es posible entonces que no sea capaz de decidir lo que veo y lo que no? Es mi mente, mi propia mente consciente del sueño que está generando, ¿no puedo cambiar el sueño que yo mismo estoy creando? Pero…
Imposible.
Tuve miedo.
Intenté calmarme, pensé que tal vez sería normal al no haber experimentado nunca antes un sueño lúcido, que nunca había intentado hacer esto, que no lo estaría haciendo de la forma correcta… Pero lo que me asustaba era otra cosa. ¿Y si esto es una pesadilla? Si esto es una pesadilla, y estoy vivo dentro de ella…
¿Qué puede pasar? ¿Podría torturarme a mí mismo?
No puede ser.
Me desplacé del sitio en el que estaba y caminé hacia el árbol que tenía enfrente. Lo toqué. Tenía exactamente el mismo tacto que el anterior. Empecé a andar y pensé que dar un paseo aquí haría que se me aclarasen las ideas. Si yo no estoy controlando esto… Tuve miedo de que mi mente me jugara una mala pasada. Que surgieran de la nada monstruos gigantes, que ardiera en llamas sin motivo alguno, que me cayera un rayo encima… Eran cosas que podían pasar en una pesadilla, pero que aparte de un salto repentino en la cama envuelto en sudor frío, no te hacían el menor daño. Pero ahora… Estaba dentro. A medida que caminaba y observaba como todo seguía igual, me despreocupé. Y empecé a sentir más impotencia que miedo, que rabia no poder usar la mente para lo que quieras, cuando técnicamente puedes hacerlo. Realmente aquel lugar me gustaba, era muy parecido a lo que veía en fotos preciosas de paisajes nórdicos en invierno, siempre imaginaba lo bonito que tendría que ser vivir en medio de un bosque así en una pequeña casita de madera con chimenea. No quería despertarme, a la mañana siguiente sería lunes, tendría que levantarme y abandonar mi cama caliente, lo cual se convierte en una tortura por el cansancio y por las ganas de seguir durmiendo que no te dejan volver al mundo real. Y si a eso sumo el frío que hacía en mi casa en el mes de enero…
Miraba hacia arriba y hacia abajo, y todo era igual. Empecé a aburrirme. Estaba claro que si de verdad hubiera sido yo mismo el que había creado todo esto, el lugar sería diferente. Pero estos conceptos del yo que crea y el yo que sueña empezaron a complicarse en mi cabeza y dejé de pensar en ellos. Me volví a sentar de nuevo en el regazo de un árbol y me limité a disfrutar del poco tiempo que seguramente me quedaría de poder permanecer allí.
Allvert30 de enero de 2014

3 Comentarios

  • Vanished

    Hola matias :) me gusto este relato. Yo he tenido sueños lúcidos y en realidad tu experiencia al no poder "crear" me parece mas a lo que se llama hacer un viaje astral, esto es: ir con el alma hasta cierto lugar, en tu caso un bosque nórdico y estar allí en forma de espiritu consciente. Aunque lo del viaje astral es mas dificil de lograr que un simple sueño lúcido es posible que sucediera sin quererlo tú. Todo es magia y no creo que todo proceda de nuestra mente, puede haber algo mas que nosotros mismos en estos casos. Te animo a que busques en google el concepto "viaje astral" y veas si tu experiencia pudo ser esta ya que si lo fue eres una persona afortunada y si logras tener otros viajes esto puede ser muy beneficioso para ti en muchas formas. Saludos

    31/01/14 02:01

  • Vanished

    ayyy perdón es que me he estado leyendo recien a matias y me olvide un momento hmmmm... Hola Allbert, perdona :)

    31/01/14 02:01

  • Allvert

    Muchas gracias Vanished! La verdad es que he buscado muchas veces información sobre viajes astrales, sueños lúcidos, etc, porque me parecen apasionantes y me encantaría tener uno, pero el caso es que nunca lo he tenido! Por eso me animé a escribir esto :) Un abrazo

    31/01/14 03:01

Más de Allvert

Chat