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Vaiven

Es el ruido de las respiraciones lo único que interpreto entre todo el ruido del mismo ruido,
Construyéndose castillos de arena en la memoria de las minorías,
Tomándose de la mano ante la expresión atónita de la esperanza.

Y caminar y caminar por el sendero que cubre lo absurdo y el olvido,
Entremezclándose con la melancolía de las ganas de un beso terrorista de sentimientos,
Un inmigrante en el país de lo indebido.

Dime qué hacer al comienzo de la procesión hacia el santuario de tu pecho,
Un vaiven de caricias encalladas en la mediocridad que encierra la sinrazón y sin ti,
¿Y qué?
Si al final nos quedamos en la misma estancia boba del presente fingiendo tener corazones que no son nuestros.

Y vaiven de gotas de arena y aire y mar que se cuela en las rendijas de una piel resquebrajada por la indiferencia,
Vaiven sin resistencia,
Para qué el señorío de las botas en las rocas de la vida,
Antes pescadores de sueños abstractos y descalzos.

Vaiven,
¿Tú para qué?

El NO que se queda a medias tintas,
El SÍ que no se piensa mover más allá del amago a lanzarse a un ruedo,
A una matanza de utopías producto del vaiven,
De ti para qué,
Y yo para qué,
Si al final la descendencia ni se acordara de un primer paso y menos de un cierre de puertas al destino cruento de alguien metido en el azar de las preocupaciones del vaiven.

Y vaiven y a veces se quedan más allacito,
Entre los peces de colores,
Otros grises, tan solo, pero de colores al fin que gritan a la noche a por lágrimas que no cayeron y no humedecieron la arena debajo de sus pies y se quedaron al borde de los ojos, a lo mucho al borde de las mejillas,
Pero no son cuentas dadas,
Son gotas extraviadas por el miedo a la altura que hay entre tu rostro altanero y el suelo mendigo de agua y compañía,
Un miedo a ser atravesada por la mirada de algún pasajero de la vida que andaba por ahí y allá,
En el vaiven,
Orgullosa de no mojar tus pies con las limosnas al alma conjunta de nuestra amistad.

Que vaiven.

Ven,
En un abrazo erótico que se engancha en la reputación de tomarse del brazo para andar por la arena de la vida,
A un metro de distancia en el cual ansió construir un puente que me entregue a tus brazos,
Fantasear con las ilusiones de un tal vez,
Un vaiven,
Una segunda que espera la primera,
Un ahora que busca un antes y encuentra un ya,
Y ni pensar en el después,
Ni pensar en un nosotros que se quedó en un no y los otros,
Los otros y los dos que estamos acá.

Y vaiven,
Con algas que se pegan en los muros del horizonte y hoy no pude ver el atardecer por estar metido en el vaiven,
En el libido del licor,
En el hambre del cuerpo por otro cuerpo.

¿Y tú para qué?
Pues de extremo a extremo del abecedario está el metro que nos separa y del cual quiero sacar un pasaje de ida y quedarme dormido en tu espalda como mañana que dormiremos en lo aterciopelado de las nubes sin los otros,
Tan solo con tu espalda y mis ganas de recostarme en ella.

Y el vaiven,
Del aire que filtrea con el sol que empieza a hundirse en el delta del cruce de piernas de la dama del cielo,
Esa que nos alquiló la nube que ahora se mueve con el vaiven con la única diferencia de que yo recuesto mis memorias en tu almohada de caricias.

Y nubes de colores se apretujan en el arca de la noche,
En el deseo del ya no,
Y ya no hay más nosotros,
Mírame amor y dime que no te amo,
Se parte del vaiven,
Únete al baile de todos,
Menos nuestro,
Exclamando que no te quiero,
Pues las promesas se pierden en las nubes de colores,
Ahí va,
En la nubecilla que se aleja de nuestro carruaje que trata de permanecer indiferente al vaiven.

Aún sigo confiando en tus manos que me llevan entre las nubecillas de colores,
¿Y los dos para qué?

Sentado frente a los cerros que enjaulan el mar,
Y nosotros postrados en el menguante de la luna,
Observando la batalla por la libertad,
Y después meciéndonos en el silencio que se instala en nuestro terciopelo mientras nos besamos,
Mientras me recuesto acariciando tus hombros desnudos,
Mientras navego abrazado a tu espalda,
Vayamos lejos del vaiven de la vida,
De dios,
Del mar y los cerros,
De la luna y el sol,
Del filtreo y la indiferencia,
De todo aire y arena y lágrima que se quedó en las mejillas de aquellos que no pudieron llora.

Y yo sigo navegando en tu espalda.
Amab08 de abril de 2008

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