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Makenai

Hoy que iba camino hacía la universidad miré por la ventana de mi transporte y mi atención se posó en la imágen de dos personas adultas de la tercera edad que juntos caminaban tomados de la mano. Indudablemente pensé: el amor es infinito y en cualquiera de sus fases e intensidades es siempre sincero y cautivador.

A veces... pero sólo a veces. He llegado a pensar que viviré solitaria el resto de la vida, sin esa persona especial que la mitad de mi alma ha anhelado durante no sé cuántas épocas que ya lleva esperando. He creído con amargura que mi amor se dirige hacía la nada, hacía el vacio. Hacía donde la persona amada no puede ir. Hasta donde mi amor llega para no ser depositado en él...

Me invade una tristeza inquebrantable, empiezo a llorar desquiciadamente, sin consuelo hasta desfallecer quedándome dormida en alguna parte de mi lúgubre habitación.

Le he preguntado a la luna innumerables veces qué sentimiento desencadena ésta desenfrenada soledad.

Las estrellas que también brillan en la cúspide del firmamento iluminan mi rostro y me bendicen con su luz, a cada una de ellas le he pedido un deseo único.

Sé quién he sido en mis vidas anteriores. Y sé que a pesar de mi profesión y de mis curiosidades. Mi ser actual o pasado, ha escrito versos para mi alma gemela. Cada una de esas hojas escritas se han plasmado en mi memoria. Algunas palabras se encuentran ocultas, otras parecen haberse esfumado, pero si indagara con profundidad, podría traerlas hasta la conciencia latente en cualquier momento. Y no sólo por única ocasión, sino por el resto de la eternidad si así lo quisiera.

Pero mi corázón que enmarca el sentido del espacio y de los tiempos me dice que todavía no ha llegado la hora para encarnar todos aquellos sentimientos involucrados en tantas veces vividas.

Aún queda largo camino por el cual debo andar con paciencia y vivacidad. A pesar de que tenga ya cien años, todavía queda tiempo para que llegue mi amor verdadero.

Y a pesar de buscar siempre a cada momento. Siento y sé perfectamente que ambos ya hemos estado juntos alguna vez. Trato de adivinar quién de todas esas personas que acogieron mi ser será mi amor. Tengo la sensación de haberme cruzado por tu camino. De haberte visto pero haberme negado a reconocerte.

La explicación a mi incredulidad es...

Aún no es tiempo para tomar de nuestras manos por siempre. Aún no hemos cumplido nuestras misiones.

Siempre tuve miedo de encontrar a mi otra mitad al final de mi camino. Pero alguien ha dicho que el momento mágico del encuentro se da justamente cuando nuestras almas han comenzado a evaporarse para trascender más lejos y más alto que las propias estrellas y todos los astros.

Seguramente iremos a un lugar donde los amantes vuelven a reencontrarse después de haberse separado por más de miles de millones de dimensiones diarias y extenuantes.

Al final de aquel recorrido, lo que podamos compartir realmente habrá valido la pena. Nadie nos podrá quitar lo que tenemos. Nunca de nuevo nos volverán a separar. Los sacrificios que realizamos a cada paso de nuestros lapsos de camino no serán vistos en vano.

Las lágrimas que hubimos derramado con o sin pesar habrán surcado dimensiones enteras. Nuestros lamentos se volverán cantos divinos que nos enamorarán noche tras noche, día tras día...

La manera más hermosa de pensar en el amor es en el saberse libre mientras te encuentras unido a otro ser. Independiente mientras te sumerges en un vibrante abrazo que ningún otro ser podría igualar.

El amor es la dicha más acogedora de cualquier ser, vivo o no vivo.

Para amar el tiempo nunca es suficiente, por ello es que el tiempo para amar nunca se termina. Por ello es que el amor hace desaparecer el tiempo de repente y de una buena vez por todas eternamente será nulo.

Los besos que probamos en este sitio terrenal son una pequeñísima parte del deleite que convocará nuestra fusión al final de dicha trayectoria.

Ahora por la noche me he dicho ilusamente otra vez: "Estoy cansada de buscarte y no poder encontrarte."

Debería saber que siempre te he tenido más cerca de lo que imagino. Las veces que me has amado han llegado hasta donde estoy. Las veces que yo he amado han sido a la par de la tuya. Has escuchado mis sollozos y sin darme cuenta o tú, hemos secado nuestró llanto revelado.

Hemos estado juntos por un lapso límite durante ésta vida. Durante la anterior. Durante la anterior de la anterior y de ese modo sucesivamente. ¿Ya lo recuerdas? Cada una de esas veces nos hemos tenido que separar por razones adversas. Ambos hemos sufrido el dolor de perdernos una vez y otra y otra y otra y otra vez. Cada vez con la ilusión de volvernos a encontrar. No he perdido esa esperanza y de alguna manera sé que tú tampoco.

Estoy escribiéndote de nuevo... Y no he contenido mi vulnerabilidad. Inclusive estoy clamando tu nombre que ya escuchas. Entre sueño y sueño las letras que te llaman son inaudibles para tus oídos más no para tu corazón. Tú corazón que siempre ha estado conectado con el mío.

Aquí estoy. Te sigo esperando.



No importa si no llegamos a vivir en la tierra por varios años. No importa que no envejezcamos juntos. Lo importante es esperar para volvernos a ver y unirnos en uno mismo. Y a partir de nuestro último encuentro y definitivo. Yo iré a donde tú vayas. Ese es el destino de dos almas que encarnan para trascender. Es el "destino"* del complemento. Esperaré lo que sea necesario, lo suficiente. Aquí sigo mi amor, no me marcharía sin ti. No podría. Además, en ese entonces será justo, para ti y para mi.
Amanojakukaya611 de septiembre de 2011

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