Yo También Sé Que...
Esos tiernos ojos sublimes no debieron perder su plenitud.
Piel de seda tentada por espinas,
lamento que ese látigo tan hostil azotara tu cuerpo.
Han robado hasta tu alma y acribillado lo más delicado de tu ser.
Tu boca parece callada, aunque juraría que aún escucho tu voz,
es que son solo murmullos infantiles.
Tus manos han sido encadenadas al miedo,
recriminas no haberte sabido ausente.
Pobre semilla, silenciaron tu inocencia con un simple roce,
ahora negarás tu reflejo, ahora llorarás témpanos de hielo,
ahora te mostrarás distante.
Aprendiste obligada a silenciarte,
tus dulces labios se deshojaron aquella vez,
tu corazón abrió paso a la tristeza infinita,
odiaste, criaste en tus adentros el sentimientos más ruin,
el edén que guardaba la ingenuidad de tus ilusiones se secó,
buscaste culpables y detestaste a los príncipes inoportunos.
Quienes más lamentaron tu ausencia fueron tus muñecas,
cada una resentía tu abandono repentino,
sus vivaces sonrisas se apagaron al igual que la tuya,
sus rostros amanecieron sombríos desde ese maldito sueño.
(Yo también sé que a veces lloras en silencio, y que llevas cicatrices eternas. Me convertiré en tu compañera para presenciarte renacer, pero no para convertirme en cómplice de un amago recuerdo.)
Kaya 6...
