TusTextos

Fugitivos(3 y Final)

Capitulo 4
Eran las cinco de la tarde, todos estábamos esperando los autobuses. El que transportaba estudiantes hasta el centro llenaba a toda su capacidad, luego hacía otra ronda, en cuestión de veinte minutos aquello quedaba desierto.
Después de quince días de intensos dimes y diretes la paz se estableció de nuevo. Me atrevo a pensar que cuando dos fuerzas iguales se encuentran solo tienen dos opciones, se destruyen o trabajan juntas.
Ahora la fuente de los chismes llegaba desde otra dirección. Desde hacía unos días Mar y Jess estaban muy extraños. Miraditas bobas, se iban a conversar solitos bajo los árboles de la plaza. Jamás pensé ver a una rompecorazones como Jess de manitas sudadas con Mar. Todas estábamos preocupadas por la integridad física y emocional de nuestro pobre compañero. Jessica era una completa arpía y eso ni una tonelada de amor lo iba a cambiar.
Jessica era rubia, de cabello rizado que le llegaba a media espalda, bajita como de metro cincuenta, algo rellenita y de caderas anchas. En realidad no era muy bonita, pero para la envidia de todas, la muy caradura tenía a los muchachos más populares haciendo fila. Esto llevó a ciertos comentarios mal intesionados acerca de que tal vez la gracia solo se le notaba sin ropa. A mí estos razonamientos me pusieron a pensar un tanto en mi situación. Yo tenía dieciséis y nunca había besado a un muchacho. Ni siquiera me había enamorado.
Es increíble como las personas dan por un hecho que las cosas buenas les van a ocurrir. Yo por mi parte sólo rezaba para que cuando la familia de papá nos encentrara fuéramos lo suficiente fuertes para enfrentarlos y no morir en el intento.
Mamá tiene un sexto sentido, un don de gentes diría yo. Para esos días yo me sentía muy nerviosa, las hormonas naturales a mi edad se revolvían y la ansiedad de separación casi se convertía en pánico. Todo se combinaba para que mis nervios estuvieran a flor de piel. Por más que intentaba no podía disimular mi mal humor.
Ese día mamá llego a buscarme en el auto de papá, eso casi me hace gritar del susto. Sé que me puse muy pálida por que hasta la despistada de Esmeralda, la barbie del grupo, lo noto. Antes de enredarme en preguntas me separé de los demás para poder averiguar qué sucedía. Por lo general nuestra rutina era que mamá iba a la oficina de papá y le ayudaba hasta las cinco, luego yo llegaba al centro en el autobús del colegio y juntos marchábamos a casa.
El Toyota doble tracción, amor de papá, después de nosotras claro, se estaciono junto a la cuneta.
-¿Qué pasa mamá?- Le pregunte sin poder evitar que me temblara la voz.- ¿Le ocurrió algo a papá?
Creo que en ese momento mamá se dio cuenta realmente de lo asustada que yo estaba. Comprendió que yo ya no era una niña y que entendía perfectamente los alcances de nuestra situación.
Ella bajó del auto, se acomodó los inútiles anteojos cuya única función era restarle belleza a su rostro. Hoy mamá se había acomodado el cabello en una trenza pegada a la cabeza que no dejaba escapar ni un solo mechón rojo. El pantalón de mezclilla holgado le restaba gracia a su cuerpo, ni que decir de la blusa de corte recto. Pero ni siquiera así alguien se atrevería a llamarla fea.
-No pasa nada bebe.- Habló mamá mientras me abrazaba.
Yo era unos cinco centímetros más pequeña que ella, así que podía recostar mi cabeza a su hombro cómodamente. Mi cabello negro contrastaba con el rojo del suyo.
-Es solo que como te vía en el carro de papá…- Logré hablar separándome un paso.
La sonrisa de mamá fue amplia, casi podría asegurar que contenía toda la energía del sol
-Tu papá está bien, es solo que estamos en sierre fiscal y hasta él tiene que trabajar horas extra. Pensé en venir por ti, hoy está haciendo demasiado calor para viajar en autobús.-
Me despedí con un gesto de mis compañeras, luego seguí a mamá hasta el auto. Me abroche el cinturón de seguridad y nos marchamos de allí.
-¿Quieres sentarte conmigo en el parque mientras tomamos un helado?- Fue la propuesta de mi madre.
Conocía lo suficiente a mi progenitora como para saber que esa invitación era solo la antesala de una conversación seria. Recuerdo que durante todo el viaje me la pasé haciendo examen de conciencia, no creía haber hecho nada malo como para que me llamaran a interrogatorio.
La tarde estaba preciosa, el sol no tardaría en ocultarse, pero mientras tanto hacía su mejor esfuerzo por bañar con sus últimos rayos el parque. Un helado de chocolate para mí, uno de vainilla para mamá. Nos sentamos en una de las bancas bajó un tupido árbol cuyo follaje daba una sombra fresca.
-¿No lo extrañas mamá?- Le pregunte sin poderlo evitar.
Ella de inmediato me entendió, siempre era así entre nosotras. –Algo… a veces… Aunque tengo que admitir que mis habilidades nunca me trajeron muchas alegrías que digamos. Gran parte de mi vida la dedique a negar ese aspecto… Fue tu padre quien me mostro como controlarlo, evitando acabar loca en el intento.
Sabía que estaba siendo cruel, pero necesitaba saber.
-Y papá…¿Crees que lo extrañe?... Ya sabes, el era alguien importante en la familia Fierazza… Era un guardián…- Las palabras me dejaban un gusto amargo, pero necesitaba hablar…- ¿Crees que él se arrepienta?... ¿Tú te arrepientes mamá?
Esperé cualquier reacción menos la que me encontré en el rostro de mi madre, era comprensión, amor y una gran seguridad que me hizo sentir pequeña.
-Puedo hablarte por mí…- Respondió mamá después de unos minutos, con gran delicadeza tomó mi mano como si todavía yo fuera una bebe.- Como ya sabes, cuando conocía a tu padre tenía tres años mayor que tu ahora. Era mi último año de colegio. Mis padres vivían para ese entonces y eran profesores donde yo estudiaba. Una vida absolutamente aburrida, recuerdo que ningún pretendiente se atrevía a acercárseme por miedo al rencoroso profesor de física matemática. Eso además del miedo que sentía de mi misma evitaba que me conectara a ese nivel con otra persona.
Por un momento mamá guardo silencio, como si pensará en las palabras exactas que debía decir. Con un suspiro y una sonrisa cómplice continúo. – Recuerdo cuando llegó tu papá como estudiante de intercambio de una afamada escuela privada italiana… Lo odié.
Esa parte de la historia si no me la sabía. -¿A papá?
-Claro que sí.- Me habló mamá despacito enfatizando cada palabra.- Oh si que lo odié. Tu papá llego con andares de nobleza. Viendo a todos por encima del hombro… Y para emporar la situación, con una mirada despectiva ponía de cabeza a todas mis compañeras, sospecho que hasta una que otra profesora suspiraba. Los chicos eran desgarbados, una mescla entre niño y hombre, pero tu padre ya tenía cuerpo de dios.-
-No seas tan descriptiva mamá…- Le advertí con una sonrisa, mamá seguía tan enamorada de papá que a veces era incomodo.
-En fin hija… Me enamoré de tu padre como una boba desde que lo vi la primera vez… Si la vida me diera a escoger de nuevo lo escogería a él… ¡Ah! Y no creas que fue solo por su tés bronceada, o sus hermosos ojos azules, fue por su buen corazón…-
-Sin duda mamá… sin duda.- No pude evitar mofarme de su rubor.- Con solo verlo notaste que era un dechado de virtudes.
La risa de mamá borro cualquier intento de seriedad por mi parte.
-Ni de cerca, como te dije tu padre hizo méritos para que yo lo quisiera muerto. No podía disimular su disgusto por que lo enviaran a un colegio lleno de niños para buscar a una joven bruja inexperta que desconocía su propio poder…
-¿Debía matarte?- No pude evitar preguntar
-Los Fierazza no admiten eslabones débiles, yo podría dar a luz a una poderosa hechicera, pero no había sido entrenada y nadie podía asegurar que desarrollara algún día mis habilidades al mismo nivel de tu padre. Una vez que tú nacieras mi niña, yo debía morir.
-Pero papá no lo hizo mamá.- No es que me gustará hacer ver lo evidente, pero necesitaba recordarme ese hecho.
-Nó…- Me aclaró apretando fuerte mis manos entre las suyas.- Tienes que comprender que tu papá es un Fierazza, un guardián, responsable junto con tus tíos de traer una nueva generación que hiciera aún más temida a la familia entre las criaturas del Inframundo… Tu papá había sido educado desde muy niño para conocer y cumplir con su deber… Aún no entiendo que lo llevó a correr tantos riesgos. Recuerdo que cuando por fin entendí cual era la situación no pude más que sentir terror, pero tu padre ahora tenía una nueva familia y la protegería con su vida. Una y otra vez me decía que no nos abandonaría. Amó a tu padre, y él me ama a mí, de ese amor Arianna naciste tú.
Apartando mis manos de entre las suyas me abracé a mí misma. Aún bajo el tibio sol de la tarde sentí frio.
-¿Crees que nos encuentre algún día?- Le pregunté poniendo por primera vez en mi vida, en palabras esa duda que me perseguía cada minuto.
-La pregunta no es si nos encontrarán. La pregunta es si estaremos preparados para enfrentarlos.- La convicción de mi mamá era contagiosa.- Tu papá no es un manso corderito, los Fierazza saben que de encontrarse de frente con él no la tendrán fácil, eso sumado a que tu y yo estemos listas para ayudarlo, hará que las posibilidades jueguen a nuestro favor.
-¡Estaré lista mamá!
Mi madre me tomo de la mano y me jaló para que nos pusiéramos de pie. Caminamos despacio hasta donde papá.
-¿Quién sabe?- Habló mamá cuando solo faltaba cruzar la calle para llegar a la oficina de contaduría de papá.- Tal vez podamos formar un nuevo clan que sea capaz de protegerse a sí mismo. Lo que trae el futuro es incierto. Claro que si me quitara este medallón… Habló mamá mientras jugueteaba con el talismán que colgaba de su cuello-
Papá estaba guardando su maletín en el asiento trasero del doble tracción. Su cabello negro se veía lustroso bajo los últimos rayos de sol de la tarde, en sus ojos azules se leían muchas preguntas.
Cada día lo amaba más, mi papá había sido capaz de darle la espalda a todo lo que conocía por amor a su familia, aún sabiendo que su propia madre lo había sentenciado a muerte por eso. Ella y el abuelo Dante creían que mis padres habían muerto según ellos lo habían ordenado, el dar las cosas por un hecho era un defecto que se podía encontrar aún en los Magos más poderosos. La mentirá se había sostenido por dieciséis años, era cuestión de tiempo para que todo se descubriera.
Anatema28 de septiembre de 2011

1 Comentarios

  • Anatema

    Alguien diga algo... Urge...ja...ja... No necesriamente tiene que ser bueno

    30/09/11 02:09

Más de Anatema

Chat