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Caminos por El Destino

Es la primera ves que publico una historia la cual he guardado mucho tiempo con recelo, espero les guste, ire subiendo los capitulos poco a poco, les agradesco de antemano y espero con ansias sus criticas tanto destructivas, como constructivas. Gracias.


Prologo:


La lluvia caía ligera, pero veloz. La mañana estaba gris, nadie se aparecía por las calles por temor a ser derretidos por la lluvia ácida que caía del cielo. Los jóvenes observaban por la ventana, en silencio.

Las cosas se habían complicado, Háckan y Kurt aún estaban enfermos gracias al veneno que había en sus cuerpos. Dill jamás imaginó la cruda realidad que ahora vivía. No habían partido de su buen hogar para encontrar cosas así, pero ya era muy tarde para volver, sabían demasiado y estaban obligados a luchar por sus vidas.

Háckan lanzó un grito de dolor, tres de los cuatro jóvenes corrieron en su ayuda. Naika se quedó cuidando la entrada de la casa.

-No fue nada. - suspiró Kaitsu al ver a su pequeño amigo sin algún daño.

El sonido del vidrio rompiéndose alertó nuevamente a los chicos. Rápidamente regresaron hacia la sala.

Naika se encontraba empuñando su cortante golondrina.

Parada frente a cuatro misteriosas siluetas. Estaban cubiertos por largas mantas negras, con capucha en sus cabezas que cubrían sus rostros.

Los jóvenes tomaron sus armas, listos para lo que ocurriría.

-Ustedes no nos interesan. - habló el de la profunda voz. - Queremos a Reito.

-Y una mierda. - contestó Kai.

-¿Quieren morir? Devuélvanmelo. - amenazó la dulce voz de la chica.

Leruto insertó una matirita en su pesada mandoble.

-Inténtalo. - provocó Kaitsu creando electricidad desde caseus.

Los misteriosos personajes se lanzaron atacándolos. Pero todos lograron quedar victoriosos.

Naika giraba junto con su golondrina, ofensiva y veloz lanzaba cortes en diferentes direcciones hacia su rival.

Kaitsu luchaba del mismo modo, un puño derecho y otro izquierdo sin causarle daños a su ágil enemigo.

Aisha tropezó contra la pared tras una furiosa embestida de su oponente, incorporándose rápidamente y arremetiendo con mucha ira.

Dill se mantenía firme en su posición, frente a frente con su enemigo. No se inmutaba. El extraño abrió la manta que llevaba encima, tenía en su mano a kuroudo.

-[Ayúdame] - imploró esta con su voz quebrada.

Dill hirvió en furia atacando a su oponente. Pero este esquivaba sus golpes sin esfuerzo.

-Está cerca... - pronunció. - Vámonos. - ordenó a sus compañeros.

-ESPEREN. - gritó Kaitsu con notable frustración. Pero éstos lo ignoraron y se fueron raudos, sin importarles la lluvia ácida.

Aisha sintió una respiración profunda atrás. Giró casi instintivamente, y una quinta silueta la tomó a la fuerza. Dill y los otros se percataron tan pronto como Aisha pegó el grito, pero era tarde, el enemigo salió de un salto rompiendo otra ventana con Aisha desmayada en sus brazos.

-¿Creen que les ha ido mal? Están a punto de conocer el horror. - dijo antes de desaparecer entre las calles.

MALDITO BASTARDO. - gritó Kaitsu abriendo la puerta dispuesto a perseguirlo. Naika le dió un tirón haciendo que caiga de bruces al suelo.

-SUÉLTAME. - gritó furioso.

-No... - respondió ella llorando. - Morirías con esta lluvia.

Lágrimas caían de los ojos de Dill, apretaba los puños con extrema fuerza. Habían secuestrado a su amiga.


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Primer Arco Argumental: Nuestro Destino


Capitulo 01: Amistad.

La cálida noche del verano se asienta sobre aquel pequeño pueblo, las hojas de los árboles se mecen plácidamente bajo la tibia brisa del verano.
Suvery, el pueblo de calles angostas y casas pequeñas, grandes árboles rodeaban el solitario pueblo, y tras esos grandiosos árboles se alzaban altos cerros protegiendo el lugar de cualquier invasor.
Muy pequeño para ser reconocido, pero amado por sus habitantes y sus visitantes. En el centro del pequeño pueblo se encontraba una pequeña plaza. Todos los días por la noche solía repletarse de gente, era un buen lugar para todos.

-Ahí llega, con esa sonrisa de siempre. – comentó Kaitsu a sus amigos.
-Parece que no tiene más amigos, siempre se acerca a nosotros. – continuo Aisha levantando la mano.
-A mí me cae bien. ¿A ti no Dill?
-Sí. – contesto este respondiendo la pregunta de Naika. – Si quiere amigos, supongo que podemos serlo.
Un joven se acercó sonriente hacia donde ellos estaban, con alegría.
-Hola chicos. – saludo levantando su mano. Ellos sonrieron respondiendo su saludo.
-¿Cómo estas Ei?
Eishiro era un joven casi desconocido para ellos, un día llegó al pueblo tras unos años fuera de él. Según su padre había regresado a su hogar, después de aclarar sus pensamientos, los que lo obligaron a irse.
Tenía los ojos negros, como una noche oscura sin luna, profundos e intrigantes, solía sonreír frente a sus amigos, pero muchas veces se mostraba inmerso en sus ideas. Un día se acercó a un pequeño grupo de jóvenes, presentándose y desde ese momento se hicieron amigos.
Casi todo el tiempo la gente solía hablar de él a sus espaldas, tenía 18 años y era muy joven para haber abandonado el pueblo a la corta edad de 11 años. Hablaban también de su padre y su “nueva esposa”, pero Eishiro ignoraba esa clase de comentarios.
-Estoy bien. ¿Y ustedes?
-¡Yo tengo hambre! – Kaitsu era un poco rollizo, solía enojarse con facilidad, y muchas cosas le desagradaban, era fan de la comida sabrosa. A pesar de su pequeño problema de sobrepeso, era un tipo fornido, de gruesos brazos y piernas. Su cabello era rizado y sus ojos tenían un curioso tono marrón.
-Siempre tienes hambre, gordo de m… – contestó la chica jovial del grupo.
Aisha era bastante aplicada en lo que se proponía, a sus 18 años había logrado integrarse en el único centro de estudios de la ciudad.
Siempre vestía con buena ropa, ya que venía de una de las familias más acondicionadas del pueblo, la vanidad la llevaba en el cabello, hermoso, largo y brillante adornaban sus ojos verdes y los resaltaban. Era delgada y de buena figura, pero la forma de expresarse dejaba un poco que desear.
-Cuida tu vocabulario. – la interrumpió Leruto.
Todos rieron imaginando las palabras de su amiga. La vida era pacífica en el pequeño pueblo.

-¿Cómo me has encontrado? ¿Por qué ahora? ¿Qué demonios quieres?
-Muchas preguntas, infeliz… Solo debes saber de qué estoy aquí para matarte, ya sabes… los superiores.
-Adelante…


En un tranquilo día de primavera; Eishiro, Kaitsu y Aisha salieron hacia los alrededores del pueblo. Normalmente la gente se refugiaba del sol en los inmensos árboles que aportaban sombra a sus invitados, bajo sus enormes ramas. Cada día las personas pasaban las tardes respirando el aire fresco que les ofrecía la cálida brisa primaveral. Eishiro estaba junto a sus amigos, como de costumbre ellos se sentaban cada día a refugiarse del fulgurante sol en sus tiempos libres.
Cuatro años ya habían pasado desde el día en que Eishiro consiguió amigos, ahora ya no era invisible para ellos, la amistad se había fortalecido y Ei había logrado algunas amistades más con el transcurrir del tiempo.
Dill y Naika les dieron el alcance media hora más tarde, ahora los cinco disfrutaban de una tarde de primavera.
Naika era demasiado agradable, de cabellos ondeados, delgados y muy finos, ella siempre olía a fresas, más bajita de la altura media y agraciada físicamente.
A contrario de Naika, Dill era un tipo alto, delgado y nada fornido, era de la clase de personas que les gustaba verse inmersos en algo y no dejarlo hasta terminarlo, era bastante responsable.

Aquella tranquila tarde de primavera, un misterioso grupo apareció de entre los árboles, vestían gabardinas blancas, que cubrían desde sus pies hasta el cuello.
Habían llegado buscando a Eishiro, uno de ellos había sido enviado a asesinarlo. Aisha, Naika, Dill y Kaitsu no comprendían lo que estaba sucediendo, pensaban que era una confusión, pero Eishi reaccionó de una manera que los hizo comprender que no era un error. Estaba sucediendo algo fuera de su conocimiento.

El joven agresor se mostraba seguro y firme, en sus ojos brillaba la llama del odio, lentamente desenvaino una filosa katana, amenazando a Eishiro con ella. Estaba dispuesto a atacar al menor movimiento de su contendiente.
-Adelante… Te mostrare el error que estas a punto de cometer.
Dijo Eishiro con mucha calma, parándose frente al oponente.
Con un hincapié el desconocido se abalanzó hacia Ei, quien con destreza evitaba sus constantes ataques, Eishi no contaba con un arma para defenderse, por lo que se limitaba a evadir la ofensa enemiga. Cuando el armado chico bajaba la defensa, Eishiro atacaba a puño limpio encestando golpes certeros.
El nivel de combate entre ellos era abismal, lo cual causaba la desesperación del enemigo, ofuscándose por sus intentos fallidos.
-No puede ser. – se quejaba. – No es posible que aun seas tan fuerte. – Desesperado lanzaba estocadas a diestra y siniestra.
-Aquí se termina… - pronuncio con confianza Eishi, solo le basto unos segundos para desenvainar una katana oculta entre su holgado pantalón y mostrarla con orgullo frente al asombro de sus amigos.
El enemigo sudaba y gruñía al ver la postura ofensiva de su víctima, estaba seguro que no podría derrotarlo, pero no podía dar marcha atrás.
Un último intento de ataque lanzó con firmeza hacia Eishi, pero éste fue más rápido aún, logrando detenerlo y tras encestarle un golpe con la empuñadura lo dejo sin aire. El muchacho cayó de rodillas al suelo intentando respirar con desesperación, había sido derrotado y humillado frente a la mirada de su grupo.
-¿C…cómo? – pregunto con el poco aliento recuperado.
-Aléjate de ellos. – le respondió el vencedor. – No son buenos, ni para ti ni para nadie, si tienes oportunidad, aléjate cuanto puedas.
-No es asunto tuyo, eso a ti no te importa, no vengas a darme consejos. – se incorporó tras recuperar el aliento. – Te voy a matar… ¡TE VOY A MATAR!
-BASTA. – exclamo una firme voz acercándose hacia los oponentes. – Te dije que no podrías… nos vamos. – ordenó al joven perdedor.
-Pero… Maestro. – imploró.
-Girikyo… nos vamos. – ordenó nuevamente.
El pequeño grupo de gabardina blanca se retiró del lugar, desapareciendo entre las sombras de los árboles. Eishiro cambio su serio semblante, mostrando nuevamente su sonrisa hacia sus atónitos amigos. – Supongo que hay cosas que explicar. – dijo escondiendo nuevamente su katana.
-Eres tú… - pronuncio una suave y delicada voz. – Después de todo este tiempo buscándote… por fin te encontré…
Una hermosa joven se mostró frente a ellos, con obvia felicidad se acercaba rápido hacia Eishiro, sus ojos brillaban de alegría, estaba realmente feliz.



-Arilett. - mencionó perplejo Eishiro. - ¿Qué haces aquí?

Ella se lanzó hacia él abrazándolo con fuerza, abrazo que le fue correspondido, era alguien a quien quizá no veía hace mucho. - Quería saber cómo estabas, han pasado tantos años desde la última vez que te vi, te extrañé mucho, no te imaginas cuánto. - hablaba rápido y todas las palabras se le amontonaban en la boca.

Eishiro prometió responder preguntas a sus amigos, razón por la cual se dirigieron a su casa, ninguno de ellos entendía la situación y querían aclarar sus dudas.

En sus años fuera del pueblo había conseguido una pequeña fortuna, por lo cual podía vivir cómodamente. Al regresar a su pueblo natal, buscó un lugar donde vivir, ya que a su madrastra no le agradaba su presencia, y lamentablemente su padre cumplía lo que ella decía, a pesar de que amaba a su único hijo.

Eishiro vivía en una casa colonial, construida con madera muy fina. Estaba conformada por una sala comedor, una cocina, tres habitaciones y un baño. Como la mayoría de casas, tenía una puerta tanto delantera como trasera. El lugar estaba ubicado en el linde del bosque con el pueblo, de modo que en el interior de su casa se respiraba aire fresco de la naturaleza, la cual ingresaba por la puerta trasera.

Eishiro era soltero e independiente.

Los 6 personajes se encontraban arrumados en la pequeña mesa de Eishi. Todos se mantenían en silencio, esperando una explicación, y fue el dueño del lugar quien rompió el silencio.

- ¿Cómo llegaste aquí? - pregunto dirigiendo su mirada en la pequeña.

- Bueno... - explicó. - Lo difícil fue convencer a papá y mamá que tenía edad suficiente para realizar un viaje sola. Salí de Kiuri en tu búsqueda, pero estaba completamente perdida, solo recordaba la ciudad donde nos despedimos así que volví a ella. Pase meses buscándote sin resultados y no sabía que hacer, lo peor era que el dinero se me estaba acabando. - interrumpió su relato, como acordándose de algo y reviso en su mochila. - Pare a comer en uno de esos lugares baratos. - volvió a revisar su mochila. - Habían unos tipos, hablaban de ti, también estaban comiendo. Y eso es todo. Los seguí hasta dar contigo. Sabía que te encontrarían.

-¿Cómo lo sabias? - pregunto incrédulo Dill.

- Fácil... Tenían mucha prisa de dar contigo Ei, y sabía que terminarían encontrándote, y yo lo haría junto con ellos.

Eishiro asintió. Gracias por venir a visitarme Ari...

-Ei... Nos debes una explicación. - Naika miraba atenta a su amigo.

-Lo siento... Hay cosas que no deben saber, lo poco que les puedo decir es que me quieren muerto... Me consideran un peligro, eso es todo.

-¿CÓMO QUE ESO ES TODO? - Kaitsu golpeó con fuerza la mesa.

-No pienso decirles nada más. - respondió cortante. - Nuestra amistad se acaba aquí, vuelvan a sus casas y déjenme solo, no quiero volver a verlos, nunca. - La sonrisa de su rostro había sufrido un cambio, ahora estaba serio y rígido.

Dill le lanzó un fuerte puñete en el rostro, logrando que Ei caiga al suelo. - Quien te has creído para venir a tratarnos así, hemos sido tus únicos amigos imbécil. - Eishiro se incorporó y salió de la casa, soltando maldiciones.
Dill se puso de pie, estaba furioso y arreglaría las cosas a golpes si era necesario, estaba dispuesto a seguirlo, pero Arillet se interpuso. - No es fácil para él. - le dijo mirándolo a los ojos. - No quiere involucrarlos, pero si me escuchan, yo cambiare su opinión respecto a él.

Dill volvió a tomar asiento, aún furioso.

- No lo sé muy bien, pero quizá Eishi hizo algo muy malo... O muy bueno.

-No tengo idea de lo que hablas. - le dijo Aisha.

-Solo les diré lo que se, y lo que yo pude ver, vivir y oír. - empezó Arilett. - Mis actuales padres son adoptivos. Me alejaron de los míos hace mucho, cuando yo era una niña pequeña... Ni siquiera recuerdo sus rostros, vagamente recuerdo que me tomaron a la fuerza y me llevaron a una extraña ciudad, lloré y grité, pero lo único que recibía eran golpes y gritos, finalmente guarde silencio. Éramos muchos niños, nos llevaban en camiones de carga y nos obligaban a guardar silencio. Yo tenía miedo, habían matado frente a mí a dos niños por llorar. No sé cuántos días pase en la oscuridad de ese camión, solo recuerdo la profunda oscuridad y el silencioso llanto de todos allí. Cuando vi la luz estaba en un lugar completamente distinto, nos llevaron a una gigantesca casa, con muchos pisos de alto. Nos obligaron a entrar y nos amenazaron, a partir de ese momento las cosas fueron diferentes. - Arillet se limpiaba las lágrimas que brotaban de sus ojos. - Si no aprendíamos... Nos mataban, tan simple como eso. Nunca recorrí toda esa mansión, la vida era monótona, despertar, desayunar, aprender lo que ellos me enseñaban, comer, continuar aprendiendo, cenar y dormir, todos los días. Muchos niños murieron por no aprender correctamente... Tuve suerte en poner empeño. Un día me llevaron a una gigantesca habitación vacía, no me explicaron nada, solo me llevaron dentro de ella, no entendía nada, pero fue cuestión de tiempo para conocer su propósito. Un tipo gordo y pestilente me enseño el arte de la batalla, era tosco y brusco, pero no podía quejarme, solo aprender, si me quejaba mis días se acabarían, y aunque era mejor estar muerta, yo deseaba vivir.

-Eso... Es algo duro, y difícil de creer. - interrumpió Kaitsu.

-No lo es. Los secuestros para las mafias están a la orden del día. - respondió Dill. - Aunque nunca escuché de mafias que entrenaban niños.

- Ni siquiera sabía qué tipo de vida llevaba, poco a poco mi mente se fue apagando, era una máquina, cumplía las cosas por rutina, pero mi voz interior se había callado, me acostumbre a esa vida.
Sabía que me iba volviendo fuerte, podía vencer al pestilente hombre. Le tenía tanto asco.
Al día siguiente no volvió más, sus abusos habían acabado.

-Eso quiere decir que él... ¿Te violaba?

-Déjame continuar. - pidió Arillet evitando recordar momentos desagradables.
Estaba en el gran salon, esperando, y lo vi, el chico con la mirada más penetrante que jamás vi, él sería mi nuevo entrenador, pero no era adulto como el anterior, era un chico, solo unos pocos años mayor que yo.

-Eishiro. - acertó Dill.

-No me hablaba, no me tocaba, solo se centraba en entrenarme, día a día, a paso lento. Su forma de entrenamiento era más drástica que la anterior, terminaba amoratada por las noches, pero era mejor que ser abusada por un ser repugnante. Jamás pude superarle, ni siquiera golpearle.

-Es triste... Entonces Eishi está, o estuvo en una mafia, no quiere involucrarnos. - entendió Naika.

-Continúa. - le pidió Dill.

- Un día estaba esperando... Se le había hecho tarde, aún no llegaba y yo estaba ansiosa por verlo. Me senté, ya me había cansado de esperarlo de pie. Indagaba en mis pensamientos cuando un fuerte sonido me despertó, provenía de lo más alto de la mansión, vi gente pasar corriendo, pensé que había sido un accidente y no le di importancia. Al cabo de un rato escuche fuertes pisadas acercándose, me pare. Era él, estaba sudando y agitado, sentí miedo, en su mano llevaba una hermosa, realmente bella y hermosa espada, corrió hacia mí y me cargo sobre su espalda. No entendía nada. Corrió con velocidad hacia la salida del salón principal. Cuando llegamos allí, estaba lleno de hombres furiosos. No pude resistir, quizá por el ambiente, pero caí dormida, entre sueños escuche una sola palabra... "traidor".

-¿La espada que tenía Ei?

-No. Era otra. La katana que mostró Ei era hermosa también, pero la que vi esa vez, era completamente diferente.

-Jamás pensé que Eishi había formado parte de una mafia. - comentó Kaitsu.

-Quizá robo dinero, eso explica por qué tiene esta casa, y no trabaja. - continuó Dill.

-El gordo este tampoco trabaja. - dijo Aisha señalando a Kai. - Pero, quizá esa mafia quiere devuelta lo que le robaron, por eso quieren matar a Ei.

-A mí me parece que esto va más allá de eso. - contestó Naika de forma pensativa.

- Entonces... - continúo Arillet haciendo caso omiso de los otros comentarios. - Desperté en una habitación, estaba sobre una cama muy suave y blandita, aún me acuerdo de eso. Eishi estaba sentado a mi lado, pensativo, me sonroje. Fue la primera vez que me habló, y me sonrió, vivimos en ese cuarto por dos meses, no sabía de donde sacaba el dinero, pero parece que tenía lo suficiente, me daba vergüenza preguntarle qué fue lo que pasó en esa mansión, así que no lo hice. Fue lo mejor que pudo pasarme, estar con él era lo que más quería. La vida afuera era hermosa, era la primera vez que disfrutaba de una vida normal.

-¿Entonces siempre estuvo contigo?

-No siempre, muchas veces desaparecía por días con el dinero suficiente para comer.

-¿Y porque te alejaste de él?

-Él se alejó de mí, siempre me decía que me buscaría un hogar, hasta que lo hizo.

-¿Como hizo eso? ¿Un orfanato?

-No... Me buscó una familia, mis nuevos padres, yo tenía 12 años para ese entonces, creí que era capaz de cuidarme sola, pero para él no era así. Finalmente accedí a irme con ellos, lloré por alejarme de su lado, pero solo espere la mejor decisión que él tome. Y lo hizo... Amo a mis padres, no se equivocó. Y me prometí a mí misma que lo encontraría... Y aquí estoy.

-Valla que lo soltaste todo. - dijo Eishiro entrando por la puerta. – Perdónenme, fui un imbécil con ustedes, lo lamento. - se disculpó.

- Perdónanos tú a nosotros por no comprender tu situación. - hablo Dill extendiendo su mano.

-Claro que sí, amigo. - respondió Ei estrechando sus manos.

Los días transcurrían con preguntas e incógnitas entre ellos, sabían una parte de la historia, pero se preguntaban si sabían todo respecto a su amigo y a la intrigante muchacha que ahora se unía a ellos.

Arillet tenía hermosos ojos jade, normalmente llevaba una coleta en su castaño cabello, era una adolescente llena de vida, era respetuosa y educada con todos, había sido criada de una buena manera. Usualmente llevaba una chaqueta por más calor que hiciera, ya sea abrigándola o amarrada a su cintura.

Ella y Naika habían tomado el bus hacia la ciudad, Naika y Aisha tenían planes de ir a las boutiques a comprar algo de ropa, e invitaron a Arilett para que se integre al grupo. Aisha ya se encontraba en la ciudad, así que les daría el encuentro en un parque cerca de la parada de buses.


Naika y Ari se dirigieron hacia el parque en donde Aisha las esperaba, se apresuraron para no hacer esperar más a su compañera.

Ojos curiosos observaban desde lo alto de un árbol, sus ojos estaban fijos en la joven que permanecía de pie, esperando impaciente. Esos ojos observaban, analizaban y se mostraban cautelosos.

Aisha logró vislumbrar a sus amigas a lo lejos, levantó su mano, saludando de un lado hacia otro, se disponía a darles encuentro.

Una silueta saltó del árbol hacia ella. Sosteniendo un pequeño cuchillo en su mano. En esos segundos estaba confundida, sabía que alguien caería pronto hacia ella, se encontraba inmovilizada por el miedo, pero una mano la tomó del brazo jalándola, logrando que caiga al suelo.

Aisha abrió los ojos rápidamente contemplando la escena.
Arillet había detenido el cuchillo con su chaqueta, rasgándola por completo, pero logró desarmar al desconocido.

Arillet había divisado una silueta en lo alto de un árbol cerca de donde estaba su amiga, intuyendo lo que sucedería puso pies en polvorosa, dejando atrás a Naika. Logrando evitar el ataque enemigo.


Kaitsu se encontraba solo en casa, su hogar no era muy diferente del resto, había sido construido hacia cientos de años atrás cuando el pueblo establecía sus primeros cimientos.
Ya eran un par de días que se encontraba solo, era hijo único, y sus padres celebraban su vigésimo sexto aniversario en un lujoso barco turista.
Kai tomaba una larga siesta cuando un ruido irrumpió sus sueños, se incorporó pensando que tocaban su puerta, pero cuando llegó a ella notó que la calle estaba completamente vacía.

Giró y camino nuevamente hacia su habitación, bostezando y con pereza. Una bella mujer le quitó el bostezo de la boca tan pronto como llegó a su habitación, estaba sentada, rubia y sensual, con un vestido negro que dejaba poco a la imaginación, insinuante y atrevida.

-¿Te gusta lo que ves? - preguntó ella cruzando las piernas.

-Estoy soñando... O estoy muerto. - respondió Kai centrando la mirada en el gran escote de la ojiazul.

-¿Muerto?... Aun no lo estás. - amenazó ella cambiando completamente su expresión.

Kaitsu despertó de su encanto, un aire helado recorrió su cuerpo cuando la bella mujer se puso en pie. Su intuición le decía que estaba en peligro, por lo que se apresuró a salir de la habitación buscando huir de su propia casa.

La mujer ya lo esperaba en la entrada principal, con una sonrisa maliciosa, burlándose de su presa. Kaitsu dio un paro en seco, el temor le hacía hiperventilar, tenía miedo.


Andree2816 de mayo de 2013

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