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El Circo de Los Espejos. #3 - Palabras de Corazón.

Capítulo 3
Palabras de corazón

—¿Qué pasa contigo Hamelín?
Dijo una voz conocida desde un árbol cercano, la sombra cubría su silueta, solo dejaba ver una capucha colorida, el joven de traje se detuvo al instante, sonrió de manera confiada, como si supiera con lo que trata
—Ahora te paseas por aquí burlándote así como si nada…
Pronunció el Maestre soltando de tajo al chico castaño –No deberías estar ocupado viendo como nadie llega a tu circo. No hubo respuesta alguna por parte del sujeto en el árbol –Esta bien, me ocuparé de acabar contigo de una buena vez, así toda esta pesadilla que creaste terminara—
—Yo eh creado una esperanza para el corazón, el hecho de que hayas perdido tu camino y ahora vagues como un alma solitaria, sin lugar a donde regresar, sin nada a que llamar hogar o alguien que te espere, solo significa que jamás has sido merecedor de acercarte, al dulce premio.
Yoshira caminó de prisa hacía donde se hallaba Hamelín, él se había levantado, estaba en cuclillas, su mirada ya no presentaba tristeza, ahora sus tiernos ojos azules se habían colmado de rabia, llenos de un resentimiento creciente que inundaba su corazón. Limpió su sangre con su brazo y se puso de pie rápidamente, sacó con agilidad su flauta y la colocó en sus labios
—Mi turno…
Dijo el chico mientras tomaba aire, el Maestre al instante dio un giro, una larga patada golpeo su abdomen haciéndole perder la oportunidad, Hamelín respondió rápidamente tomándole por el pie.
—Mocoso insolente.
El bastón del joven de traje comenzó a volverse serpientes, brotaban de dentro como si fuese una fuente, los reptiles parecían estar hambrientos –Vaya, pero que mejor oportunidad que la de terminar con dos de mis más odiados rivales. Hamelín dio un salto hacía un árbol cercano para evadir los animales, pero no era ese su objetivo
—¡Yoshira!
Exclamó el hombre de la capa, de un salto rápido llegó donde ella se encontraba.
—¿Qué diablos es todo esto?
Se interrogó aun cuando no podía ver su rostro, solo su espalda.
—Este sujeto era también uno de los invitados a mi circo, pero el perdió su camino y se convirtió en algo más que un cazador de los soñadores que son como él fue. Para el no hay gusto alguno en llegar a mi circo, lo que el busca simplemente es saciar el ego que le fue quitado…
—¡¡El que tú me quitaste!!
Gritó colérico mientras asestaba un golpe contra la cara del hombre, pero su puño se detuvo antes de siquiera llegar. Hamelín lo había tomado de la muñeca
—Y pensar que estuvo a punto de volverle como tú, un ser que no tiene ningún otro propósito sino atormentar la felicidad de otros…
Murmuró el chico con valentía
—No me vengas con estupideces, esa asquerosa mujer, ella es la que abrirá el Espejo mayor ¿no es así?, no es más que una herramienta para su beneficio personal… no hay amistad o fraternidad en sus palabras, solo un egoísmo por cumplir aquello que anhelan con codicia, esa es la esencia de que estén con ella, no representa algún sentimiento arraigado, solo es la encarnación del poder cumplir su más profunda esperanza…
Dijo el Maestre violentamente, la ira había inundado sus palabras, el Arlequín solo guardo silencio, dio una gran bocanada de aire y se apartó del lugar serenamente, como si no hubiese pasado nada allí
—Supongo que tiene razón…
Pronunció mientras Hamelín y el Maestre se separaban violentamente –Tal vez somos almas que buscamos satisfacer nuestros más bajos sentimientos a merced de tan bella dama… pero ella es la que elegirá con quien marcar su paso. Solamente aquella fémina que es la última pieza que me falta…
Casi había murmurado esas palabras, inclusive el tono de melancolía se hallaba impreso en sus liricas, su poesía caminante se había detenido.
El feliz Arlequín se había dado cuenta de algo que iba más allá de sus manos. Yoshira le observó fijamente, aun no podía ver su cara, a pesar de que estaba frente a ella, un antifaz carnavalesco le cubría desde la frente hasta la nariz, su cabello medianamente largo se encargaba de los costados. Un dulce viento sopló en los alrededores, la tensión era tal que a Yoshira le pareció que le tumbaría en ese instante. Hamelín agacho la mirada avergonzado.
La mirada del Maestre aun contenía rabia y coraje. La chica se armó de valor y camino hasta el centro, para que los tres hombres le pudieran ver y oír con claridad
—Supongo que ustedes no pueden entenderlo del todo, supongo que en parte soy yo la que es culpable de provocar tal conflicto. No soy tan buena con las palabras como ustedes, no se construir oraciones tan pomposas y elegantes, ni poesía. No se tocar la flauta de manera tan exquisita. Pero cuando hablo, realmente lo digo de corazón. Lo que siento y pienso que es correcto.
He afrontado muchos problemas desde que llegue aquí, no tenía planeado intervenir con ninguno de ustedes o siquiera conocerles, el destino así lo quiso. Y dentro de mí puedo sentir que a cada uno de ustedes y a mí nos hace falta algo por cumplir, y yo quiero ayudarles a encontrarles esa pieza que no los deja estar en armonía.—
La bella muchacha había comprendido el sentir de los hombres a su alrededor, había notado que había un vacío que amenazaba con devorarles, ahora entendía los sentimientos de Hamelín y el Maestre. La flauta era tan dulce porque carecía de la inspiración para poder decirlas de propia boca, había creado una barrera para cubrir sus propios pecados, que lo aislaba de los demás, algo que le servía como refugio. La galantería del Maestre no era sino por el hecho de que su corazón había sido lastimado, buscaba desesperadamente una salida para poder exorcizar aquello que tanto ardía en su pecho. Los desgarres de amores que hicieron con su alma presa de tortura. Y aun más allá de ello, el deseo de encontrar algo que jamás logró ver, algo en lo que cerró los ojos, pero las cosas solo se encuentran cuando se les busca en verdad, para aliviar el alma, no por codicia.
El joven de traje comenzó a sentir como una luz cálida brotaba de la chica mientras ella le miraba con unos ojos transparentes y llenos de bondad. La ira que tomaba su corazón por no poder obtener sus deseos era cada vez menor mientras más ella estaba cerca. Casi escuchaba el latir del corazón de Yoshira y eso le llenaba de paz.
—Yoshira, algo deberías saber antes de hablar de mí…
Dijo el Arlequín –Tú no puedes leer aquello que asecha en mi alma, ni comprender mi corazón.
La chica se sorprendió al oír estas palabras, pues, era cierto, no escuchaba el latir de su centro, ni el calor provenir de él. No había nada que ella pudiera sentir –Anden juntos, los tres, y busquen el Circo, si algún día lo encuentran, entonces por fin resolverán sus dudas, no habrá más secretos. Y por fin Yoshira, sabrás aquello que con tanto fervor anhelas, aquello que tu corazón ha guardado con mucha fuerza… hasta entonces.
El joven se marchó con pasos lentos, un suave humo de colores le envolvió y desapareció poco a poco con él.
—Arlequín… ¿Qué es aquello que te falta?
Susurró la chica de manera triste. Hamelín caminó donde Yoshira, le abrazo fuertemente, ella correspondió al gesto, unas lágrimas corrieron por su rostro, quería entender a aquel hombre que inicio ese juego en su vida. El Maestre se acercó un poco también
—Si de verdad puedes ver aquello que hay dentro de mí, dime entonces.
—Tu corazón… está herido…
Respondió Yoshira
—Entonces es cierto, tú eres más que una dama de suma belleza. Tú estabas destinada a encontrarte con nosotros, aquella que puede ver el alma de los que le rodean, aquella que nos curará de la obscuridad que amenaza consumirnos, desde adentro. Cuyas delicadas y cálidas manos.
Continuó el joven de traje –son un precioso tesoro de consolación para los que lloran en silencio, aprisionados…
—Ella es la que atenúa nuestro dolor, y sanará nuestros corazón, que completará con su dulce mirar… nuestro sueño se ha hecho realidad, esta aquí…
Dijo Hamelín, Yoshira apretó el abrazo, por fin había encontrado un lugar a donde pertenecía, con personas que realmente estaban para ella y que no solamente le deseaban por su belleza física, que comprendían su dolor y que ella comprendía a su vez, los suyos.
La noche pronto les envolvió, los hombres había salido buscar un poco de leña para hacer una fogata, Yoshira se encontró sola inundada en su mar de pensamientos, que rebotaban sin fin en su cabeza, tratando de acomodarles, todo había sucedido demasiado pronto. Pero aun más allá de ello, su corazón estaba sintiendo que debía seguir a ese enmarcado
—Me pregunto… ¿Qué es lo que realmente siento hacia él?
Dijo para sí misma, sabiendo que estaba sola. A lo lejos podía oír la conversación del Maestre y Hamelín, algunos gritos, nunca se habían llevado del todo bien, río levemente pero se contuvo para no hacer notar que les oía. Pronto se fueron acercando, limpió su mente de los pensamientos que la confundían y sonrió a los chicos que traían consigo madera.
—Ya he hecho la planeación para mañana— pronunció el Maestre acomodando algunas ramas en forma circular –Por desgracia solamente tenemos un caballo. Por supuesto tú lo montarás Yoshira, pero eso quiere decir que nos retrasaremos un poco más—
—¿A dónde nos dirigimos?
Preguntó Yoshira con curiosidad.
—El lago de los mil suspiros.
Intervino Hamelín ofreciéndole una bolsa llena de arándanos –tengo entendido que allí habita un viejo sabio que una vez logró llegar al Circo de los espejos. Es una buena referencia—
—Lo parte negativa de todo esto es que, el Lago esta al menos a 2 días a caballo, posiblemente con nosotros a pie, nos tomará una semana llegar hasta allí—
—Entonces, disfrutemos el viaje…
Sonrió la chica dulcemente, ese gesto les había hecho sentir que su alma era feliz, una pura sonrisa, digna de tan elegante fémina, llena de paz y amor, llena de pureza y amabilidad.
El fuego se encendió pronto, era cálido y agradable. Incluso el Maestre sentía que por fin pertenecía algo más que su soledad, algo que era mejor, por fin conocía la fraternidad, de alguien que comprendía su sentir. El sueño ganó esta batalla, y poco a poco sus parpados fueron cayendo ante el imponente Morfeo. La noche se hizo en su mirar.
El Arlequín se postró exhausto sobre una silla, colocó sus pies cansados sobre un pequeño buró y dejo caer su cabeza hacia atrás, una risa le invadió, se vio inmerso riendo sin saber él porque
—¿Realmente… eres tú?
Dijo para sí mismo, la marcara cayó al suelo, la obscuridad cubrió su rostro.

Yoshira se halló en un lugar de obscuridad. Flotando, no había nada a donde correr y sin embargo no caía hacia un vacío, era como nadar sobre agua que no estaba allí, al fondo podía ver pequeñas estrellas que alumbraban débilmente
—Por favor…
Resonó una voz sollozante de un joven –Por favor ven…—
—¿Quién?
Preguntó ella atónita
—Por favor… Yoshira… ven…
Dijo la voz mientras rompía en llanto

Despertó al instante, iba en el caballo, ya era casi medio día. El sol le lastimaba un poco, con su mano le cubrió para hacer una pequeña sombra, Hamelín iba caminando a su lado, el Maestre iba al frente llevando la rienda del animal
—Oh, vaya al fin despertaste dormilona.
Dijo con entusiasmo el joven flautista –Ya hemos partido, pero preferimos no despertarte—
—¿Pero cómo es que ya han partido?— replicó la chica al instante
—Pensamos que sería mejor si descansas, nos haremos lo posible para que no te sientas fatigada.
Dijo el Maestre en tono protector. La chica sonrió ante tal acto de dulzura de ellos
—Esperen.
Dijo ella, bajo del caballo de un pequeño brinco. Tomó la mochila que había en los muslos del animal y saco algunas vallas, se encontró con algunos huevos también y un poco de nueces que aun permanecían en su cascaron. Buscó con la mirada en el suelo algo, rápidamente le diviso, una plana roca que había estado del cara al sol durante toda la mañana –Descasen un poco ¿Bien?, quiero que vayan y me traigan un poco de agua fresca, nos veremos bajo ese gran árbol en tanto traigan el agua— ambos asintieron, aunque un poco confundidos.
Después de atar al caballo partieron hacía un rio que se veía al fondo, a unos cuantos metros. Yoshira tomó al instante la roca, la limpio un poco hasta que no tuviera tierra, partió los huevos y estos comenzaron a hervir sobre la caliente plancha improvisada que la naturaleza le había prestado. Mientras se cocinaban buscó algunas hojas gruesas, eran de un tamaño regular, perfectos para actuar como platos, colocó un huevo en cada hoja. Con otra roca comenzó a moler las nueces hasta hacerles polvo, lo esparció arriba para darles un mejor sabor. Tomó algunos troncos y los colocó a modo de sillas alrededor de una gran roca plana. Sobre ella fueron los huevos, y en otra hoja las vallas.
Los chicos ya había vuelto con el agua, podía oírles acercase, se sentó en uno de los troncos y amarró su cabello con un listón para hacerse una cola de caballo
—¿Pero qué…?
Dijo Hamelín babeando.
—Bueno, creo que no podía sencillamente dejarles andar todo el día sin comer, al menos no de buena manera. Quiero mostrarles que yo también soy útil, al menos en otros aspectos no tan sobrenaturales— dijo cómicamente. Abordaron los asientos y comenzaron la comida agradeciendo por los alimentos con una oración previa
—Y bien…
Dijo Yoshira refiriéndose al Maestre —¿Cómo te llamas?
Él calló un poco, como si no supiera que contestar, una leve sonrisa se dibujo en sus labios, una sonrisa discreta y un poco tímida.
—No es una pregunta que me hagan muy a menudo, pero supongo que casi eh olvidado cómo me llamo en realidad— llevó a su boca una valla jugosa —Increíble... realmente parece que lo he olvidado del todo…
—No puede ser, necesitas un nombre, no puedes simplemente andar por allí sin uno. ¿Cómo debería llamarte?
—¿Qué tal Fernando?
Intervino de manera inusualmente graciosa El flautista
—No, su rostro no es de un Fernando…
Pensó unos segundos más, dos vallas desfilaron en sus labios hasta obtener la respuesta –Lo tengo, hasta que recuerdes tu verdadero nombre te llamaré Kevin— una valla se atoró en la garganta del joven de traje y comenzó a toser de manera muy graciosa hasta escupir la semilla
—¡¿Eh?! ¿Por qué Kevin?
Reclamó entre jadeos
—Porque ese es el nombre de una persona muy especial para mí…
Respondió la joven con una sonrisa de ternura en sus labios, sus ojos comenzaron a reflejar melancolía –Y de cierto modo, tú me recuerdas a él—
Él joven quedó en silencio, no podía despreciar los sentimientos de una bella dama.
Anistondash09 de julio de 2012

1 Comentarios

  • Ldamien

    Muy bueno, tengo ansias del siguiente capítulo.

    09/07/12 09:07

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