Intentando dartelo todo, conceder tus deseos, por extraños que me parezcan, intentando hacerte la persona más feliz del mundo, pero tú, quieres más, siempre quieres más. Rompo mis rutinas, por muy atada que esté a ellas, cambio mi vida, hago cosas que no me gustan, me someto a ti. Y tú, lejos de proporcionarme algo parecido a cariño, me menosprecias. Procuro sacarte siempre una sonrisa, la misma que lleva ya meses sin salir a mi lado, y sin entenderte, intento sacar lo mejor de mí. Y a lo mejor ese sea mi fallo, tal vez no te guste yo o mi manera de intertar ser contigo o no sé, quizá tus problemas sean muy numerosos. Te hago notar que estoy aquí, que siempre estaré aquí, pero tú.... parece que eso es lo que deseas evitar. No puedo ser perfecta, y cada vez que lo intento me alejo más de ese adjetivo.
Y así estamos. Tú, consumiendote. Yo, consumiendome. No me miras, intento encontrar tus ojos. No me escuchas, intento hacerme notar de mil formas. No me hablas, intento que tengas miles de motivos para hacerlo.
Tal vez lo que desees es que me dé cuenta y quiera hablar contigo, pero me da miedo, mucho miedo. Miedo a oirte decir que no, que no lo intente más, que no me quieres, que nunca me has querido, que todo acabó. Que prefieres borrar todos los recuerdos juntos, que prefieres que otras personas estén en tu vida, que prefieres decirme adios.
No quiero acabar con esta historia, pero cada palabra sin respuesta, cada busqueda sin salida, cada mirada inexpresiva, me mata.
Dame alguna señal, ya no me quedan fuerzas para luchar.

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