Dime, ¿Nunca has pensado que si fueras un poco más hijo de puta las cosas te irían mejor? ¿Que si no dieras tanto por los demás tal vez recibirías algo a cambio? ¿Y que si no confiaras en la gente no recibirías puñaladas día tras día? Si fueras más capullo las promesas que te hacen las cumplirían. Y es que hay que ser gilipollas para creerse estúpidas palabras que no acompañan a ningunas acciones. Que la misma que te prometió el mundo es la misma que no es capaz ni de quererte. Y perdona por contarte esto como si hablara de ti cuando en realidad me describo a mí, pero guárdame el secreto. Guárdame el secreto de que no tengo sentimientos de hielo, de que no soy el duro que rompe corazones, sino el débil a quien se lo rompen.