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Las Noches, El Cielo y Ella

Como cada noche que pasa, ella llora sin que nadie lo sepa. Algo que guardaba en su pecho se rompió para siempre hace ya unos meses. Ahora no existe la esperanza, no existe nadie que la consuele, ni siquiera existe un mísero abrazo. No existe nadie que vaya a entender jamás cómo se siente -los sentimientos sólo son de uno propio y una vez los sientes, se quedan encerrados en ti para siempre-. Sólo existe ella y el dolor de su pecho que la ampara y la impregna, que sólo ella conoce y al que sólo ella es capaz de hacerle frente. Sus manos se volvieron frías y así cristalizó todas las caricias que nunca dio. Frágiles. Todo aquello que en silencio guardaba se convirtió en presiones en el pecho de las que no era fácil escapar. Desde aquel día, las noches se volvieron frías y eternas. Algo se perdió para siempre. Los grillos dejaron de grillar y se detuvieron a escuchar sus sollozos. Algunos de ellos sordos perdidos en el silencio para siempre, a oídos de otros.
Pero dentro de su pecho también guardaba grandes tesoros. Algunos de ellos brillaban tanto que se hacían ciegos a la vistas de otros, a la vista de ella. Algo parecido al Sol que no siempre brilla con la misma fuerza -depende de ciclos solares-, pero nunca deja de hacerlo. Algo parecido a contemplar las estrellas que en mitad de la noche se apagan y vuelven a encenderse. Realmente han estado brillando en todo momento. Así la sentía yo.
Asuna20 de abril de 2020

1 Recomendaciones

1 Comentarios

  • Voltereta

    Es hermosa la forma de vivir el aislamiento de la soledad a través del amor y esas estrellas, que nos regalan su fulgor en la distancia.

    Un saludo.

    26/04/20 09:04

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