TusTextos

Bendita Música.

Ya estabas cabreada cuando entramos a la discoteca y, cuando te dijeron que no quedaban vasos, estallaste.
Me acuerdo de cómo saliste disparada y todo el mundo empezó a mirarse y a rumorear. Ron y Coca-Cola, sin hielo y de un trago para salir como una exhalación detrás de ti.
-¡Eh! ¿Dónde vas tan sola?
Te giras y me taladras con la mirada, de rabia y frustración.
-¿Qué haces aquí? ¿No se te ha ocurrido que quizá quiera estar sola?
¿Sola? ¿En tu cumpleaños, a las tantas de la noche y tan guapa como estás? No te lo crees ni tú.
Y veo cómo sonríes, pero disimulas, aunque no puedes apagar la luz que se enciende en tus pupilas cuando te sientes querida.
Y sonrío, porque te veo enfadada, enfadada pero más calmada.
Acereras el paso, te sigo, pasamos sobre unas piedrecitas que decoran un parque. Te escurres:
-Vaya mierda de zapatillas me llevas, cariño.
¡No te metas con mis zapatillas! ¡Y no me llames cariño!
Pero vuelves a reírte, y esta vez no disimulas, y me encanta.
Llegamos a la tienda: Hielos y vasos, por favor.
Intento llevar las bolsas mientras tú te haces la fuerte e insistes en llevarlas tú.
Camino de la discoteca, de nuevo.
No queda nada de tu enfado, nada salvo hielos, y vasos.
-¿No te parece curioso?—te pregunto, sonriendo un poquito.
-¿El qué?
-Pues que vayas a acabar enamorándote de alguien que no te deja estar sola cuando quieres y que, además, se mete con tus zapatillas.
-¡No empieces! ¡Y mis zapatillas molan! – me contestas, intentando cortar la conversación, odiando mi prepotencia, deseando que yo no sepa todo lo que piensas.
Pero te leo, noto como te muerdes el labio y te robo la bolsa de hielo. Y reímos.
Ya estamos dentro de la discoteca. Mi vaso vuelve a llenarse de ron mientras te pierdo entre conversaciones y decibelios. Te das la vuelta… Umm bonito culo… ¡Oh! ¡El tatuaje!
Me habías prometido que me lo enseñarías esa noche.
Hora de volver a la carga. Cojo un hielo y me acerco a ti. Te lo deslizo sobre el hombro, sintiendo yo también el escalofrío que recorre tu espalda mientras que te aparto el pelo del otro hombro y observo tu tatuaje.
Reprimes tu sonrisa, pero te vuelvo a ver morderte el labio casi imperceptiblemente.
Te escabulles de nuevo, huyendo de mí. Pasan los segundos, los minutos y algunas horas mientras los grados se encargan de llevarlo todo por el buen camino. Y no hablo del ron, aunque también. Me acerco de nuevo, ya no te quedan excusas para huir. Y susurro en tu oído, bendita música que me obliga a acercarme tanto... Que me permite besarte en el cuello, que me permite acabar mordiéndote en el labio… Que del resto ya nos encargamos nosotros…
Atreyu27 de septiembre de 2011

Más de Atreyu

Chat