TusTextos

Recuerdos, Simples Recuerdos.

-Shh, escucha, cierra los ojos y recuerda, imagina lo que no recuerdes. ¿Puedes hacerlo?
-No, espera, no te comprendo, ¿Qué quieres que recuerde?
-Nada, no recuerdes, libera tus sentidos y déjate transportar, mis palabras serán tus ojos, mis recuerdos tu historia, volveremos a ser uno, tu serás yo, ¿estás lista?
-si, quiero escucharte de nuevo, dejar que me embauques con tus palabras, quiero volver a hacerlo, volver a dormir sobre tu pecho. Aun que solo sea en un recuerdo.
-Bien, escucha, te lo contaré tal y como pasó, deja que este torrente de sensaciones te invada, recorra cada poro de tu piel y te haga vibrar como un día lo hicieron mis manos, voy a empezar un poco antes del principio, si no te importa. Bien, comienzo.
Espero recuerdes que todo empezó en los baños de un teatro madrileño, donde el destino comenzó a tejer los hilos que mas tarde serian los pilares básicos y esenciales que sellarían nuestras vidas como una sola.
Nuestra historia tiene inicio con un suave saludo y gracias a una excursión de nuestro instituto.
Parece que aquella sólo fue una toma de contacto, una prueba de los hados para ver si de verdad éramos merecedores de todo cuanto nos podrían ofrecer.
Pasados unos meses volvimos a quedar, bajo un océano embravecido de vergüenza y curiosidad por la otra persona, unas ganas locas e inconscientes de yacer cuerpo contra cuerpo en una incesante lucha de cuyo comienzo podemos culpar a nuestros corazones y su afán de imponer el uno sus latidos frente a los del otro.
Acompañadas a estas sensaciones, a demás, por una manta de terror, un miedo atroz de sufrir a consecuencia de los actos venideros…pero cada cosa a su tiempo.
Cada día en el que nos veíamos íbamos rompiendo el débil muro que separaba nuestras epidermis, cada mirada, cada ver que tu aire rozaba mi cara…
Lo que no recuerdo fue cuando pasó, cuando nos abrazamos por primera vez…. Cuando noté las suaves cadenas de tus delicados y dulces brazos…
-¿Cómo que no te acuerdas? Tienes la memoria que tenia yo por aquel entonces jaja, fue en un recreo. Como en todos tú estabas sentado en la estatua que todos usábamos de banco, y te levantaste, acercaste lentamente tu cabeza a la mía y yo pensé que me ibas a contar algo, así lo hiciste, pero después deslizaste tu brazos por mi espalda, yo te imité, apoyé mi cara en tu pecho y me sentí bien, realmente bien. Recibí de ti aquello que nadie había recibido, extraje todo tu calor en un momento y me sentí débil al separarnos…
-¡Ah! Ya lo recuerdo, lo que no sé es por qué lo hice, solo recuerdo que me apetecía, que sentía unas ganas irrefrenables de rozar tu piel, de sentirte cerca, tu cuerpo me llamaba como una sirena en lo mas profundo del mar egeo, recuero tus hombros perlinos desnudos bajo ese jersey que tanto me atraía, esos ojos de miel, tan dulces como ambrosía en el olimpo, tu, mi pequeña diosa, tu, mi perfecta mitad, pero, ante todo, recuerdo aquel lunar, aquella diminuta peca habitando en la base de tu parpado izquierdo. ¿Sabes? Pasé noches enteras en mi cama, tumbado, pensando en esos ojos, me embriagaba la idea de verlos cerrados al tiempo que nuestros labios luchaban apasionadamente, pero no, tendríamos que esperar mucho todavía para que aquello sucediera. Tras ese vinieron muchos más, decenas de abrazos, poco a poco me fui acostumbrando a tenerte entre mis brazos, me acostumbré a tu presencia, me olvidé de que tu me querías solo como a un hermano y me obsesioné por que no lo notaras y, creo, me distancié de ti.
-si, te alejaste bastante, llegue a pensar que ya no querías mi amistad, afortunadamente le contaste lo que te pasaba a una de mis amigas, que insistió bastante para que hablase contigo y te preguntara por que estabas tan distante.
Ciertamente pasé de ella, pero los días se sucedieron y tú seguías con tu inexpresividad, y a mí cada vez me costaba mas vivir sin tus abrazos, ya me había acostumbrado a ellos.
Recordé que mi amiga había insistido mucho, y cogí mi agenda, busqué el día de tu cumpleaños y escribí con letra temblorosa:

¿Qué te pasa?

-si, ella me la entregó y me dijo: “observa el día de tu cumpleaños”
Me la llevé y la guardé en mi mochila, cuando la clase estaba a punto de terminar y yo estaba guardando el libro volvía verla, entonces si, la abrí e inmediatamente después busqué el diez de enero. Leí la pregunta y medité mi respuesta, justo antes de que el timbre sonara apunte mi contestación y me fui a mi casa, temblando como un flan.
-a mi me devolvieron la agenda. Yo también me olvidé de ella si he de serte sincera, y de vuelta a mi casa me volvió a la cabeza, cuando busqué la hoja no la encontraba, hasta que al fin me detuve en el diez de enero del 2009:

¿Qué te pasa? Que…
Creo que me estoy
Empezando a pillar…

Mi sangre se heló, hubiera esperado cualquier cosa, cualquier problema pero no ese.
Te dije que si era por eso por lo que te distanciabas de verdad y tu me contestaste que sí.
Luego te dije que no me importaba, que quería seguir teniéndote como te había tenido hasta ese día y tú…
-te abracé, te abracé con todas mis fuerzas, dejé que todo lo que sentía por ti aflorara, y te estreche entre mis brazos con mas fuerza si cabía. A parir de ahí nuestra amistad quedó en eso, abrazos espontáneos y miradas cómplices.
Pasó el tiempo.
Las tristes hojas moribundas terminaron de desnudar a los altos árboles de nuestra ciudad dando paso a los albos copos de fría nieve que, ocasionalmente, cubrían las calles por las que solíamos pasear. Una fría tarde del 21 de noviembre del 2008 nuestros pasos murieron en los cómodos sillones de una oscura y acogedora teteria que solíamos regentar en las lúgubres tardes como esa, tomamos un café cada uno y te recuerdo sentada a mi lado, recuerdo como me atreví a tomarte de las manos, a juguetear con ellas, esas manos…tus manos me volvían loco, unas manos heladas, siempre en contraste con el fuego que desprendían las mías, unas manos consagradas a mi por siempre desde aquel momento.
Cuando salimos de aquel establecimiento me apoyé en una pared y tu deslizaste tu esbelta figura por delante de mis ojos, alargué mis brazos APRA que volvieras a amoldarte a mi cuerpo, algo cambió, este abrazo fue distinto, acercaste tus labios vergonzosos a la comisura de mis labios, besándola dulcemente, con la delicadeza de una diosa, para despegarlos un instante y volver a sellar los míos con los tuyos de nuevo, derritiendo nuestros cuerpos por el calor desprendido en la lucha sin cuartel que en ese momento protagonizaban nuestras almas, almas opuestas,, opuestas pero iguales al mismo tiempo. Tú, hielo con corazón de fuego, yo, fuego con corazón de hielo. Al fin uno, en un segundo insignificante para el infinito tiempo, pero único en nuestra vida, y es que jamás había sentido nada parecido al ser besado, y nunca lo volví a sentir lejos de tus labios.
Atreyu26 de septiembre de 2009

3 Comentarios

  • Elframoso

    Me floreció la melancolía,
    Recordé el son de mi melodía (que es mi vida), de hace algún par de años atrás.

    01/10/09 05:10

  • Daydream

    Qué lindo lo que escribiste!!!

    03/10/09 07:10

  • Atreyu

    gracias =)

    04/10/09 11:10

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