Mis lágrimas saben tan saladas como ayer. Aunque esta sonrisa fue más dulce, dejó entrever lo carente.
La culpa es de uno cuando no enamora dijo el poeta, y puede que tenga razón. No por cualquier cosa unos aman y otros son amados. Hoy simplemente me dispongo a aceptar mi porvenir y esperar dejar de ser esclavo para poder, en alguna ocasión pronta, ser el amo.
Ojalá no sea este mi destino, amar y no ser amado.
Parece que estoy condenada a escribir con lágrimas en los ojos, espero que quien esté leyendo esté amando mucho.
Suerte