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Rue 51

Dos lunas han pasado
por la oscura y tenebrosa
Rue 51.
Descansa allí,
solitario y desalamado
un hombre barbudo.

En sus poblados cabellos se enredan
la melancolía y el rencor.
Un ojo grisáseo -para su fortuna-,
un único glóbulo ocular percibe
la misteriosa noche de
la Rue 51.

Pantalón roto,
guantes destrozados,
dejan penetrar
el cruel episodio nocturno;
el gato tras el ratón,
el moribundo,
el ladrón.

En su poblado mostacho
vivió alguna vez
un tímido sueño.
Ahora aquel huesped
deshabita el lugar.
¡Ay, penetrante rencor!

Quiso hacerlo,
y vio que todo era bueno,
sin embargo el desamparo
lo embarcó en el tren de la soledad,
soledad,
perdón.

No hay estación para el tren de la soledad,
porque no hay nadie que desee montar.
Sólo un hombre de barba
toma su manto y espera
a que estacione el tren de las penas
en la Rue 51.

Barandica08 de enero de 2008

1 Comentarios

  • Mejorana

    Qué poema tan hermoso y evocador.
    Me gusta mucho Barandica

    09/01/08 11:01

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