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Duarte al Desnudo

Quien podría pensar, que ese acto de egoísmo por parte de mi padre seria el comienzo de mi vida; mi renacer; en el cuál lo pasé mal en un principio, pero como se puede observar ahora; la vida por fin me ha sonreido dandome la fuerza interior que necesitaba y los bienes materiales que poseo.

Toda esta historia, la historia de mi vida, comenzó en Febrero del año 2005. Tras una época francamente mala en mi vida, en concreto la relación con mi padre, que no era una mala persona, pero tenia unos planes de vida para mí que yo no compartia en opinión.
Tal día, la discusión con mi padre fue una de las más soportables que tuve en años, por lo cual. Aún 5 años más tarde, me sigo cuestionando, cual fue el motivo de aquella decisión que tomó. Supongo que sería el cumulo de nuestro comportamiento mutuo durante tantos años, pero creo que nunca lo sabré a menos que se lo pregunte a él, pero esa idea no está en mis planes futuros.

Como decía, aquel día la discusión no fue nada del otro mundo, se le perdieron las llaves de la casa y como de costumbre el que paga los platos rotos siempre era yo. Gritos, gritos y más gritos hasta que por fin, su aspera mano encontró trayectoria con mi cara e hizo un sonido hueco, como si dentro de mi no hubiera nada. Eché a correr y a decirle toda clase de improperios que nunca antes habían salido de mi boca, pero el caso es que , como de costumbre mi padre mencionó su famosa frase que me recordaba en cada discusión – si no quieres acatar las normas que impongo en esta casa, sabes donde está la puerta-. Tantas veces decía esa frase, que ya no provocaba efecto ninguno sobre mi. Pura indiferencia. Así pues cogí mi maleta y me fui a mis clases. El día se presentaba normal, la misma rutina de siempre, clases, conversaciones con los compañeros, vuelta a clases y me iba un par de horas antes de finalizar el día para despejar mi mente.

Al salir, puse rumbo a la biblioteca, mi adorada guarida repleta de personajes singulares como aquel anciano entrañable que se pasaba horas pasando escritos a limpio, aunque nunca supe de que trataban, puesto que no pude leerlos, creo que escribia un libro. Pero todo se truncó cuando de repente mis ojos se volvieron inertes, una oscuridad extrema me envolvía a la vez que mi cuerpo se agitaba con el vaiven que producían los pasos de aquellos misteriosos personajes que me habían cogido en peso, mientras yo aturdido por el golpe no reaccionaba para safarme de ellos.

Horas después me desperté y vi como estaba en una silla sentado mani-atado y con cuerdas por todo mi cuerpo para impedir cualquier movimiento. Conseguí distinguir a los misteriosos personajes que me habían hecho aquello. Eran dos tipos rudos, a suponer mio de nacionalidad sudamericana, uno de ellos de pelo moreno, barba cerrada y cicatriz en la mejilla derecha, el otro era calvo con cicatrices también, pero en la cabeza y un bigote del estilo al personaje de cine, cantinflas.
-Somos amigos de la señor Colucci- mencionó el de pelo moreno. –Vas a estar una buena temporada con nosotros a menos que tu padre pague el dinero que pedimos-. –Pues entonces si que estaremos juntos una buena temporada- respondí yo con aire jocoso, ya que sabía que tal hecho no sucederia. Mi padre era una persona demasiado influyente como para permitir que aquellos dos tipos y la señora Colucci le chantajeran.

Como vosotros, los lectores, estareis preguntandoos quien es la señora Colucci, conviene mencionar que ella, fue el motivo de mis antiguos problemas, una persona manipuladora, que sabia lo que quería y lo conseguia a toda costa, hasta el punto de hacer lo que estaba haciendo ahora conmigo, ya que fui el único hombre que pudo burlar sus encantos, cosa que ella no podía tolerar. En definitiva ella era mi expareja, con quien, 20 años mayor que yo, solo compartía relaciones sexuales, pero su encaprichamiento por mi, requeria mi atención las 24h del día, cosa que yo a la cual no estaba dispuesto acceder, puesto que mis sentimientos hacia ella no eran los mismos que los suyos. Por tanto era otra relación llena de discusiones y capitulos amargos en mi vida.
Volviendo a la situación actual, aquellos tipos contratados para tenerme retenido contra mi voluntad estuvieron vigilandome día y noche durante 3 días, hasta que el 4º día cuando llegó la señorita Colucci, se pusieron en contacto con mi padre, que parecía de lo más calmado; Como si no hubiese notado mi ausencia. –¿Señor Duarte?- Habla uno de ellos con voz distorsionada, gracias al invento del pañuelo en el microfono del telefono. –El mismo ¿Qué desea?-. –Tenemos a su hijo Miguel Angel, si quiere volver a verlo deberá pagar la suma de 30.000 €-. El silencio en la conversación telefónica hizo mella durante un rato, lo que demuestra que mi padre no esperaba tal propuesta. Segundos después de ese silencio sepulcral la voz de mi padre resonó en el altavoz del teléfono móvil. –Mire, no sé quién es usted, pero no pienso pagar nada por mi hijo, por mi como si se lo quiere quedar-. Esa fue la contestación de mi padre. El motivo por el cual he tenido que vivir todo lo que me ha pasado durante estos cinco años de mi vida.

Después de colgar el teléfono, veo como se retiran hacia otra estancia del almacen donde me habían tenido retenido durante cuatro días, dos de ellos atado y amordazado, pero suponían que no era ningún tipo de amenaza, por lo que me quitaron las ataduras. Cinco o diez minutos después reaparecieron, discutiendo sobre que hacer conmigo. –Lo más lógico es que lo matemos. Sabe demasiado y en cuanto lo soltemos ¿que crees que hará, Nadia?-. le expusieron los dos matones a la señorita Colucci. Ella asintiendo con la cabeza, sabía que lo primero que haría sería ir a la policía a denunciar lo sucedido, y con un gesto amargo en su cara, dijo: -Está bien, si yo no puedo conquistarlo, ninguna zorra lo hará. Matadlo y deshaceos luego del cadáver ¿entendido?-. Los dos asintieron con la cabeza y acto seguido cogieron de la mesa de herramientas dos pistolas.

En aquel momento sabía perfectamente que iba a morir, pero la verdad era muy joven y aunque las expectativas de mi vida no hubiesen ayudado mucho, soy una persona con un temor sobrenatural a la muerte, muchas veces reflexionaba sobre la muerte y solo la idea de que terminase mi vida terrenal, me hacía sentir consumido. No sabía que hacer ante aquella situación, pero desde luego no quería morir sin intentar sobrevivir, y eché a correr mientras los disparos me perseguían y amenazaban con arrebatarme lo único que conservaba ahora mismo. La vida. Sigo corriendo y corriendo por todo el almacén mientras me siguen, esos dos matones, subo por cajas de madera hasta la segunda planta, salto por la barandilla y me escondo como puedo para ganar algo de tiempo. Suben por las escaleras a la segunda planta y yo agazapado entre escombros y polvo, repto hasta que de buenas a primeras encuentro una palanca de acero. Eso es lo más parecido a un billete en el expreso de mi salvación.

Huyo sigilosamente fuera del alcance de las balas, hasta que por fin me sitúo tras ellos. En un momento de reflexión me pregunto qué hacer, huir sin ser visto o dejarlo K.O. con un golpe en la cabeza, pero es demasiado tarde, ya me ha visto el de la cicatriz en la mejilla derecha y rápidamente empuño la palanca y le doy un golpe en la cabeza. El cabeza rapada agitado por el fuerte sonido producido por el frio acero contra el cráneo de su compañero. Doy una patada en su estomago para aturdirlo y cuando cae al suelo dejando caer la pistola por el hueco de la barandilla, le parto el cráneo con un duro golpe de palanca. Los dos han muerto. Han muerto en mis manos, y necesito salir de aquí.
Bertomurder16 de marzo de 2010

1 Comentarios

  • Bertomurder

    Buenas, Uno de mis deseos es escribir una novela a partir de esta primera parte o prologo.

    Me gustaría mucho que me comentasen sobre que les parece.

    Muchas gracias.

    atentamente BeRto Murder

    16/03/10 11:03

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