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Highlander 13

Cuando llegué a Francia, me quedé un tiempo en la Provenza, con la familia de mi padre; pero pronto supe que aquel no era mi sitio. Eran buena gente, pero me hacían demasiadas preguntas, supongo que con buena intención, y querían intervenir demasiado en mi vida. No pasé con ellos más de dos años, y luego llegué a Paris, donde comercié un tiempo con whisky y licores. Puede que suene raro contar que yo viví la toma de la Bastilla y todo el proceso posterior de la revolución; pero es la verdad. Me tocó vivirlo de cerca, aunque evité meterme en problemas, porque al fin y al cabo, era un extranjero y no tenía que tomar partido por nadie. Fue una buena época en cuanto a los negocios se refiere; me imagino que los momentos inciertos hacen que la gente encuentre más gusto en las bebidas alcohólicas, para intentar escapar a la triste realidad. Era muy pronto para que sucediese nada de lo que tanto Kilda como el druida me habían vaticinado; pero no dejé escapar la ocasión de visitar cada cierto tiempo la Bretaña francesa y de mantenerme atento a cualquier muchacha que pudiese semejarse a mi esposa. Después de todo, lo único que sabía era que aparecería en algún lugar relacionado con Escocia, con celtas. No tuve suerte; y aunque era lo que esperaba, ¿cómo no sentir dolor y decepción? Mi francés mejoró mucho, y aproveché para estudiar otras cosas que me interesaban. Cuando uno sabe que dispone de mucho tiempo, tiene dos opciones: desperdiciarlo o tratar de programar su vida para aprovecharla lo mejor posible. Yo elegí la segunda opción.

No puedo decir que viviese como un ermitaño ni como un monje, porque sería faltar a la verdad. Me relacioné con mujeres; pero siempre con muchas y con ninguna en particular. No me apetecía forjar relaciones duraderas que no llegarían nunca a buen puerto; porque yo seguía amando a mi mujer. Siempre pensé que los inocentes no deben pagar nuestros pecados, y nadie, salvo Malcom, tenía la culpa de mi desgracia. Mi máxima fue no dormir nunca una noche entera con una mujer; no engañar a nadie, y ofrecer respeto; que era lo único que podían esperar de mí. Respeto, consideración y gratitud, porque eran una especie de bálsamo para mi alma atormentada, al menos durante unas horas. ¿Fui egoísta? Me lo he preguntado, en el transcurso de los años, más veces de las que puedo recordar. Y probablemente lo haya sido en alguna ocasión; pero en mi descargo he de decir que siempre actué con lealtad y honradez, que nunca prometí nada y que al menos de manera intencionada, nunca defraudé a nadie. No estoy demasiado orgulloso de mi mismo, pero nunca tuve la intención que alguien sin culpa alguna pagase por mis errores.
Beth17 de agosto de 2010

7 Comentarios

  • Ag

    Encantado de leer este viaje, aunque llego algo tardé, buscaré por el resto de capítulos para ponerme al día.

    Un saludo.

    17/08/10 06:08

  • Deox

    Hola sigo atrapado entre tus redes...
    en espera de continuar leyendo...
    un abrazos espectadores para ti...
    suerte

    17/08/10 06:08

  • Beth

    Muchas gracias a los dos. El escocés sigue camino, a ver adonde se dirige en su próxima aventura.

    Saludos

    17/08/10 06:08

  • Nemo

    Donde nos lleve su historia, ahí vamos a estar espectantes!
    Saludos muchos Beth! Gracias por seguir compartiendo.

    17/08/10 07:08

  • Beth

    A ti por leerlo, Nemo

    17/08/10 07:08

  • Mary

    Pobre Alisdair, los giros tan inesperados que da su vida y aun asi
    no pierde la pureza de su corazon. Es un hombre admirable.
    Estoy encantada con esta historia, cada vez mas interesante.
    Besoss.

    17/08/10 08:08

  • Beth

    Si, es admirable quizá porque, debido a la grandeza de las letras, le hice como a mi me gustaría que fuesen los hombres. Y desde luego, alguno habrá. UN beso

    17/08/10 09:08

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