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Highlander 6

Los siguientes meses pasaron rápido, y cuando me di cuenta, había transcurrido ya más de un año desde que Douglas se había instalado con nosotros. Malcom seguía sin hablar apenas con él, y creo que si no se mostraba grosero en su presencia era porque sabía que ni nuestra madre ni yo lo hubiésemos consentido. En cuanto a él, cada vez estaba más débil, y aunque durante el verano parecía que el buen tiempo le hizo revivir, cuando llegó de nuevo el frío, se puso peor. Había ocasiones en que le costaba tanto subir y bajar la escalera, que no quería bajar a comer ni a cenar. Pero yo no le permitía que se quedase arriba arrinconado y solo, y en muchas ocasiones le bajé en brazos. El se negaba, al principio, supongo que porque a nadie le gusta depender de otro. Pero una tarde en que se puso especialmente recalcitrante, me enfadé primero, y luego intenté razonar con él.

-Vamos a ver, viejo terco, porque juro que eres peor que una mula; ¿cuántas veces me has llevado tú en brazos cuando yo era pequeño y me cansaba al caminar? Seguro que muchas de ellas, la mayoría, no las recuerdo, pero si puedo hablarte de una ocasión en que fui de caza contigo y con mi padre, poco antes de Culloden, y me herí un pie con una piedra afilada. ¿Quién me trajo a casa subido a sus hombros?

No me contestó; seguía mirándome de reojo, mohíno, como un niño enfurruñado.

-Además, conste que no lo hago por ti. Es para que animes un poco la cena con tus cuentos y tus historias. Ya ves lo divertido que es cenar al lado de mi hermano; como quien lo hace al lado de un muerto. Apenas abre la boca, como no sea para comer.
-¡Cuánto me preocupa ese chico, Dios mío! No atino a saber por qué ha cambiado de esa manera. Nunca tuvo tan buen carácter como tú, pero desde luego que no era así como le recuerdo de niño. A veces he sorprendido tal mirada de odio dirigida hacia ti, que me he llegado a asustar. ¿Os habéis peleado?-me preguntó.
-No, al menos no ha habido ninguna pelea grave. Desde que tengo uso de razón, recuerdo a Malcom haciéndome rabiar, pero no eran peleas serias. Y ahora tampoco; simplemente no habla, y cuando lo hace, casi siempre es para manifestar su descontento, o su desagrado hacia algo. Casi siempre algo que ha sido idea mía, por cierto.
-En fin, dejemos que pase el tiempo, y a ver si dentro de unos años, su cabeza se asienta y se da cuenta de que con ese endiablado carácter no irá a ningún lado. Los Mc Donald somos tercos como mulas, si; pero no conozco a ninguno con la forma de ser de Malcom.
-Quizá haya salido a la familia de nuestra madre.

Pero Douglas sacudió la cabeza, mostrando su desacuerdo.

-No, los Mc Gregor no son así. Ya ves como es tu tío Edmund. A tu abuelo Mc Gregor no le has conocido, pero era un buen hombre.

La verdad es que aunque pensé que Douglas exageraba, el tiempo demostró que tenía razón, y que incluso se había quedado corto. Aquella primavera hubo un pequeño escándalo cuando en el pueblo vecino la hija del panadero se quedó embarazada y se negaba a decir el nombre del padre de la criatura. Por más que su padre la amenazó e incluso intentó pegarle, ella seguía sin decir nada. Al final, apareció ahorcada en el establo de su casa, a los pocos días. Tenía tan solo diecisiete años, y su familia se quedó desolada. Me imagino que no pudo hacer frente a la vergüenza o a la presión familiar, y decidió acabar con todo. Yo no la conocía demasiado; creo que la había visto alguna que otra vez, pero nunca había hablado con ella. Sin embargo, cuando encontraron su cuerpo, me avisaron y me acerqué al pueblo para intentar ayudar y reconfortar a la familia. Cuando la vi de cerca, aparte de la impresión y la pena de contemplar una vida truncada siendo tan joven, me di cuenta de que su cara me era familiar. Aquella noche estuve pensando mucho tiempo en donde la había visto; y por fin, cuando ya casi amanecía, recordé que a esa muchacha la había visto varias veces con Malcom. Ya no pude seguir en la cama; había algo que me desazonaba; una extraña sospecha que se había instalado en mi cabeza y no me dejaba descansar. Quizá saber la verdad fuese terrible, pero sería mucho peor dejar la duda reconcomiéndome el corazón. Me vestí lo más rápido que pude y fui a la habitación de Malcom. Ni me detuve a llamar a la puerta; no era hora de buenos modales. Entré y desperté a mi hermano sin contemplaciones. La mirada que me lanzó no llevaba buenas intenciones, pero le indiqué por gestos que no hiciese ruido y que me siguiese. Le llevé a la sala y comencé allí mi interrogatorio.

-Voy a ir directo al grano, para no perder el tiempo. ¿Tienes algo que ver en el asunto de la hija del panadero? Y no me mientas
-No se de que hablas. Debes de estar loco.
-Lo sabes muy bien. Cuando le vi la cara no pude recordar de qué la conocía, pero acabo de darme cuenta de que era la muchacha que vi contigo varias veces en las fiestas que se celebraron durante las Navidades. Os sorprendí en el pajar, Malcom. Tú no me viste, pero yo a vosotros dos si. Y si hubiese sido un chico del pueblo quien la hubiese dejado embarazada, no tendría ningún problema en contarlo, sobre todo ante las amenazas y probablemente algo más, de su padre. Pero si era el hermano del Laird, la cosa cambia, ¿Verdad? ¿Tú la amenazaste si lo contaba? ¿Sabías que estaba embarazada?

No me contestaba; se limitaba a mirarme fijamente, retándome con la mirada, midiéndose conmigo. Se me estaba calentando la sangre y tenía ganas de borrarle de un puñetazo esa estúpida sonrisa, pero recordé que era mi hermano, que llevaba mi sangre, y me contuve. Pero lo que si hice fue obligarle a que me dijese la verdad. Y al final lo hizo; aunque cuánto hubiese dado yo por permanecer en la ignorancia.

-Si, lo sabía. ¿Y qué? Solo era una zorrita que se entregaba a cualquiera. ¿Cómo podía tener la seguridad de que ese bastardo era hijo mío? Para ella hubiese sido estupendo acusarme, porque sabía que tú me obligarías a que me casase con ella.

Me sublevó oírle hablar de esa manera de la pobre chica, que ya no estaba viva para defenderse. Me acerqué con intención de romperle la cara de un puñetazo, pero retrocedí. No quería ponerme a su altura. La pobre chica ya estaba muerta, y su familia sumida, a partes iguales, en la pena y la vergüenza. Supongo que actué de manera egoísta y pensé en mi madre, que se moriría al conocer la manera de actuar tan vil de uno de sus hijos. Y callé. Aún ahora, después de tanto tiempo como ha pasado, llevo en mi conciencia ese silencio. A veces me pregunto si debí haber hablado, si debí haberle denunciado, aunque fuese mi hermano. Aún a pesar de mi madre, de su dolor. No lo se, francamente, nunca pude llegar a una conclusión. En ocasiones pensaba que hice mal, que dejé un crimen impune; y en otras me inclinaba por creer que hice lo correcto, que fue proteger a mi madre, que ya había sufrido mucho en la vida.
Beth13 de mayo de 2010

6 Comentarios

  • Mary

    Pues si que es malo ese chico, Malcom. Esta historia cada vez
    se pone mas interesante. Ya estoy con ganas del siguiente cap.
    Besoss.

    13/05/10 08:05

  • Beth

    No es muy bueno, no. Caín y Abel, vaya

    13/05/10 08:05

  • Nemo

    y el capítulo que sigue... vendrá pronto?...
    Saludos muchos Beth!

    13/05/10 09:05

  • Beth

    Lo acabo de escribir hace un rato, pero como se puede publicar solo un tema por días, hasta mañana, nada. De todos modos, si queréis podéis leer Agua de Vida, porque aunque de momento no se vea demasiado claro, las dos historias son, en el fondo, la misma; a través del tiempo, claro. Gracias por leerme

    13/05/10 09:05

  • Voltereta

    Este relato me está empezando a recordar una saga que fué muy famosa allá por los años 7, creo,"Hombre rico, hombre pobre", sinceramente el desarrollo de la trama está muy logrado y ese libro es un best seller de esa época. Hubo dos historias en esas fechas que me atrajeron bastante, esa y la de "Poldark". La tuya aunque ambientada en distinta época y lugares, juega con el lector de una manera muy parecida.

    Un placer leerte.

    Saludos.

    13/05/10 10:05

  • Beth

    Gracias Voltereta. Yo también leí y vi tanto Poldark como Hombre rico, hombre pobre. Pero los dos hermanos de esa serie eran, cada uno en su estilo, encantadores los dos; y aquí el encanto es solo de uno, de momento. Igual es que al malo me he pasado en hacerle malo. Para mi también es un placer escuchar tus comentarios; y se admiten críticas, desde luego

    13/05/10 11:05

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