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La Casa de la Colina 28

Mientras emprendía la tediosa tarea de buscar datos de ese misterioso sujeto, recordé lo que había leído sobre él en el diario de Jaime. Parece ser que era lo que el propio Alvar le había relatado a mi marido; algo ciertamente difícil de creer en un sujeto que llevaba muerto un par de siglos.

"Siempre fui la oveja negra de mi familia, querido Jaime; y mis padres preferían con diferencia a cualquiera de mis hermanos, porque les daban muchos menos problemas que yo. Ellos formaban parte del rebaño, seguían sin rechistar las órdenes de mi padre y no se les ocurría ni discutirlas. Yo, desde que tuve uso de razón, me di cuenta de que era distinto, de que formaba parte de una raza especial, de un grupo de selectos elegidos que habíamos nacido para reinar sobre los mediocres, sobre la plebe embrutecida y vulgar. Por eso no quise casarme con quien mi padre había elegido para mi desde que era un niño de pecho. Fui yo quien decidió con quien compartiría mi vida; y quizá he de reconocer que en esto no estuve demasiado fino. Me enamoré de la hija de un terrateniente del pueblo vecino, que por aquel entonces tenía tan solo 15 años. Tenía una belleza exquisita, como la de una flor que todavía no ha sido cortada y está en todo su esplendor. Convencí a mi padre y fue a hablar con la familia de la muchacha. Apenas tardamos tres meses en casarnos. Adelina provenía de una buena familia, pero últimamente su fortuna había menguado algo, y el padre estaba satisfecho de casar a la mayor de sus hijas. Mis padres me cedieron una casa en lo alto de la colina que domina el pueblo, que habían construido apenas unos años antes, pero que nunca había sido habitada, porque corría el extraño rumor de que el espíritu de un trabajador que se cayó del tejado, rondaba por las noches y no dejaba que nadie descansase tranquilo.
Yo no creía en espíritus por aquel entonces; aunque ahora me cause risa mi ignorancia. Y no tuve el más mínimo problema en ocupar la casa; cuanto más que mi padre había sido tan generoso de ponerla a mi nombre. A mi prometida no le pedí opinión; ¿qué importancia podía tener lo que pensase una simple jovencita ignorante? Nos trasladamos allí el mismo día de la boda, y nunca vi nada que me pudiera hacer pensar que la casa estaba embrujada; aunque ahora, después de tanto tiempo, creo que siempre arrastró una maldición porque nadie que la habite conseguirá ser feliz en ella. Adelina llevaba mal tener que hacer el trabajo de la casa; en su casa, aún ahora que su fortuna había venido a menos, tenían criadas; pero yo no podía hacer ese derroche con la pequeña asignación que mis padres me daban. Cierto es que era joven y podría trabajar, pero no consideraba que alguien de mi inteligencia y posición tuviese necesidad de hacerlo.
La oportunidad de cambiar de vida me llegó cuando llevaba casado apenas unos meses. Un amigo de toda la vida que se había marchado al Nuevo Mundo me hizo llegar noticias de que le hacía falta un hombre de confianza para ayudarle a dirigir su hacienda en aquellas tierras. No me lo pensé más, le pedí a mi padre el dinero suficiente para pagarme el pasaje y embarqué hacia las lejanas tierras americanas, de donde todo el mundo venía transformado en rico caballero. No hice caso de los llantos y súplicas de Adelina, ya se sabe que las mujeres se pasan el día entero en un lamento. Y fue un error, querido Jaime; un error que los dos pagamos muy caro. Ven a verme otro día y seguiré con mi relato".
Durante la primera hora ninguno de los dos encontró nada, y cuando ya estaba siendo el momento de salir a comer algo fue Lucas el que dio con su ingreso en prisión. Pedimos permiso para sacar una fotocopia al expediente, y lo guardamos para llevarlo a casa y verlo detenidamente. Leyendo por encima, se daba cuenta del ingreso de Alvar Durán, detenido por el supuesto asesinato de su esposa, que se encontraba en avanzado estado de gestación. Estaba también el documento descriptivo de la autopsia, redactado por el forense, y que leyó Lucas; yo confieso que no fui capaz. Nos llevamos también detalles sobre el juicio y su posterior y definitivo encarcelamiento. Y por fin, se narraba como había sido encontrado ahorcado en su celda. Todo era verdad, las historias que circulaban por el pueblo no eran meras leyendas ni cotilleos de comadre. Ahora bien, ¿cómo se había enterado Jaime de todo eso? La pregunta me quemaba los labios. Pero no la hice, porque estábamos llegando al despacho del director. Lucas tocó a la puerta y cuando nos mandaron pasar, entró para despedirse de su amigo.
-Te debo una, Juan-le dijo desde la puerta.
-No, creo que más bien quedamos en paz-contestó, haciéndole un gesto.
Ya no podía más, y de camino al coche empecé mi ronda de preguntas.
-¿Cómo se pudo enterar Jaime de todo eso que cuenta en el diario? Estoy segura de que él nunca vio estos documentos.
-No, imposible que los haya visto. Y para tu pregunta, pues no tengo respuesta. No lo sé, y no creas que no me crea muchas dudas.
-Dime la verdad-inquirí cuando ya íbamos de camino a casa. Lo que hemos hecho no es del todo legal, ¿verdad?
Cambió la marcha y se encogió de hombros.
-No, no del todo-reconoció. Conste que si fuese un expediente reciente no hubiese puesto a Juan en ese aprieto, pero hablamos de algo que pasó hace más de doscientos años. No dañamos a nadie mirando el expediente. Pero si nos atenemos a la estricta legalidad, necesitaríamos una orden judicial, que ningún juez nos iba a dar porque carecemos de motivos y de pruebas.
-¿Y por qué te ha dejado que lo mires?
-Porque nos conocemos desde hace mucho tiempo y también yo le he hecho a él algunos favores. Quid pro quo.
-Parece que a ti todo el mundo te debe favores.
-No, pero en mi trabajo es normal que los que estamos en el mismo bando nos ayudemos. Tengo ganas de llegar para ponerme a trabajar con este material a ver que podemos sacar en conclusión.
-¿Qué ha regresado un fantasma del otro mundo para pervertir a Jaime?
Resopló al oír mi respuesta, y me miró de reojo, como valorando si hablaba en serio.
-No creía en fantasmas a los diez años, así que con treinta y seis no lo haré. Tiene que haber una explicación lógica para que tu marido supiese todas esas cosas y las plasmase en ese diario.
Cortamos la charla porque estábamos ya en casa. Nada mas abrir la puerta Sergei vino a enredarse en mis piernas y le cogí en brazos con algo de remordimiento, porque los dos últimos días había estado solo demasiado tiempo. Al parecer no era un gato rencoroso, porque se dejó abrazar y se mostró contento cuando le di de comer. Lucas y yo nos sentamos en la sala, después de comer, con los papeles del expediente que habíamos copiado. Lo leí más detenidamente y me entraron algunas dudas.
-Me pregunto cómo no escapó Alvar.
-¿Qué quieres decir? –me preguntó Lucas.
-Pues que en aquellos tiempos era más fácil que un crimen quedase impune que ahora; piénsalo bien, no había pruebas de ADN ni todos estos adelantos técnicos que tenéis en los laboratorios. Puede que la gente todavía ni estuviese enterada de que había vuelto de América, así que le sería fácil matarla y esconderse en cualquier lugar. Mi casa es solitaria, no creo que nadie le estuviese espiando.
Lucas frunció el ceño, pensativo.
-Pues si, tienes razón-admitió al cabo de un rato. Pero puede que tuviese una razón para no escapar; puede-repitió despacio-que él desease que le castigasen por lo que había hecho.
Beth09 de diciembre de 2010

5 Comentarios

  • Norah

    No hice caso de los llantos y súplicas de Adelina, ya se sabe que las mujeres se pasan el día entero en un lamento. Y fue un error, querido Jaime; un error que los dos pagamos muy caro, en verdad excelente el relato de Alvar, su sentir de impunidad y privilegio sobre todos y su acendrado machismo…y ese final que dice Lucas, sobre el quizás el desease ser castigado, cada vez mejor amiga, beso.

    10/12/10 11:12

  • Serge

    Beth:
    Amita querida veo que ya estan atando los cabos y que poco a poco todo se esta descubriendo.
    Sabía muy bien que estabas ocupada, yo no podría guardarte rencor, eres la mejor ama que he tenido así que puedes dejarme solo las veces que sean necesarias.
    A mí también me intriga por qué Alvar no escapo.
    Estaré atento además sabes que los gatos podemos ver a los fantasmas y voy a maullar fuerte para que se vaya.

    Un gusto leerte.

    Sergei.

    10/12/10 02:12

  • Beth

    Querida Norah,Alvar se cree con licencia para matar, como en la película de James Bond. Ya se sabe

    10/12/10 04:12

  • Beth

    Se me ha cortado, lo siento. Decía que los asesinos psicópatas piensan que están por encima del bien y del mal. Gracias por tus comentarios, siempre

    10/12/10 04:12

  • Beth

    Mi gatito perdulario, cuando las cosas mejoren prometo prestarte más atención; aunque puede ser que aparezcan de ahora en adelante personajes interesantes que me roben la tuya. Alteza, de cualquier modo, tener una mascota como tú es lo mejor de todo

    10/12/10 04:12

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