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La Casa de la Colina 44

Le creí; le conocía bastante para saber que no estaba inventándose nada, que eso era precisamente lo que sentía. No dejó de mirarme fijamente cuando me levantó de nuevo en brazos y nos fuimos a la cama para pecar un poco más antes de enfrentarnos a la santidad del convento y de su prior.
-Lucas-le dije más tarde, dándole una ligera patada para que me liberase las piernas, entrelazadas con las suyas. Tenemos que irnos. En el convento cenan temprano.
-Mmmm-murmuró, sin abrir los ojos. Eres agotadora. ¿Tú crees que yo tengo ahora el cuerpo para conventos? Además, ese fraile sabrá que pecaste con sólo mirarte y no querrá atenderte.
-Venga, déjate de bobadas-le sacudí ya sin miramientos. Vamos.
Tras algo más de insistencia por mi parte, al fin conseguí que se levantase de la cama, y exactamente a las ocho menos cinco estábamos aparcando el coche en la explanada ante el convento. Era un edificio con mucho encanto, con enormes pilastras que enmarcaban la entrada, rematada en un capitel triangular. Hacía tanto viento que tuve que apoyarme en Lucas para no caerme al suelo. Los árboles del bosque que se extendía por detrás del convento mecían sus ramas en una especie de baile desacompasado. Tocamos al timbre, y después de casi cinco minutos de espera oímos arrastrar unos pasos en el interior. La puerta se abrió y asomó una cabeza coronada por una rala pelusa blanquecina. El propietario nos miró entornando unos ojos claros y algo nublados por unas incipientes cataratas. Pero se quedó callado, examinándonos con cara de pocos amigos. Lucas se hizo cargo de la situación y le anunció que el prior nos había citado a las ocho. Pero él siguió mirándonos como si estuviésemos profanando la paz de un lugar sagrado.
-Nadie me ha dicho nada. Iré a preguntar. Esperen aquí-nos ordenó volviendo a cerrar la puerta. Volvimos a oírle como arrastraba los pies. Suspiré con resignación. No nos quedaba más remedio que esperar fuera, a merced del viento cortante que me arrancaba lágrimas y me congelaba la nariz. Lucas abrió su amplio abrigo y me acogió en sus brazos. Cuando el portero volvió y abrió la puerta nos encontró abrazados, besándonos, y rezongó algo por lo bajo, mirándonos de reojo, con evidente desaprobación. Pese a todo, nos ordenó con su voz cascada que le siguiésemos por aquellos pasillos estrechos, con sus altos muros de piedra que hacía que nuestras pisadas resonasen de un modo fantasmal. Apenas hacía algo más de calor que en el exterior. No me extrañaba que los huesos del pobre anciano pareciesen crujir con cada paso que daba; ese lugar me parecía el ideal para ganarse una buena artrosis. Sin decir nada abrió la puerta de un despacho y se hizo a un lado para que entrásemos.
Detrás de una enorme mesa de madera se sentaba un anciano fraile, cuyas amplias vestiduras oscuras no ocultaban su descarnada delgadez. Pero sin embargo, su cara estaba extrañamente desprovista de arrugas y sus mansos ojos marrones eran dulces como los de un niño. Nos acogió con una sonrisa y después de las presentaciones y de estrechar nuestra mano, nos invitó a que nos sentásemos. Antes de que pudiésemos empezar a hablar, un fraile más joven entró con una bandeja y la dejó, en completo silencio, encima de la mesa. El prior le dio las gracias y cuando la puerta volvió a cerrarse, sirvió café para los tres.
-Sólo me permito este lujo cuando tengo alguna visita. Y por desgracia, cada vez viene menos gente a verme. El padre Avelino me dijo que usted deseaba hacer algunas preguntas sobre quien fue nuestro prior hace muchos años, el padre Rodrigo.
-Así es, padre-le contesté. En realidad, era antepasado mío.
-Así lo supuse, por su apellido. ¿Qué quieren saber?
Extendí las manos en un gesto de impotencia.
-Todo. Es decir, todo lo que usted nos pueda decir. Verá, quiero escribir la historia de mi familia-mentí, no sin cierto remordimiento por contarle una historia inventada a este anciano tan amable-y no me queda mucha gente a quien recurrir en cuanto a la figura de Rodrigo. Quien más sabía de él era mi abuela, y por desgracia hace ya bastantes años que ha muerto.
El padre Anselmo, así nos dijo que podíamos llamarle, dio un sorbo a su café, y echó la cabeza hacia atrás, como paladeando la infusión, disfrutándola.
-Todos los frailes de este convento conocemos su historia, y le veneramos casi como a un santo. Trataré de hacer un resumen, porque en realidad, no es que haya mucho que decir. Por lo que sabemos, profesó cuando ya tenía una cierta edad, quizá treinta y cinco años, o más.
-¿Se sabe por qué?-le interrumpí.
-Parece ser que provenía de una de las familias más adineradas del lugar, y era el hijo mayor, con lo cual heredaría la mayor parte de la fortuna de su padre. Pero se hablaba de una historia de amor que acabó mal. No puedo decir que sea verdad, pero la versión que aquí todos conocemos es que se enamoró de la mujer de uno de sus hermanos, que se había marchado a América. Y los amores tuvieron consecuencias.
-Quiere decir-aventuró Lucas-que su cuñada se quedó embarazada o algo así.
Asintió en silencio. Me imagino que ese pecado de dejar en estado a la mujer de su hermano era demasiado para el padre Anselmo. Pero le juzgué mal, porque continuó hablando.
-Eso, de por si, sería ya bastante dramático, pero es que además el hermano volvió antes de lo previsto y mató a su mujer. Creo que le apresaron cuando intentaba dar muerte también a Rodrigo. Al hermano le condenaron a muerte y Rodrigo no pudo vivir con los remordimientos del pecado que había cometido, y sobre todo por la pena que le causaba la muerte de su amante y de su hijo todavía no nacido. Se refugió en este convento, al principio sólo para curarse de sus quebrantos, pero acabó profesando, y llegó a ser prior. Y fue uno de los mejores-concluyó.
Después de agradecer al padre Anselmo sus explicaciones, nos despedimos y entramos de nuevo en el coche, rumbo a la calidez de la casa de Lucas, de nuestra casa.
Beth28 de enero de 2011

18 Comentarios

  • Serge

    Beth:
    Amita que historia más triste; pero realmente es un gran pecado enamorarse de la mujer de un hermano.
    Esa experiencia hizo que Rodrigo se entregara a Dios totalmente y eso si es una bendición, con ese acto limpio su pecado.

    Un gusto leerte de nuevo.

    Sergei.

    28/01/11 02:01

  • Bosor

    Muy lograda la historia,
    felicitaciones

    28/01/11 04:01

  • Beth

    Ay, gatito, pero creo que en este caso el pobre prior tenía una disculpa: su hermano trataba a la pobre niña con mucha dureza.

    Presta atención a ese prior, Alteza

    28/01/11 04:01

  • Beth

    Gracias, Bosor

    28/01/11 04:01

  • Norah

    Beth, todo parece tender a que se repita la historia, deseo que Marta y Lucas se salven y te olvidaste de darle la tarta haha, beso grande.

    28/01/11 05:01

  • Norah

    Huija, Lucas y yo podremos comer la tarta.

    28/01/11 06:01

  • Beth

    Ah, creo que si, que el prior tiene su tarta, pero Marta es modesta y no quería hacer alarde público. ¿Y os conformaréis Lucas y tú con comer tarta y nada más? Si es así, no hay problema

    28/01/11 06:01

  • Norah

    Ok, Marta es modesta...Lucas no se, yo espero la de chocolate, beso grande.

    28/01/11 07:01

  • Beth

    Lucas no creo que sea tan modesto. Este chico se me ha disparatado un poco y no consigo dominarle del todo, por más que saque el látigo a paseo. Hace lo que quiere. ¿A ti también te gusta el chocolate?

    28/01/11 07:01

  • Norah

    Me fascina el chocolate, y ya sabes sus poderes, beso.

    29/01/11 01:01

  • Beth

    Pues si, ¿no lleva serotonina? Los bollos de canela también hacen su efecto. Y el champán, desde luego

    29/01/11 09:01

  • Norah

    Siii, serotonina , la canela , el almizcle, el champagne obvio y tambien dicen la mostaza de Dijón.Beso.

    29/01/11 06:01

  • Norah

    Siii, serotonina , la canela , el almizcle, el champagne obvio y tambien dicen la mostaza de Dijón.Beso.

    29/01/11 06:01

  • Beth

    La verdad es que la mostaza no me gusta, ni las ostras, que dicen que también son afrodisíacas. Aunque pienso que cualquier cosa que se coma junto a alguien interesante puede serlo

    29/01/11 08:01

  • Norah

    Beth y pensar que todo empezo por esa tarta que le llevaste al príor haha, beso grande.

    30/01/11 02:01

  • Norah

    Beth, espero que la tarta de chocolate que prometiste se cumpla si?.Beso.

    30/01/11 04:01

  • Norah

    Beth, espero que la tarta de chocolate que prometiste se cumpla si?.Beso.

    30/01/11 04:01

  • Beth

    Se lo diré a Marta

    30/01/11 11:01

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