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La Casa de la Colina 49

La hemorragia de la nariz por fin se había detenido, pero ahora no podía respirar bien a causa de algún coágulo de sangre que me taponaba el paso del aire. Sentía la cabeza flotando a causa de las bofetadas de Jaime, y el estómago revuelto. Creo que en mi vida me había encontrado peor. Me encogí sobre mi misma cuando me di cuenta de que mi marido me estaba mirando y se acercaba a mí. Se sentó en el suelo, a mi lado, y agarrándome del pelo me obligó a que le mirase.
-¿Crees que me gusta tener que haber llegado a esto?
-Si no te gustase, no lo harías-me atreví a responderle.
Volvió a levantar la mano, e instintivamente levanté los brazos para protegerme. Pero el golpe que esperaba no llegó.
-Te lo dí todo, pero no te bastaba. Querías más. Y no encontraste descanso hasta que me engañaste de nuevo con tu amante.
-Nunca te engañé, Jaime. Fui clara cuando me casé contigo. Tú sabías que no te amaba, pero insististe. La culpa también fue mía por ceder a tu insistencia, pero no considero que te haya engañado. Tú sabías que Lucas fue el primer y único hombre en mi vida. Y siempre lo será. A ti te quería como a un hermano mayor, y nunca te dije otra cosa.
Se encogió de hombros y volvió a mirarme con aquellos ojos que no reconocía como suyos. Hasta la voz le había cambiado. Nunca fui una persona crédula ni me dejé impresionar por historias paranormales, pero juraría ante quien me preguntase que en Jaime había en este momento más de Alvar que de él mismo. Estaba tan enfurecido que no se dio cuenta de que los dos gatos se habían deslizado sigilosamente desde la puerta y ahora mismo estaban agazapados detrás del altar, escondidos tras las imágenes. Yo sólo podía rogar que Lucas o sus compañeros me encontrasen, porque no sabía durante cuanto tiempo iba a poder esquivar la ira asesina de este ser que en otro tiempo había sido Jaime Heredia. Como si hubiese entrado en mis pensamientos, sacó un cuchillo estrecho y afilado y me lo puso en la garganta.
-Aunque he pensado en matarte cuando llegue tu enamorado, para que lo disfrute más viéndolo en vivo y en directo, puedo hacerlo ahora mismo si me desobedeces o intentas escapar. Será muy fácil. Tu carne será como mantequilla para mis cuchillos.
Y como si quisiera convencerme mejor, me desgarró la blusa y con la punta afilada del arma que llevaba en la mano, trazó una fina línea que hizo que un reguero de sangre se deslizase desde mi pecho hasta la falda. No me dolió siquiera, pero sirvió para asustarme; que era lo que él pretendía. Mentalmente llamé a Lucas, le rogué a Dios que le trajese a mi lado y en caso contrario que mi muerte fuese rápida, y que a él le salvase. La gata amiga de Sergei, a la que ya había bautizado como Norah, porque me recordaba a una amiga argentina muy querida, se acercó entre las sombras hacia mi espalda y, arqueando el lomo se rozó contra mí, como dándome consuelo, indicándome que tuviese esperanza. A Sergei no le veía ya, aunque hasta pocos minutos antes los dos estaban juntos.
No se cuanto tiempo pasó, pero me quedé amodorrada por el cansancio y el dolor; y desperté cuando oí en la entrada unos pasos. Jaime también los oyó, y levantándome en volandas me acercó a la puerta, con el cuchillo bien afianzado en mi cuello. A pesar del miedo, mantuve los ojos abiertos, y distinguí la figura de Lucas, que entraba empuñando una pistola, que bajó inmediatamente cuando vio que Jaime me tenía a su merced.
-Vale. Nos entendemos-le dijo mi marido, sonriendo de una manera ladina. Deja la pistola en el suelo y dale una patada hacia aquella esquina.
Lucas hizo lo que le mandaba. Estaba sudando, a pesar de que la temperatura a estas horas estaba por debajo de cero, y llevaba la ropa embarrada y rota en varios sitios. Me miró largamente y me mandó un mensaje de amor que me tranquilizó un poco; aunque no tenía ni idea de cómo iba a terminar todo este embrollo.

-Deja que Marta se vaya y arreglamos entre tú y yo nuestras discrepancias. Ella no tiene nada que ver-le propuso Lucas.
-Claro que tiene que ver. Ella es el punto de discrepancia entre los dos. Posiblemente no seas un mal tipo, pero el que Marta te quiera hace que tu simple existencia me moleste. Y si no me equivoco, y por segunda vez, espera un hijo tuyo. Te juro que no llegará a nacer.
-Y yo te juro que si-anunció Lucas muy tranquilo, aunque me dí cuenta de que sus nudillos estaban blancos de tanto apretarlos.
Jaime seguía sosteniendo el cuchillo contra mi cuello; y oía su respiración jadeante. En aquel extraño momento no tenía miedo; la presencia de Lucas me daba el grado de tranquilidad necesario para poder pensar. Aunque era plenamente consciente de la dificultad de nuestra situación. Jaime estaba armado y Lucas había tenido que desprenderse de su pistola. ¿Qué era lo que pretendía? Cuando empezó a acercarse más a mi, a apretarme contra su cuerpo con gesto lascivo, tuve claro cual era su intención: quería que Lucas perdiese la calma, que le atacase con las manos desnudas, porque era lo único con lo que contaba, para matarle. Y puede ser que se saliese con la suya. Uno de los principales defectos de Lucas de la Vega había sido siempre la furia incontrolable que a veces le domina. Entonces pierde totalmente la perspectiva y se lanza como un perro de presa enloquecido contra el objeto de su ira. Y auque mi mirada llevaba implícita la súplica de que obviara la provocación; no dio resultado. Se lanzó contra Jaime como un animal enloquecido. Mi marido me dio un brutal empellón y me arrojó al suelo, donde me rodearon los dos gatos. Desde allí fui la única espectadora del encuentro entre dos hombres dominados por un furor asesino; un encuentro del que probablemente solo uno de ellos saldría con vida.
Me daba miedo pensar que Lucas estaba desarmado y demasiado furioso; esa era la peor de las combinaciones. Jaime se lanzó sobre él con el cuchillo en alto, pero Lucas lo esquivó y siguieron con este juego que se asemejaba a una danza mortal durante al menos diez minutos: uno atacando y el otro esquivando. Hasta que Lucas consiguió darle una patada en la mano y lanzar lejos el cuchillo, lo cual hizo que yo respirase algo más tranquila. Ahora estaban igualados en la lucha, nadie jugaba con ventaja. Se enzarzaron en un combate cuerpo a cuerpo, con los puños como única arma; y cuando llevaban un rato golpeándose los dos llevaban ya impresas las huellas de la pelea: Lucas tenía una ceja partida y le sangraba, y en cuanto a Jaime, dudaba de que su nariz volviese a ser tan recta y tan patricia como antes. Resollaban como dos bueyes arando un campo, pero seguían dándose golpes con inquina y resoplando de dolor con cada uno de ellos. Sin embargo, creo que Lucas estaba en mejor forma física y aguantaba mejor la pelea. Pero yo no contaba con que el nuevo Jaime tenía facetas desconocidas para mí, y una de ellas eran sus marrullerías. Cuando tuvo claro que llevaba las de perder y que sería difícil que ganase limpiamente, no dudó en recoger arena del suelo, de unas obras que estaban haciéndose en el edificio, y arrojarla a la cara de Lucas, que quedó completamente ciego e indefenso, al menos de momento. Me llevé las manos a la cara, de puro espanto, cuando Jaime alcanzó la pistola que le había obligado a tirar a Lucas, y se preparó para apuntarle directo al corazón.
Fue entonces cuando, por segunda vez en aquella tarde, Sergei me sorprendió, lanzándose directamente a la cara de Jaime y clavándole sus zarpas. No le quedó más remedio que soltar la pistola, que Lucas se apresuró a recoger, pero antes le dio tiempo a disparar contra Sergei. Después, todo fue ruido, cuando entraron cuatro policías, compañeros de Lucas, y le pusieron las esposas a Jaime. Yo gritaba enloquecida, con el gato entre los brazos, y la escandalosa sangre, tan roja, extendiéndose por el blanco pelaje como una flor carmesí cuyos pétalos crecían por momentos.
Beth06 de febrero de 2011

14 Comentarios

  • Mejorana

    A veces los animales son más sabios que las personas y más sensibles. No puedo imaginarme una situación así. Me reconozco como una persona fiera, y si me atacan, nunca si alguien se atrevió salió bien librado. Es por eso que en ocasiones no lo entiendo. Lo del maltrato. Aunque hay otra clase de maltratos más sofisticados y sutiles a los que sí que soy más vulnerable y me defiendo peor.
    Es un gran texto Beth. Un poco largo tal vez para la prisa con la que venimos siempre. Pero está muy bien escrito y su lectura es interesante y amena.
    Un abrazo amiga.

    06/02/11 08:02

  • Beth

    Gracias, Mejorana. ¿Largo dices? Es una novela que tiene 153 páginas, ahora mismo faltan solo unos cuatro o cinco capítulos. La verdad es que casi los únicos que lo leen son Serge y Norah. Se entiende, ¿no? en cierto modo son protagonistas. Al leer sólo esto puede ser complicado de entender.
    Gracias por tu comentario. Otro abrazo para ti

    06/02/11 09:02

  • Norah

    Beth, este capítulo es brillante, cruel, muy bien manejado los tiempos, todo y ese final da escalofríos, muy bueno en verdad, beso grande.
    PD: espero que solo sea norah la gata, la embarazada y que no sea un anuncio entre lunáticas haha.

    07/02/11 12:02

  • Beth

    No, las embarazadas hasta ahora solo son Norah la gata y Marta. No, por Dios. Lo que nos faltaba. Y a ver en que queda la cosa. ¿Morirá Sergei? He tenido que pelearme muy en serio con varias amigas, que me lo quieren matar, quieren que de su vida para salvar la de Lucas. Y yo no se qué hacer. ¿Cómo voy a sacrificar a mi gatito? Una de mis amigas, muy cruel ella, me ha dicho textualmente: "mata al gato, pero al poli, ni le toques". No sé, creo que no podré sobrevivir sin mi gatito perdulario y guardián. Qué cruel es la gente, de verdad

    07/02/11 01:02

  • Serge

    Beth:
    Amita este capítulo me ha ENCANTADO completamente. De veras has elevado mi emoción al 100%.
    Me ha dado mucho gusto ver en la historia a mi amiga vikinga convertida en gata.
    Recuerda que nosotros somos gatos egipcios.
    No me gustaría que Sergei muera; pero ya se verá, ojalá que resista ese balazo.
    Otra cosa que no entiendo ¿Norah está embaraza de Sergei? jejejejeje.

    Un gusto volverte a leer aunque sea por capítulos.

    Sergei.

    07/02/11 02:02

  • Beth

    Alteza, dejaremos hasta mañana sin saber la suerte que has corrido, aunque a veces cuando mis amigas, que son muy pesadas por mucho que las quiera, hablan demasiado, me pongo tapones en los oídos. Bueno, se me olvidaba de que una de ellas me ha dicho que se tenían que salvar Lucas y Sergei, los dos. Y en cuanto a los cachorros de Norah, pues no lo se. Habrá que esperar a que nazcan y si son blancos, ya se sabe...a ir ahorrando para comprar pienso adecuado a cachorros. Yo estoy a favor de la paternidad responsable. Pero si son tuyos, yo me encargo de su crianza y alimentación, lo juro

    07/02/11 04:02

  • Indigo

    Tenso y descriptivo, ¿Norah enviudó?
    Hoy mi escrito coincide con el tuyo, mucha sangre circulando, jejeej. Me parece magnífico tú escrito de hoy. Saludos amiga

    07/02/11 05:02

  • Norah

    Querida Beth, en verfdad me fascinaria como gata estar embarazada de Sergei...y algo dice en mi, que hay un paralelismo muy logrado entre la panza de Marta y la panza de la gata Norah, Beso grande.

    07/02/11 05:02

  • Beth

    Bueno, creo que la gata parirá antes. A ver, mañana sabremos mas del asunto, o quizá hoy a última hora

    07/02/11 06:02

  • Beth

    Indigo, ya veremos si Norah es viuda y nos nacen gatitos póstumos. Si, a veces soy algo sangrienta, lo reconozco

    07/02/11 06:02

  • Norah

    Querida Beth, mi pareja tuvo un derrame masivo, quizas lo lleven a Houstonh, ya veremos, pero si de sangre se trata.

    07/02/11 06:02

  • Norah

    OOps, solo tendre gatitos de Sergei, como corresponde a Egipto.Beso grande.

    07/02/11 06:02

  • Indigo

    LLamemos urgente a Serge, a ver si dona sangre!!!

    07/02/11 06:02

  • Beth

    Tendremos que mandar hasta una UCI móvil si es menester, pero no me puedo quedar sin mi gato.

    07/02/11 08:02

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