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La Orden de Las Perdularias 24

Miré mi reloj; era la una de la mañana y tenía que levantarme a las siete…Pero ahora que había empezado, algo tenía que contarle o no me dejaría dormir en paz. No sabía muy bien por dónde empezar. En cierto modo, cuando Alexander me lo contó me sentí un poco traicionada; en el momento pensé que debiera habérmelo dicho antes, y sentí una especie de resquemos hacía él, como si me hubiese engañado. Aunque luego me dije a mi misma que si pretendiese engañarme, no me lo estaría contando. Me arrellané en el sofá y me abracé a uno de los cojines, como si fuese un escudo protector que pusiese una barrera entre mis miedos y yo.
-Me lo contó después de la siesta-dije, usando de nuevo el eufemismo. Y Laura sonrió maliciosamente.
-Sí, es entonces cuando unos fuman, a otros se les suelta la lengua, y los cafres más cafres se dan la vuelta y se ponen a roncar como cerdos.
-Bueno, pues éste es de los que hablan.
-Vaya, qué novedad.
-Sí, porque luego en situaciones normales no es que sea demasiado hablador.
-Bueno, ¿y qué te contó? Porque te juro que con esa manía que te ha dado por hacerte la interesante y la misteriosa, me pones de los nervios. No me lo digas, está casado; te ha engañado y tiene una mujer joven y guapa y cuatro hijos.
-No, no está casado. Lo ha estado.
-Bueno, ¿y qué? Tú también has estado casada. Pasado; muerto y enterrado. No te pongas ahora tiquismiquis.
Con un gesto la hice callar. Ya me costaba bastante contárselo, y si me interrumpía a cada rato, nunca acabaríamos.
-Vale, vale, me callo.
-Ha estado casado hace tiempo, pero parece ser que su matrimonio no iba bien. Eran los dos muy diferentes. Ella era actriz de cine y le gustaba la noche, salir de fiesta, representar. Y a él estas cosas le parecen lo más siniestro y horrible del mundo. En realidad es una especie de eremita, de ratón de biblioteca que se pasa el día escribiendo e investigando y solo sale con el perro a dar largas caminatas por el monte. Bueno, y a veces se lleva a sus mellizos…
-¿El perro tiene mellizos?
Le tiré el cojín a la cabeza, porque lo estaba haciendo aposta para ponérmelo más difícil.
-Él tiene mellizos. Niño y niña, ocho años.
-¿Y quién es la madre?
-Su ex mujer, claro. Se llama Natalia.
-¿Y por qué no están con ella? Bueno, supongo que pasarán con él las vacaciones y están con su madre el resto del tiempo, ¿no?
-Pues no. Ya ves que yo pensé lo mismo y en el fondo quiere decir que vivimos anquilosadas en un tiempo y en una estructura social que ya no existe. Su ex mujer se largó con un compañero de una serie de televisión y le dijo claramente que en su vida no había lugar para los niños. Él tiene la guarda y custodia de los mellizos y aunque pueden pasar las vacaciones y fines de semana alternos con su madre, la realidad es que en este momento no se sabe ni dónde está la señora, y hace ya más de dos años que no ve a los niños.
Laura se quedó callada, como sopesando lo que le había contado y enrollando en su dedo índice un hilo que sobresalía del borde de uno de los almohadones.
-¿Y cuál es el problema? ¿Qué no te lo contó al principio?
-Por una parte sí. Me dolió que me lo hubiese ocultado todo este tiempo, pero luego fui capaz de entender que para él es muy doloroso hablar de ese tema y que me lo contó cuando fue capaz de hacerlo y también por algo más.
-¿Por qué o para qué?
-Me ha dicho que me tome mi tiempo para pensarlo, pero quiere que vivamos juntos. Y claro, los niños van dentro del paquete, como no podía ser de otra manera. Reconozco que es muy flexible y me ha propuesto ser él quien venga aquí, por mi trabajo. Un escritor, al fin y al cabo, puede escribir en cualquier sitio. Y como los mellizos todavía son pequeños, cree que no les costaría demasiado cambiar de ciudad.
-Pero…
-Pero…siempre hay un pero. No sé si estoy preparada, ahora que he criado a mis hijos, para hacer de madre de dos niños pequeños. Porque no nos engañemos, aquí no se trata de ser la novia de papá y verles domingo si, domingo no. Aquí me tocaría educarles, criarles, cuidarles cuando tuviesen fiebre, regañarles…y quererles.
-¿Y temes no poder quererles?
Me quedé pensativa. Nunca me había hecho esa pregunta, sino más bien si tendría, a mi edad, la energía suficiente para ser madre de nuevo. Pero ahora que lo pensaba, también existía esa parte. Cuando hablé, la voz no me pareció mía, era demasiado ronca.
-No, creo que no. Tal vez lo que temo es que si las cosas salen mal, en vez de perder a una persona, estaré perdiendo a tres. Y no sé si voy a ser capaz de soportarlo.
Aquella noche me fui a la cama sin haber resuelto nada. Más bien tenía aún más dudas que antes de hablar con Laura. Me sentía preocupada por su incipiente relación con Mateo. ¿Quién era? ¿Hasta qué punto era seria su enfermedad, o mejor dicho, cuánto podría influir en su relación? Me dije a mi misma que tenía que conocerlo. Laura era demasiado importante para mí y consideraba que mi deber era hacer algo. ¿Qué? No lo sabía exactamente. De hecho, no se trataba de una chica joven como Claudia, que se enfrentaba por primera vez al amor, sino de una mujer hecha y derecha que ya conocía el sufrimiento. Pero quizá por eso mismo consideré necesario conocer a ese hombre. Mañana hablaría con Laura y le pediría que le trajese a mi casa a merendar. Cuando ella considerase, tampoco quería agobiarles. Luego estaba el problema de Claudia, que dejé aparcado los días que compartí con Alexander, pero que ahora mismo volvía a preocuparme. Era inevitable que alguien sufriese, pero yo iba intentar con todas mis fuerzas que no fuese Claudia la dañada. Y Leo…la pobre Leo a quien yo había ofendido, dejándome llevar por el enfado cuando ella seguía metiéndose con Alexander. Tenía que aprender a ser menos impulsiva; de hecho todos los días me lo prometía a mí misma al levantarme, pero la decisión me duraba hasta llegar a la oficina y encontrarme con los mismos problemas, los mismos personajes intolerantes y llenos de ansia de sobresalir, pasando y pisando a quien fuese necesario. Pero igualmente me hice el firme propósito de ofrecer a mi amiga mis más sinceras disculpas. Yo no tenía derecho a juzgarla; sobre todo porque también arrastraba mis propios fantasmas y limitaciones.
La cama de invitados de Laura era cómoda, y la habitación estaba caldeada, con la temperatura justa para conciliar el sueño. El pijama de seda que me había prestado me venía un poco grande, pero su tacto me acariciaba la piel como los dedos de un delicado amante. Y esa sensación hizo que me acordase de Alexander, de sus hijos, de nuestra situación. No podía acusarle de ser un loco que me había propuesto irnos mañana juntos o que me llevase agarrada del brazo para preparar la comida de los niños y llevarles al colegio. Me había convencido, o al menos lo había intentado, de que pasásemos juntos todos los fines de semana posibles. Sería un ensayo de convivencia y sobre todo una toma de contacto entre sus hijos y yo. Luego, si todo salía bien, él compraría una casa aquí, en mi ciudad, para vivir todos juntos. No me habló de venirse a la mía, aunque de todos modos sería imposible. Cuando me divorcié la casa familiar se la quedó mi ex marido y yo me compré un apartamento pequeño, con un amplio dormitorio para mí y un cuarto de invitados que más bien parecía un armario. No había sitio para cuatro personas.
Me quedaban apenas tres horas para intentar dormir, así que intenté relajarme. Me estiré en la cama, acompasé mi respiración y traté de vaciar mi mente de problemas; todos podrían esperar unas cuantas horas más. Era una técnica que me solía dar buenos resultados, pero ahora me resultaba difícil evadirme. Intenté visualizar montañas verdes, riachuelos, el sonido de una cascada…Poco a poco fui cayendo en el dulce olvido del sueño.
Beth21 de mayo de 2012

14 Comentarios

  • Creatividad

    Eres Divina...Muy buen capitulo otra vez y los detalles de nuevo, hacen que uno pueda compartir ese sofa.... Saludos.

    21/05/12 08:05

  • Beth

    Mucho me temo que soy demasiado humana, con todo lo que ello implica. Cabemos muchos en ese sofá, amiga, es grande. Un abrazo

    21/05/12 08:05

  • Febe

    me espero hasta que todos estén bien acomodados y si hay un rinconcito ahi me dan campito.Me gusta como suena eso de tiquismiquis. y más aún escuchar la humanidad de beth en esta historia.Te quiero mucho por el sol de éste día.

    21/05/12 09:05

  • Lumino

    Me gusta poder ver los entresijos femeninos. Se aprende mucho sobre el comportamiento de las mujeres si las sorprendes en las tramoyas y actuan entre ellas ajenas a las mirada y oidos de los hombres. Gracias por mostrar esa faceta a los curiosos como yo. Un saludo

    21/05/12 09:05

  • Beth

    Pues me alegro de que me digas eso. Una de las cosas que pretendo, y quizá sea una pretensión vana, es desnudar el alma de unas cuantas mujeres, pienso que para hacer reír a las féminas y pensar a los hombres. Que lo consiga ya es otra cosa. Muchas gracias por detenerte a leerlo. Saludos cordiales

    21/05/12 10:05

  • Beth

    Perdona Febe, que no había visto tu comentario. Claro que hay sitio para ti, y de honor. Ya estás consiguiendo que cada día espere encontrar alguno de tus preciosos comentarios de ánimo. Que sepas que en estos momentos significan mucho para mi. Un beso enorme

    21/05/12 10:05

  • Endlesslove

    ja! me he reido con lo de los cafres que se dan la vuelta y comienzan a roncar ¡como abundan! jajaj
    Bueno a ver que se resuelve , la situación no es fácil , ¿criar niños? ya la relación no sería igual, ayy no, es hora de gozar y vivir con y para la pareja a plenitud ¿o no?
    Un beso, entro poco pero siempre te busco por que me encanta como escribes , ya lo sabes.

    22/05/12 02:05

  • Febe

    Un beso enorme para ti preciosa amiga.

    22/05/12 02:05

  • Beth

    Lo se Susana y te agradezco infinito tus comentarios. UN abrazo enorme

    22/05/12 07:05

  • Beth

    Buenos días para mi Febe, a primera hora, primerísima de la mañana. Y un abrazo mañanero con mis mejores deseos para ti en el día de hoy

    22/05/12 07:05

  • Davidlg

    La verdad no terminé de leer... es cierto se pierde amas de una persona, yo perdí a un pequeño que hoy todavía me habla de vez en cuando y eso hace más dolorosa la separación. Cuando lo veo se me parte el alma y es que se me abalanza con los brazos abiertos y y me dice que me quiere y que me extraña. Joder y eso que no era mío...

    pero no me arrepiento de nada sabes, fue una de las experiencias más hermosas de mi vida... hasta ahora claro.

    un saludo amiga!

    22/05/12 03:05

  • Beth

    Es inevitable ir perdiendo gente en el camino, solo hay que aprender a vivir con ello. Un abrazo

    22/05/12 04:05

  • Danae

    Pero…siempre hay un pero. No sé si estoy preparada, ahora que he criado a mis hijos, para hacer de madre de dos niños pequeños. Porque no nos engañemos, aquí no se trata de ser la novia de papá y verles domingo si, domingo no. Aquí me tocaría educarles, criarles, cuidarles cuando tuviesen fiebre, regañarles…y quererles.

    Ay, lo veía venir ... Como si la pobre Guiomar no hubiera ya pasado bastante. Lo que yo te decía ... Pero qué tontas somos las mujeres, ya me entiendes (las que no nos vamos dejando niños por ahí, claro)... En fin, mientras me repongo del soponcio como buena amiga de Guiomar, paso a leer algún poema tuyo, que me serene ...
    Un beso.
    Seguiré tu relato, cómo no. Ya sabes que me encanta.

    12/06/12 09:06

  • Beth

    Si, querida, más tontas imposibles. Ya ves, el alemán este sinvergüenza, y de maneras suaves le quiere colocar a los mellizos. Pobrecilla ella. Ains, estos hombres. Besos

    12/06/12 09:06

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