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La Real Orden de Las Perdularias 29

Sara Patricia me animó con un gesto a que se lo contase. Y la verdad es que yo estaba deseando soltar la carga que me abrumaba; por eso no me hice de rogar y se lo conté tal y como había sucedido. Ella, que siempre tenía una respuesta preparada para todo, se quedó callada, dando vueltas a la taza de café vacía.
-¿No has pensado que quizá fuese una casualidad?
-¿Una casualidad? Yo no creo en esas cosas. Más bien pienso que en la vida hay causalidades. Y te digo que se la está tirando. No he nacido ayer y aunque no sea muy avispada me doy cuenta de esas cosas.
-¿Y qué vas a hacer?
Me retorcí las manos. Eso era lo que me estaba preguntando desde el domingo por la tarde. Quizá si la perjudicada fuese otra, se lo diría. Pero con Luisa Fernanda todo era distinto. Ella pensaba que su mundo era perfecto; que estaba en posesión de la verdad y que todo lo suyo era ideal.
-No lo sé. Creo que no valdría de nada contárselo porque básicamente no me creería. ¿Nunca has oído eso de que no hay peor ciego que el que no quiere oír?
-Creo que el dicho se refiere a los sordos…
-Da igual-la detuve con un gesto. Lo que quiero decir es que Luisa Fernanda es especial y al final me haría quedar mal a mí. Llámame cobarde, porque lo soy; pero creo que me callaré.
Llamé al camarero para que nos pusiese otro café, aunque tuve ciertos remordimientos al pensar que quizá los congelados se echasen a perder en el maletero de mi coche. Aunque…al diablo con todo. Para una vez que pensaba en mi misma…siempre me estaba preocupando de las cosas de los demás.
-Quizá tengas razón y sea ella quien tenga que abrir los ojos.
-Eso si quiere abrirlos.
-¿Qué quieres decir?
-Nada en especial. Hay gente que prefiere no ver la realidad, y no sé por qué pero pienso que nuestra amiga es una de ellas.
Sara Patricia no dijo nada, se limitó a cabecear, como asintiendo. Llegó el camarero con los cafés y cuando se marchó, empezó a hablar de nuevo, muy animada.
-¿Sabes que me he comprado un perro?
-¿Un perro? ¿Y desde cuando te gustan a ti los animales?
Se encogió de hombros.
-No lo sé. Pero hace poco he leído ese libro, ya sabes, “No sé si casarme o comprarme un perro”. Y he optado por el chucho.
-¿Y qué tal?
-No veas lo que se liga con perro-me confió en voz baja, como si me estuviese confesando un pecado.
-Vaya…no sabía yo eso.
-Ya te digo…En dos días bajándole al parque he ligado más que en el último año. Ayer un tío me ha invitado a salir juntos a pasear a los perros cada noche.
-Querida, ¿has oído hablar del dogging?
Me miró con desprecio.
-No se puede caer más bajo. Qué mala es la envidia.
-Pero, ¿Sabes lo que es o no?
-Lo sé, pero no estoy tan necesitada ni hay nada tan retorcido en este chico. Además, está muy bueno y libre como un taxi.
-Ah, pues qué bien. ¿Y cómo se llama el afortunado?
-Eso es lo peor, el nombre no me pone nada…Se llama Manolo-me dijo en voz baja, como avergonzada.
Me eché a reír.
-Mira que eres pija y snob. ¿Qué tiene de malo llamarse Manolo? En este santo país antes la mayoría de los hombres se llamaban Pepe, Manolo, Paco o Juan. Los nombres de siempre, de toda la vida de Dios.
-Ya, pues tu escritor se llama Alexander.
-Pero no es español.
-¿Tú te liarías con alguien que se llamase Manolo?
-Mujer…dicho así. Depende. Si me gustase, claro que si. ¿Y sólo tiene de malo el nombre?
-Ya te he dicho que es muy guapo y es simpático y ocurrente. Aunque su trabajo tampoco es que me guste demasiado.
-¿En qué trabaja? No puede ser tan malo; ahora ya no hay verdugos en España, que era antes el trabajo más vergonzoso. Venga, contesta, que se descongelan los guisantes en el maletero del coche.
Miró a ambos lados, como si me fuese a confesar un pecado mortal.
-Es legionario-me dijo en voz baja
Di un respingo.
-Coño…el Novio de la Muerte.
Y no pude evitar las carcajadas. No por qué yo tenga nada contra nuestro glorioso ejército, al contrario; más bien me encantan los uniformes; pero precisamente esta manía mía había sido siempre objeto de chufla entre mis amigas, sobre todo para Sara Patricia.
-No empecemos ya con burlas.
-No me burlo. Creo que es el título de una canción. Pero además, quien a hierro mata, a hierro muere. Ahora en serio-dije al ver su cara abochornada-¿qué importa cómo se llame o en que trabaje? Si vamos a eso, ese nombrecito tuyo de culebrón tampoco es que sea una maravilla. Lo que importa es si te gusta o no.
-Si, me gusta…bastante-reconoció. Lo cual quería decir que le gustaba mucho.
-Pues entonces déjate ya de estupideces de nombres y bobadas y dale una oportunidad al Novio de la Muerte.
Salí casi corriendo de la cafetería, mientras me amenazaba blandiendo el bolso. Y encima le dejé la cuenta de la merienda para que la pagase ella.
Beth24 de junio de 2012

10 Comentarios

  • Lumino

    Donde se ponga un legionario del tercio, de nombre, Manolo, que se quiten los Hombres de Harrelson. Buen capítulo. Saludos

    24/06/12 01:06

  • Beth

    Entre nosotros...es que me pierden un poco los uniformes, y como he vivido muchos años en un lugar en donde estaba la Legión...pues se me ha quedado una especie de fijación. Y siendo legionario...no se iba a llamar de otra forma que Manolo o Pepe, o Juan, esos nombres de toda la vida de Dios y no una horterada moderna como Borja Mari

    24/06/12 01:06

  • Nereael

    Jajaja, Manolo, el "El novio de la muerte". Yo es que me troncho con estas perdularias, Beth, me lo paso pipa.
    Un saludo.

    24/06/12 06:06

  • Didina

    Y que fácil de leer, ah!! esos uniformes que tendrán... bsos

    24/06/12 07:06

  • Creatividad

    a carcajadas tambien me rei yo, con eso del Novio de L amuerte. Eres grande. Besitos.

    24/06/12 09:06

  • Beth

    Y a mi que me alegra, Nerea. La vida ya es bastante dura a veces y la terapia de risa es lo mejor del mundo. Un beso

    24/06/12 10:06

  • Beth

    Pues no lo se, Didina, lo que tienen, pero hasta al tío más insignificante le pones un uniforme...y cambia. Ya no te digo si es el novio de la muerte. Besos

    24/06/12 10:06

  • Beth

    Pues sigamos riendo, Creatividad, creo que a nuestro Manolo no le importará. Besos

    24/06/12 10:06

  • Asun

    Bueno Beth la legión no sé, pero el ejército está cambiando mucho, desde que se hizo profesional, hay gente de todas partes, y ya no se llaman Pepes o Manolos, empieza a haber otros nombres y otras nacionalidades.
    Pero tu perdularia no tiene remedio, mira que importarle si se llama de una manera o de otra... y ya se ve que son buenas amigas, porque lo del novio de la muerte, no se perdona fácilmente.
    ahora que lo de los cuernos esos me tiene en un sin vivir.
    A ver que pasa.
    Besos

    25/06/12 08:06

  • Beth

    Ya...ahora se llaman de muchas maneras, pero cuando yo era pequeña eran esos nombres de toda la vida, y claro...yo es que soy de tradiciones. La Sarapati es que...es así, no tiene remedio. Y se merece que Guiomar se burle del chico porque anda que ella no le ha dicho cosas del suyo. Y donde las dan las toman.

    Besos Asun

    25/06/12 08:06

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