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Mientras Llega MaÑana 59

Los dos nos callamos, estábamos ya en el recinto del convento. A estas horas de la mañana no había nadie, a pesar de ser verano. Pero la puerta de la iglesia ya estaba abierta, y se la mostré por dentro a Mark. Como le había pasado a Daniel, a él también le llamaron la atención las esculturas yacentes de los Andrade y le hice una semblanza, muy por encima, de quienes eran. La iglesia estaba iluminada por los leves rayos de sol que entraban a través de las vidrieras, y el interior se teñía de luz dorada en algunos puntos, más bien anaranjada en otros, dependiendo de la zona. Los altos techos hacían que nuestros pasos resonasen cada vez que caminábamos. A pesar de que fuera el sol ya picaba, aquí hacía fresco y me arrepentí de no haber traído una chaqueta para cubrirme al menos los hombros. Salimos por la puerta lateral, la que comunica con el atrio y con la fuente central. Me di cuenta del asombro de mi acompañante, que seguramente pensaba encontrarse un recinto cuidado, como la iglesia, y se topó con la desolación de piedras centenarias cubiertas de maleza, con el descuido y la desidia. Me miró, asombrado.
-Si, haces bien en quedarte sorprendido. Yo no lo estoy porque he convivido con esta desolación toda mi vida. Parece demencial, ¿no?
Asintió, en silencio. Y echó a andar a través del angosto corredor, adentrándose en la zona cubierta, donde estaba la escalera que comunicaba con el piso superior. Allí le indiqué que entrase en una de las celdas, y me senté en el alfeizar de la ventana. Le hice una seña, para que se acomodase a mi lado. Era un sitio pequeño, pero nos podíamos acomodar los dos.
-Mira-le señalé, a través de la estrecha ventana en forma de arco de medio punto, hacia las montañas. Este era mi sitio preferido cuando estaba de vacaciones. Me pasaba aquí horas enteras, mirando hacia ese picacho que ves enfrente.
-¿Por algo especial?-me preguntó.
-Pues no lo se-contesté, encogiéndome de hombros. Pero lo cierto es que este lugar siempre me atrajo como un imán. Y cuando me marché de Galicia, siempre que volvía a la casa, pasaba por aquí, para ver si mi ventana seguía en su sitio. Aquí fue el primer sitio a donde vine cuando estuve lo suficientemente recuperada tras mi operación. Quizá quería demostrarme a mi misma que seguía viva.
-Úrsula me ha contado lo valiente que has sido.
-No, no te creas, puedo ser muchas cosas, pero de valiente tengo poco. De hecho, cuando me dieron la noticia de que tenía cáncer, decidí dejarlo correr, no hacer nada.
-¿Dejarte morir?
-Si. Por fortuna, mi hermano no lo permitió. Tuve la tremenda suerte de que es muy buen oncólogo, y me salvó la vida.
-Y luego apareció Daniel-completó él, sonriendo. Al parecer mi hija le había hablado bastante de nosotros.
-Si, luego conocí a Daniel. Y con él tuve una razón más para seguir viviendo. Es como si estuviese en el fondo de un pozo oscuro y él llegase, con la mano extendida, para ayudarme a subir a la superficie.
-Se nota que él te quiere, que vive solo para ti-afirmó. Y quiero que sepas, para que te quedes tranquila y no tengas que preguntármelo, que de la misma manera que él te quiere a ti y ansía protegerte y cuidarte, amo yo a tu hija. Ya se que este paseo a solas, los dos, no ha sido solamente para mostrarme esta preciosidad de edificio.
Le sonreí. Ya me daba cuenta de que además de guapo, era listo. Había sabido bien mis intenciones, y sin embargo, no había dudado en someterse al escrutinio.
-Ya me imagino que no habrá sido fácil para ti aceptarme como futuro marido de tu hija. Esperaba quizá una reacción parecida a la de tu ex marido.
Levanté la mano, para impedirle que siguiese hablando.
-No nos parecemos en nada. De hecho, creo que nuestro matrimonio se fue a pique por eso. Arturo, en muchas cosas, no es racional y nunca lo será. Vive siempre de cara a la galería, al que dirán. Te diré, porque eres lo suficientemente inteligente para darte cuenta por ti mismo, que no soporta la idea de tener el día de mañana un nieto negro. Ahí está la pega; no le importa saber si eres o no buena persona, si quieres a su hija o si la podrás hacer feliz.
-¿Y a ti no te molesta?
-¿Acunar en mis brazos a un nieto negro?-me eché a reír. Ni por lo más remoto. Me preocuparía seriamente que cuando tengáis un hijo no sea negro, porque entonces querrá decir que no eduqué debidamente a Úrsula. No, si te voy a ser sincera, el color de la piel me da lo mismo; pero si que me llevé un disgusto cuando Daniel me dijo que mi hija se había enamorado de uno de sus profesores.
-¿Por qué? ¿Tienes algo en contra de los profesores de universidad?
-Claro que no. Pero pensé que sería un hombre muy mayor para ella, que tal vez fuese casado, que se yo. Todavía me siguen asustando un poco los doce años de diferencia-le confesé. Aunque Daniel se burle de mi, no puedo evitar pensar que igual mi hija no es lo suficientemente madura.
-Yo creo que lo es, Elena. Pero de todos modos, en la vida no hay plenas garantías de nada. Nosotros hemos decidido arriesgarnos a probar. Y te juro que yo haré todo lo que esté en mi mano para que las cosas salgan bien.
-Eso me basta. Vamos, Úrsula es buena cocinera, pero prefiero echarle una mano con la comida.

Me quedé mucho más tranquila después de hablar con Mark, y a la vuelta nos entretuvimos hablando de los planes que mi hija y él habían hecho. Me dijo que querían casarse antes de iniciar el curso, es decir, a finales de agosto. Por eso se marcharían el día 15. Al principio confieso que no me gustaba la idea de que se casasen en Estados Unidos, pero él me explicó el motivo. Provenía de una familia muy numerosa de Louisiana, y la matriarca era su abuela, una señora de ochenta y cinco años con poca movilidad, por lo cual habían pensado que sería un regalo para ella que se casaran allí. Era su nieto mayor y le hacía ilusión. Lo entendí, y en cierto modo envidié la situación. Nuestra familia era mucho más pequeña y sería más fácil desplazarnos para la boda. ¿Quién llevaría a mi hija al altar? No me imaginaba que su padre quisiese hacerlo, ni siquiera que asistiese a la boda. Bueno, siempre estarían su abuelo o su tío.
Cuando llegamos fui en busca de Daniel y le encontré en el salón, escribiendo. No me oyó entrar, y me acerqué despacio para abrazarle.
-¿Ya le has interrogado, al pobrecillo, Nefertiti?
-¿Tan transparente soy?
-Para mi si, desde luego.
-Pues si, hemos hablado y me he quedado más tranquila al darme cuenta que es el buen chico que nos habíamos imaginado. ¿Sabes que quieren casarse a finales de agosto?
-Si, tu hija me lo ha dicho hace un rato, cuando le robé unos bollos que acababa de hacer para acompañar el café de media mañana.
Pero había algo más, porque tenía los ojos brillantes de satisfacción, y estaba deseando contarme novedades.
-Desembucha, antes de que revientes-le dije.
-Ya sabes que su padre le ha dicho que no irá a la boda.
-No lo se, pero me lo imagino; si no ha querido conocer a su novio, menos estará dispuesto a cruzar el Atlántico para ver como se casan.
Se arrellanó en el sillón y se pasó las manos varias veces por la barba, sonriendo.
-¿Quieres decirme de una vez porque estás tan contento? Parece que te hayan dado un premio.
-En cierto modo, ha sido así. Úrsula me ha pedido que sea su padrino de boda. Y aunque al principio no acepté, porque me parecía robar un puesto que era de su padre, me ha convencido. Aunque ahora me han entrado las dudas al pensar que quizá a Diego o a Carlos pueda molestarles.
No supe qué decir. La noticia me había pillado desprevenida, porque no esperaba es reacción por parte de mi hija. Había empezado llevándose tan mal con Daniel que ahora me sorprendía su propuesta. Pero también me llenaba de alegría ver que las dos personas más importantes de mi vida se llevaban bien.
-¿No me dices nada? ¿Te molesta?
-¿Cómo va a molestarme? Simplemente me he quedado demasiado sorprendida para hablar. Pero no me imagino a nadie más adecuado que tú para llevarla al altar. Cierto que ese papel le correspondía a Arturo, pero él mismo se ha excluido, con lo cual no podemos tener remordimientos. Estarás guapísimo de traje.
-Si, eso es lo peor. Tener que ponerme un traje, pero lo haré con gusto, por la niña y por ti.
Beth27 de julio de 2011

4 Comentarios

  • Vocesdelibertad

    Beth:

    Te admiro, lo he dicho tanta veces!! creas personajes y termino pensando que varias personas han escrito la obra, es difícil, bueno al menos para mi, ponerme en distinta posición a la mía al escribir. Mark encantador!

    Hasta te imagino a ti en el lugar de la querida Nefertiti.

    Linda historia! preciosa!

    28/07/11 08:07

  • Beth

    Bueno, hago lo que puedo Voces, no siempre con acierto. Nefertiti tiene algunas cosas mías, es inevitable, pero ella es más paciente. Si es verdad que luego me han sucedido cosas que cuando escribí la novela, hace un año, nunca pensé que me pudiesen pasar. Un beso

    28/07/11 08:07

  • Endlesslove

    Perfecto el encuentro de Mark con su futura suegra. y el regalo de Úrsula para Daniel , bien merecido.

    15/09/11 05:09

  • Beth

    Lo menos que puede hacer la niña es compensarle de tantos disgustos

    15/09/11 09:09

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