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Mientras Llega MaÑana 67

Al día siguiente, efectivamente, llegó Elisabeth Norah James, la abuela de Mark; todo un personaje: pequeñita, delgada hasta la extenuación, con la cara arrugada como una pasa, pero unos ojos vivísimos, como dos pedazos de ónices vibrantes que se hubieran engarzado en su rostro. Apoyada en su bastón y algo encorvada, apenas entró puso firme a todo el mundo y revisó la preparación de la boda con mano de hierro, por si a su hija y a los demás se les había escapado algún detalle. Me recordó a mi abuela, aunque ella de cara al público tuviese menos carácter; porque luego en privado también era bastante mandona.
La tarde antes de la boda, cuando Daniel y yo estábamos sentados en el porche, después de comer, llegó Úrsula, con las llaves del coche en la mano, y me dijo que me arreglase, que íbamos a salir.
-Barbas, tienes que prestarme la tarde entera a Mamá. Tenemos que ir de compras y no voy a cargar contigo ni con Mark. Es una salida de chicas solamente.
-No te preocupes, que al menos yo no quiero acompañaros, ni por lo más remoto. Tuya es esta tarde, pero me la devuelves en perfecto estado.
-Que no soy una cosa, idiotas-les amenacé, mientras salía hacia mi cuarto para cambiarme de ropa.
Fuimos a un centro comercial que estaba a unos veinte minutos, y me quedé asombrada de lo enorme que era. Todo en este país estaba hecho a una escala descomunal. Sabía que ir de compras era un mero pretexto; que lo que mi hija deseaba era que estuviésemos un rato a solas las dos. Nos sentamos en una heladería, en una mesa apartada.
-Mañana a estas horas ya estarás casada-le dije, acariciando su mano. ¿Estás nerviosa?
-Un poco; pero más por la ceremonia y porque todo salga bien que por el hecho en si de casarme. De eso estoy muy segura; quiero a Mark, él me quiere a mi, y confío en que todo va a ir bien.
Yo también lo esperaba; a pesar de todos los problemas con que se encontrarían, de las incomprensiones y alguna que otra crítica.
-Mamá, ¿Sabes? Me ha gustado mucho lo que escribiste para mí; de las mujeres de nuestra familia. Aunque me ha dado pena pensar lo infelices que fueron y lo poco que hicieron para remediarlo. ¿Por eso tú tomaste la decisión de separarte de Papá?
-En buena medida, si. Simplemente me negué a resignarme a vivir una vida incompleta al lado de alguien a quien ya no quería, y que tampoco me amaba a mi.
-Pero entonces no conocías al Barbas.
La amonesté con la mirada. No me gustaba, a pesar de que sabía que lo hacía con cariño, que le llamase así.
-No, Úrsula; ya te he dicho que le conocí más tarde, y de todos modos, cuando le conocí tampoco saltaron chispas entre nosotros, ni mucho menos.
-Cuéntame cómo fue-me pidió.
Me removí, inquieta, en la silla. Siempre he sido muy pudorosa con mis sentimientos más íntimos, y de esto no había hablado con nadie.
-Venga, Mamá, no seas así.
-Eres tan cotilla como tu tía. Además, poco hay que contar. Después de que me operé, como no podía hacer muchas cosas por mi misma, él me ayudó. No se, fue algo que ocurrió, simplemente.
-Pero, ¿Qué te enamoró de él? Es guapo, eso es indudable.
-Pues si, pero no fue eso, precisamente, aunque ayuda, claro. Creo que fue la manera de tratarme; de que por primera vez en muchos años hablaba con alguien que me escuchaba, que le parecía interesante lo que yo tenía que decir. No lo se, de verdad; fueron pequeñas atenciones, pequeños detalles, como estar a mi lado cuando me cortaron el pelo, comprarme el primer pañuelo que me puse; que viniese a ayudarme cuando me oyó vomitar en el baño; que me llevase a la cama cuando estaba hecha un guiñapo y se quedase conmigo, vigilando que estuviese bien. Y sobre todo, que por mi se afeitase la barba.
Úrsula se quedó sorprendida; ella no había oído esa parte de la historia; y se la conté en pocas palabras.
-Vaya, supongo que hay que querer mucho a alguien para hacer eso.
-Si. Y también hay que querer mucho a alguien para soportar todos tus tormentos, cuando fuiste en Semana Santa a vernos.
Tuvo el buen sentido de bajar la cabeza, avergonzada.

La conversación con mi hija me levantó el ánimo, porque descubrí que había dejado de ser una niña caprichosa y se había convertido en una mujer; había madurado. Llegué contenta a casa y Daniel se dio cuenta en cuanto me puso la vista encima. Nos conocíamos demasiado bien como para poder ocultarnos cosas. Después de cenar, en nuestro cuarto, me preguntó si había ido todo bien con Úrsula.
-Mejor que bien-le contesté. Hablamos mucho y creo que cualquier resquicio de malentendidos que pudiera haber entre nosotras en el pasado, quedaron aclarados. Me preguntó porque me enamoré de ti.
-¿Es que le parece raro? ¿Tan poco cree que valgo?
-No, hombre, todo lo contrario. Pienso que le sorprendió darse cuenta de que su anciana madre no estaba acabada para el amor.
Se acercó a mi para abrazarme, y mordisqueándome una oreja me aseguró que era una anciana de muy buen ver y muy apetecible.
-El día menos pensado esos sinvergüenzas me harán abuela, y no se que pensarás de hacerle el amor a una abuela.
- A una como tú será un placer.
-Bueno, déjate de zalamerías y vamos a repasar que tengas todo preparado para mañana; que el traje esté a punto. Eres el padrino, no lo olvides, y todo el mundo te mirará.
-Mirarán a la niña, que es la estrella, no a quien la lleva del brazo.
A la mañana siguiente todos nos levantamos temprano, porque había muchas cosas que preparar. Mark había dormido la noche anterior en la casa de sus padres para no ver a la novia el mismo día de la boda, porque mi hija, a pesar de toda su modernidad, era supersticiosa. Cuando todavía no habíamos salido de nuestro cuarto, Úrsula llamó a la puerta. Estábamos todavía en pijama cuando entró como poseída del mal de San Vito.
-¿A ti que te pasa?-le preguntó Daniel al verla de un lado a otro de la habitación.
-No lo sé. Pero no he podido pegar ojo y ahora las ojeras me llegan al suelo. Voy a ser la novia más fea del mundo. Y me pone nerviosa pensar que todo el mundo estará pendiente de mí. ¿Qué haré si me caigo por el pasillo de la Iglesia y me chafo el traje?
-No te caerás; estaré a tu lado para que te agarres bien a mí. Yo te sostendré-le prometió Daniel.
Pero ella seguía caminando de un lado a otro de la habitación, retorciéndose las manos y mordiéndose los labios.
-Nena, para, por Dios, o llevarás la boca hinchada y llena de marcas de los dientes. Vamos a la cocina, te haré una tila a ver si te calmas un poco. No tienes que hacer nada, simplemente dejarte llevar y acordarte de decir si quiero cuando llegue el momento. Y sonreír, a ser posible de manera virginal y encantadora-le dije. Aunque lo de virginal ya no sea cierto.
-Hay mucha gente a la que no conozco y muy pocos de los míos.
Me senté con ella en la cama, todavía sin hacer, y la abracé. Sabía muy bien lo que le pasaba. Estaba en un país que no era el suyo, sin más familia que nosotros cinco y sobre todo, le faltaba su padre. Daniel me miró, y también se dio cuenta de lo que ocurría. Cuando yo me separé de mi hija, él le tomó la mano y la miró a los ojos.
-Escucha-le dijo en voz baja y grave. Ya se que no soy tu padre y desde luego en modo alguno pretendo ocupar su lugar; pero quiero que sepas que me siento muy orgulloso de llevarte hasta el altar; es el mayor regalo que me podías haber hecho al no poder hacerlo tu padre.
-Es que si podía haberlo hecho, Barbas. No quiso, simplemente.
Daniel sacudió la cabeza, negando, y estrechó a mi hija contra su pecho.
-No, cariño; no te equivoques. No puede hacerlo, aunque seguramente hoy lo estará pasando tan mal como tú; pero su orgullo se lo impide. Y hasta que se aprende a dominarlo, el orgullo es el peor consejero del mundo. No le culpes, porque él sufrirá hoy por su terquedad, que le impide ver más allá. Bastante castigo tiene ya; así que intenta perdonarle.
Beth02 de septiembre de 2011

6 Comentarios

  • Serge

    Beth:
    Ese barbas se esta comportando a la altura. Se ve que es un buen hombre, me alegra que este al lado de Elena.
    Los años y las vivencias son los que nos hacen madurar y en el caso de Úrsula ha sido así.
    Con un poco de maquillaje se le borrarán las ojeras, que se relaje su nerviosismo no puede estropear un día tan importante en su vida.

    Un gusto leerte amita.

    Sergei.

    02/09/11 11:09

  • Beth

    Si, mi querido gatito. En la vida tenemos que aprender que existen las segundas oportunidades y creo que estos dos, Elena y Daniel, lo han aprendido. Ahora, después de sus anteriores fracasos, aprenderán a valorar lo que la vida les ha regalado. Una caricia a mi gatito favorito

    03/09/11 01:09

  • Vocesdelibertad

    Beth:
    es tan importante esas relaciones de padres e hijos, se quedan para la vida; por suerte Daniel está a la altura de un maravilloso padre. Qué lindas páginas, no te imaginas cuánto he disfrutado..
    Abrazos fuertes

    06/09/11 06:09

  • Beth

    Daniel es mi héroe, lo confieso. Cuando acabé la novela estuve dos días llorando por las esquinas por él. Un beso querida Voces

    06/09/11 10:09

  • Endlesslove

    Preciosas las palabra de Helena para explicar a su hija que la enamoró de Daniel.
    Y la conversación de Daniel con Úrsula, para calmarla, un detalle hermoso, lo que no quiso hacer su verdadero padre.

    15/09/11 07:09

  • Beth

    Daniel por su amor a Elena considera a la hija de ella como propia

    15/09/11 09:09

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