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Novela 12

Después de aquella cena en la que intimaron más, siguieron tres días en los que pasaron juntos mucho tiempo con el pretexto de que Amanda se pusiese al corriente en el tema de la conservera. Una noche en la que volvían de allí, al llegar a la finca en lugar de ir directamente a su casa al fondo del jardín pasó a la habitación de Michael para retirar unos papeles que había que llevar al notario. No habían vuelto a mantener ningún contacto físico desde la cena, pero como si la familiaridad del dormitorio les hubiese desinhibido a los dos, les pareció del todo normal avanzar el uno hacia el otro hasta que con una pasión que tenía mucho de hambre adolescente, sus labios se unieron, sus lenguas se buscaron y cuatro manos ávidas rompieron todas las barreras, desabrochando botones, bajando y tironeando de cremalleras rebeldes. Él le susurraba al oído palabras en inglés que ella no lograba entender del todo y que tampoco se molestaba en interpretar. Lo que importaba no era lo que se decía, sino la ternura susurrante de su voz que la acariciaba con más lentitud que esas manos que, voraces, parecían correr sobre su carne abriendo surcos, como lo hace el arado en la tierra que se ha mantenido estéril durante mucho tiempo. Fue un acto en el que, a partes iguales, como en un plato creado por un buen cocinero, se mezclaban ternura y brutalidad descarnada. Cuando todo acabó Amanda tenía los labios magullados, varios morados en el cuello y el alma plena. Para ambos había sido un acto salvaje y fiero pero a la vez tremendamente tierno. Se quedaron dormidos abrazados el uno al otro.
Él tenía que marcharse al día siguiente muy temprano. Amanda le despidió en el jardín, con el todavía frío aire de finales de marzo cortándole los labios ya heridos. Michael la besó con suavidad.
-Volveré en una semana. El viernes, para ser exactos.
-¿Volverás?-no quería parecer una niña perdida, que era cómo se sentía realmente.
-Lo haré. Siempre cumplo mis promesas. Una cosa…-dudó antes de seguir, pero al final continuó hablando. Tienes mi teléfono, pero te agradecería que no me llamases a menos que sea algo muy urgente que no pueda esperar. No me gusta hablar por teléfono.
Ella se quedó callada, como a la expectativa. No quería parecer ansiosa ni decepcionada, pero la advertencia le parecía fuera de lugar. Así que no dijo nada. Permaneció a la espera, mirándole fijamente, tratando de atisbar en sus ojos azules algo que le diese la clave de un hombre que, ahora lo sabía, le traería problemas.
-Estaremos en contacto-dijo para consolarla, pellizcándole ligeramente la mejilla.
Y se marchó hacia el coche, dejándola en medio del jardín, con las manos hundidas en los bolsillos del abrigo y un frío helador instalado en medio del pecho. ¿Se había equivocado al ceder a sus impulsos? Esto no tenía nada que ver con lo ocurrido con Javier Valdés. Si él no la llamaba o no volvía…le haría daño. Aunque se conociesen tan poco, ese hombre extraño, serio y divertido a la vez, tierno y distante al mismo tiempo, le había calado muy hondo. Vio como el coche giraba al salir por el portón de la finca y lentamente caminó hacia la casa, silenciosa todavía. Por suerte Inma se levantaba tarde y ella pudo ducharse con tranquilidad y prepararse luego zumo y un café. Tenía una sensación muy extraña, una mezcla de plenitud y vacío que la hacía sentirse desconcertada. Por suerte, había muchas cosas qué hacer. La misteriosa señora Ravenscroft llegaría al día siguiente y había que supervisar la habitación. Le había destinado la que había sido de su tía. Era la más grande de la casa y había conservado la cama, alta y enorme, de la tía Irene. El cabecero era de bronce, con intrincados dibujos vegetales. Repasó el edredón floreado hasta que no quedó ninguna arruga y arregló también el embozo de las blanquísimas sábanas bordadas y los almohadones. Había puesto cortinas nuevas en un suave tono rosado que hacían juego con la alfombra y destacaban en la tarima rubia. Mañana a primera hora pondría flores frescas. Comprobó que en el baño las toallas estuviesen en su sitio, colocó hojas secas en un cuenco y una cestita con varios jabones minúsculos de lilas y lavanda. Eran los pequeños detalles que hac'ian que un hotel no pareciera serlo del todo. Quería hacer de su casa el lugar del que el huésped se va con el deseo de regresar pronto.
Beth29 de junio de 2014

6 Comentarios

  • Asun

    Beth felicidades por tu tesón, al final publicarás mas pronto que tarde otra novela.
    Eres muy de admirar.
    Besos

    29/06/14 06:06

  • Mateo

    Hola BETH....las gracias te las doy yo....porque este capítulo me ha echo conocer un poco más a Amanda....y intuir la relacion tan difícil que quizas tenga con Michael.....me fastidia no pudieras dormir...bueno seguro que ya estas acostumbrada... pero a la vez ....y llámame bárbaro egoista....me alegro...pues gracias a tu insomnio a aparecido este capítulo con varias partes dentro de el....la esencia está en como lo relatas...pues o soy yo que me meto tanto en la lectura que parece estar allí y sentir hasta el olor de la habitación que está preparando ....o también y es la verdad....tu forma de narrar es muy buena....como verás sigo siendo un pesado comentando....pero ya que me pongo a comentar ....pues lo digo todo....además....me caes bien....y últimamente pocas personas me llaman amigablemente querido Mateo....pese a hacer el bien hacia los demás....pero quizas sea eso....que por seguro por dentro me voloran y yo no lo veo si no lo escucho....yo valoro tu trabajo y tu obra....en esta intensa y bonita novela.....se nota tu amor y pasión por narrar en ella....saludos de nuevo...amiga BETH....cuidate y nos leemos pronto....

    29/06/14 07:06

  • Beth

    Gracias Asun. No se si es teson o no pero a mi me gusta escribir y seguire haci'endolo, aunque no publique nada. Un beso

    29/06/14 07:06

  • Beth

    Pues si, gracias mi querido Mateo. Muchas gracias por seguir leyendo lo que escribo. Abrazos

    29/06/14 07:06

  • Vanished

    Hola beth yo no comento es que tengo un amigo de esos insoportables que te mandan privados ( indigo ) jajjaja en medio de una historia y estoy en otro lugar de la narración, un beso, tu escribe que es tu vocación mujer romántica, los escritores escribimos sin motivos, si no tendría sentido, dale vida a esos corazones. besos :)

    30/06/14 03:06

  • Beth

    Escribir me mantiene viva, así que seguiré haciéndolo

    30/06/14 10:06

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