Hay algunas cosas, amor, que sólo tú entiendes. Porque nuestras vidas, tanto tiempo separadas, de alguna manera han corrido paralelas, y no hemos olvidado. Y la memoria es la riqueza del que no tiene nada. Los coches de lujo, las grandes mansiones, las cuentas bancarias todo eso puede esfumarse cuando nace la mañana. Pero lo que tú y yo hemos vivido; los recuerdos de domingos de bruma, de despedidas preñadas de lágrimas, pero también de esperanzas, de paseos entre bosques perdidos eso no se borra ni siquiera con las canas.
Y ahora que han vuelto otra vez las cosas que antes nos alegraban, ahora que como si tuviese quince años me vuelve a latir el corazón aún a través de aquella coraza que con tanto trabajo me fabriqué; ahora, amor, ha llegado el momento de mirar la vida a la cara; de sonreírle despacio y hacer con ella un trato y firmar con los ojos cerrados, sin ni siquiera leer la letra pequeña, porque en el Amor no hay engaños.
Te prometo amarte cada día, regalarte hora a hora mis pensamientos, hacer de tu voz mi guía, de tus ojos mi bandera y de tus deseos cada una de mis alegrías. Te prometo dormirme a tu lado, despertar cada mañana besándote despacio; te prometo que tus manos serán mis manos, tu corazón mi única casa y que tu risa iluminará cada uno de mis pasos.