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Ciberdiario Del Señor Guau

Me he dado cuenta de que aunque todos hemos deseado alguna vez ser un perro, no es tan fácil comportarse como. Mucho menos dejar de hacerlo. Pues sí, como un perro le acerco el hocico al primer extraño que se me acerca con gesto amable y después de unas cuantas caricias me acuerdo de que tengo un dueño y sigo con el paseo. Quizás si fuera un perro de verdad no podría ocultar el gozo que me producen las caricias esporádicas, así que después de todo está bien que no me hayan concedido ese deseo de una vida canina.

La situación no es sencilla, soy un condenado perro dependiente, tumbado esperando con el ánimo erosionado la llegada de aquello que más quiero. Los amores a distancia, te hacen parecer tan patético que ni siquiera tú mismo crees en ellos. Está bien eso de saber que tienes a alguien ahí esperando, aunque ese apoyo no sea tan incondicional como parece y esté supeditado a un nivel de implicación que se te presupone. Por eso miento. Por eso engaño. Porque sé que si no fuese yo el que está escribiendo esto en un “ciberdiario” me estaría riendo a carcajadas de este tío que cree que una relación de cámaras y teclados es más importante que echar un polvo cada día, y aun así decide arriesgarlo todo y hacer de su vida un engaño.


con la panza fría y los huesos entumecidos se despide, tumbado
El Señor Guau
Bosor26 de agosto de 2011

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