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Mi Niño

Mi precioso hijo nació justo a los nueve meses, ni un dia más de cuando lo concebí. Si, yo sola, que nadie intervino, ni el espíritu santo. Yo sola lo concebí desde el momento que lo soñé y por eso me acuerdo del día. Mi propio milagro.

Cuando empezaron a dolerme los riñones, a las diez de la noche, me levanté de la cama y me fui a la terraza a ver la luna, un doce de diciembre pensando: mañana dia de Santa Lucía mi niño nacerá. Así que me puse a pasear por la terraza mirando la inmensa luna y cada vez que me venía ese dolor chico recitaba versos como letanías. Una muchachita barrigona y dolorida con las manos sujetando el vientre abultado y los versos derramados en su lorquiana boca l farfullando ayayayais y versos :

sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos
la mitad llenos de lumbre la mitad llenos de frio
esa noche recorrí el mejor de los caminos
montado en potra de nacar sin bridas y sin estribos

¡Qué vaya delito acordarme de versos tan inapropiados!

A las doce desperté a mi padre con el bolso de “lo necesario no te olvides de nada por si acaso pon esto también ”, papá que tu nieto ya está aquí pero no te apures que faltan algunas horas.

Cuando el dolor se hizo grande como cuchillo afilado me pusieron un aparato que chivaba lo de las contracciones. Un cacharro feo de color gris con una pantalla donde el pico del dolor se reflejaba en una línea verde brillante formando montañas y valles. Cuando el dolor me venía la línea se agudizaba hasta formar un teíde doloroso.

La enfermera, la del gesto seco, y la de la mano fria se asomaba y preguntaba ¿Qué? ¿Cómo vamos? Estas primerizas....Ni que el dolor fuera nuestro, ni el sudor, ni las ganas de vomitar, si quiere le paso la mitad mancomunadamente, pero no, el dolor es mio y me lo aguanto sola. La miraba con rabia y coraje sin decirle una sola palabra. El dolor me ponia los ojos chicos, si la gorda estaba delante me aguantaba y la tía decía ¿duele? Ni le contestaba a la subnormal del culo.

Se enfadaba cuando me quitaba los cables pegados con parches a mi barriga porque me daban ganas de orinar a cada momento y ducharme con agua calentita calentita sentada en el taburete de plástico. Me regañaba con muy malas formas. Yo arrugadito los dedos y el pelo empapado le decía, tranquila enfermera ( me acordaba del nombre, Encarnación, que vaya nombre, pero no me daba la gana de decirlo para molestarla), tranquila, cuando me duela mucho yo la llamo. Niña, me decía, no te puedes quitar el monitor, está prohibido. Le decía señora a las otra parturientas o por su nombre y a mi niña, pues vale, yo te diré enfermera y no vás a verme desmudada ni despelusada ni gritando ni de coña.

Y me vinieron, me vinieron todos de golpe y entonces si que me asusté. Me parece que ni niño ya viene dije con la voz vencida, no me quedó otro remedio que apoyarme en ella. Me bajarón con una silla de rueda a otro lugar donde habian más mujeres que estaba a punto y me dijeron que faltaba no se cuantos centímetros para dilatar y que todavía mi niño no nacía.

Ahí estabamos todas amarradas a nuestros chivatos monitores, separadas las camillas por una cortina. A mi lado, detrás de la cortina una mujer chillaba, me ponía muy nerviosa, no podía concentrarme en mi propio dolor. Notaba como el dolor crecía hinchándose como si no fuera mio, aunque el muy jodido si que lo era. Pero la chillona de al lado me rompia la mente, entonces separé la cortina y le dije, no chilles tanto, respira como si fueras un perrito, así, con la boca jadeando, como si estuvieras follando con el que te hizo esa barriga que está a punta de estallar. La chillona me mandó a la mierda, supongo que no fue buena idea mentarle al que la puso en esas condiciones, menos mal que se la llevaron enseguida y pude concentrarme en los dichosos dolores que me tenian baldada.

Después no recuerdo que pasó, solo que de golpe delante mía había un médico con un un grupo de muchachos todos con batas verdes. El médico abrió mis piernas y se pusieron a mirarme. Yo, claro, estaba sin bragas y aún en esas circunstancias me daba una vergüenza enorme y es que eso no son maneras, sin perdirme permiso, sin la menor cortesía ni consideración. Me levanté como una loca de la camilla pegando esperridos con los cables colgados de la barriga. Fue la única vez que grité, me molesta mucho ser ordinaria y gritona pero no me quedó otro remedio. Se fueron y me dejaron tranquila, menos mal.

Otro rato que no me acuerdo. Abro los ojos y ahí estaba Ciro, agarrandome la mano, diciendome cosas bonitas y suaves. Entonces me dio la risa, esa justamente que no puedo controlar, hasta agua y golpes en la espalda me tuvo que dar mi amigo. Ciro es nuestro amigo desde que tengo memoria, el de mis hermanas y mio, desde siempre. A las tres nos ha querido y nos sigue queriendo. Con las tres ha tenido asuntos íntimos, al menos conmigo tuvo un casi pero no tanto muy bonito y cariñoso, creo que en épocas diferentes pero no puedo asegurar si alguna vez coincidimos. Yo, como soy la más chica fui su última, un amante de besos y abrazos. Nuestro amigo siempre y también novio ocasional, todo se sabía de nuestra jóvenes vidas y ni se te ocurriera preguntarle a cual prefería pues a las tres nos adoraba. Celador del materno no se ni como se enteraba de que estabamos pariendo, si era casualidad, investigador de archivos o las estrellas que lo guiaba hacia nosotras, sus queridas amigas. Lo cierto es que allí estaba dandome golpecitos en la espalda hasta que se me quitó la tos, el hipo y hasta la risa.

-Vete Ciro que me tengo que concentrar en mi dolor, anda vete. Y se fue.

Todo lo que pasó después fue como una película que pasaba de repente de una escena a otra de una manera inconexa. Abro los ojos y mi hermana estaba agarrandome la mano diciendome que no podia empujar porque mi niño tenía el cordón enrredado en el cuello y le podia pasar algo. ¡Con las ganas que tenia de empujar! Eso fue lo peor, es como si tuvieras un orgasmo cabalgando por tu sexo y te dicen que lo tienes que parar. Era horrible, le agarré la mano con tal fuerza a mi hermana que durante dias de quejaba del dolor. Después me desmayé por lo visto y de lo que me acuerdo es que entonces si una enfermera me decía empuja empuja que ya está aquí. Yo no empujaba porque hace unos segundo me decian que no podia y que mi niño se podia morir pero por lo visto habian pasado horas, algo que me costaba creer.

Y vino lo bueno, los cielos se abrieron.. mi niño rosado en mi pecho, oliendo a gloria bendita, tan listo tan listo, con la boquita abierta buscando el pecho nada más nacer.

En la habitación escuchaba a mi madre que estaba en el pasillo. No se la razón pero se me agudizó el oído de una manera increible, sería por la fuerza que hacia para escuchar a mi niño hermoso en el nido de los recién nacidos unas habitaciones más allá. Mi madre le decía a mi pretendiente que vino a ver como estaba y que, por lo visto, estuvo toda la noche hasta las once de la mañana en el vestíbulo pendiente de mi estado. Eso si que es un pretendiente. Mi madre le decía que no desesparara, que a algunas mujeres la preñez le hacía aborrecer a un hombre, y que a lo mejor más adelante, con paciencia, con infinitia paciencia yo le decía que si que a lo mejor.

¿Por qué no se callará mi madre y deja de decir boberias para poder escuchar si mi niño llora?Pero no, no se callaba.

Me trajeron a mi bebé que enseguida buscó mi pecho encontrándolo a la primera. Mi enamorado en la silla de enfrente mirando. Yo pensaba que que podía ver en mi, en ese estado tan peculiar y nada atrayente así que se lo pregunté y me dijo algo que no he olvidado.

Eres preciosa, eres preciosa, con tu hijo en tu pecho. Eso me dijo, nunca me han dicho nada mejor.

Entonces mi madre entró rompiendo el encanto de ese momento, es experta en el anticlimax, no se como lo consigue. Me preguntó: ¿Quieres un yogurt? No, quiero un estofado de lentejas de los tuyos. - Esta niña está ya buena, dijo mi madre.



Briseida15 de febrero de 2008

9 Comentarios

  • Aquiles

    pareciese que estuviese ahi, señorita escritora.

    15/02/08 08:02

  • Briseida

    Si, es casi como si estuviera. Las experiencias de los demás las hago mias.¡ay cómo dolía! ¡Ay que niño ...igualito que un sol!

    15/02/08 08:02

  • Mejorana

    Niño de mi alma, calor de mi corazón, lucero de mi vida.
    Niño mío.

    15/02/08 10:02

  • Mejorana

    Niño que duerme en un rosal sin espinas.
    Niño dormido en una cuna de violetas.
    Niño que sonríe cada vez que sale la luna.

    15/02/08 10:02

  • Briseida

    Ya le cantó una nana nanita nana a mi rubio niño Mejorana.

    15/02/08 10:02

  • Hojitassecas

    me encanto tu texto, senti como si te hubiera acompañado en todo, imagine tu cara, tu voz y hasta tu bebe.
    saludos.

    16/02/08 04:02

  • Briseida

    Gracias hojitassecas por leerlo. ¡Qué simpático tu nick!

    16/02/08 12:02

  • Veronica

    senti como si hubiese estado ahi. Ese dolor partiendote las entrañas me hizo rememorar el mio. Es algo que compartimos todas las mujeres de esta tierra. Es hermosa la forma en que lo escribiste. Abrazo desde el corazon.

    16/02/08 01:02

  • Briseida

    Otro parta ti mamá poeta escritora y guapisima.

    16/02/08 02:02

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