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A mi Madre

He pasado varios meses intentando escribir algo para mi madre, ignoro el porqué no he podido hacerlo, no sé si como dijo Nicanor Parra: “yo quería seguir poetizando, pero se terminó la inspiración. La poesía se ha portado bien, yo me he portado horriblemente mal… la poesía terminó conmigo”, lo cierto es que no he podido hacer un poema en alusión a ella, he escrito a mi padre, a mi abuela, escribí sobre personas cercanas a mi vida, en ocasiones solo de eventos o situaciones que observaba a mi alrededor, pero nunca pude escribirle algo a ella, para ella o sobre ella.

Hoy es el día de la madre y aunque nunca fuimos muy cercanas, es triste pensar que muchas personas están celebrando con sus madres. Claro, otras muchas vamos al cementerio a dejar flores, al ir veo tanta gente y me pongo a pensar que historias han de existir detrás de cada tumba llena de arreglos florales, cada año veo personas que llevan arreglos preciosos, que adornan las tumbas de una manera espectacular, que incluso pasan largo rato ahí, en el cementerio. Yo voy porque mi papá hizo desde el primer día de la madre que ella no estuvo presente, una tradición ir, pero en realidad no le veo caso llevar flores, adornar la grama, limpiar la lapida y pasar tiempo ahí… ahí no está, ahí probablemente solo haya polvo, ella vive en los recuerdos, en las fotografías, en el corazón de quienes la amamos y la seguimos amando.

Bien decía Anamaria Rabatte: “no tiene caso esperar a que la gente se muera para quererla y para hacerles sentir afecto… nunca visites panteones, ni llenes tumbas de flores, llena de amor corazones, en vida, hermano en vida”. Lamentablemente yo nunca le dije un “la quiero”, ni siquiera el día de su muerte, ese día simplemente me acosté a su lado por varias horas y cuando sentí que era la hora de su partida la bese en la mejilla, claro que era mi forma de decir: “la quiero y la quiero viva y conmigo”, pero lamentablemente de mis labios nunca salió un “la quiero”. Y claro que la amaba, la amaba por el simple hecho de haberme dado la vida, de llevarme dentro de ella, de cuidarme, de protegerme o simplemente por existir.

El vacío que deja la partida de una madre no se llena con el amor de nadie, es un lugar muy especial el que se guarda para una madre. Mi padre ha sido mi pilar, mi ejemplo, la sombra del gran árbol en el cual he crecido, el es mi todo, casi puedo decir que hoy por hoy es mi razón de vivir. Pero es mi padre, lo es todo, pero el vacío que dejó ella no lo cubre, no lo llena nadie en ninguno de quienes la amamos.

No puedo imaginar cómo sería nuestra vida si ella estuviera aún presente, probablemente mi papá no tuviera la mirada tan triste y su corazón tan acongojado, seguramente mi hermano sonreiría más (el era la niña de sus ojos). Yo? No lo sé, no imagino cómo sería mi vida si ella viviera, claro que el vacío que hay ahora no existiera, pero no puedo imagina si aún viviera con ellos o ya hubiera dejado el nido.

Es difícil pensar en la ausencia de alguien, pero es más difícil pensar en cómo sería la presencia de ese alguien cuando se está tan acostumbrado a su ausencia. No recuerdo el último día de la madre con ella, recuerdo su último cumpleaños y su última navidad, pero el último día de la madre no lo recuerdo, seguramente porque no sabíamos aún que sería el último. Tampoco recuerdo los regalos que le hice, excepto el último, que fue para su cumpleaños, estábamos en el hospital, ahí “celebramos”, o más bien, ahí pasamos ese cumpleaños, aún tengo el frasco vacío del perfume que le regale. No podría tirarlo porque el ultimo recuerdo que tengo de algo que le regalé.

Veo en la televisión, escucho en la radio comerciales sobre el día de la madre, tengo personas muy cercanas a mi para quien su madre es el eje o el motor de su vida o al menos, es una figura importante y trascendental, lamento mucho que mi madre no haya podido ser eso en mi vida, y no es que haya tenido una vida mala a su lado, es simplemente que no pude apreciar el tesoro que tenía a mi lado, no pude explotar el amor que una madre le puede dar a un hijo o peor aún, no supe dar todo el amor que un hijo le puede dar a una madre… pero volvemos a lo mismo: “en vida, hermano, en vida”. Ahora ya no tiene caso lamentarse, solo quedan recuerdos, y como en toda relación, recuerdos buenos y recuerdos malos.

Claro que en ocasiones me hace falta, me pregunto cómo sería tenerla a mi lado y poderle contar mis penas, mis problemas, mis sueños, mis anhelos, mis temores, mis pesadillas, y poder escuchar de ella consejos o incluso regaños. Pero los planes de Dios son perfectos y solo Él sabe porque se la llevo, porque nos dejo acá sin ella, por supuesto que al menos a mi me dejó bien abrigada, me dejó debajo de la sombra de un gran árbol.

Ojalá algún día Dios me permitiera asistirlo en el milagro de la vida… “volver humano el sentimiento” y poder ser madre.
Bronik09 de mayo de 2011

1 Comentarios

  • Norah

    Ojalá algún día Dios me permitiera asistirlo en el milagro de la vida… “volver humano el sentimiento” y poder ser madre.
    Me ha llegado de un modo muy profundo tu decir, beso grande.

    10/05/11 04:05

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