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Café y Jazz En Pleno Buenos Aires

Imaginate que estoy escribiendo al borde de una cornisa, pero sentado en un café en pleno Buenos Aires. En uno donde todavía podes ver un par de sonrisas que se mezclan entre el silencio y el olor a café, donde todavía se ven siluetas de viejas historias en algunas mesas vacías. La música de un Jazz que te transporta a un lugar que se desconoce pero conocemos perfectamente, donde el pecho hace un nudo extraño y los músculos se destensan por un rato. Los secretos que podrían contar las tazas si hablaran serían los mejores Best sellers. Acá es donde escribo mientras la música me envuelve, tiene ese no se que que me da lo que necesito al momento de robarle un par de minutos a la muerte.

Encontré la ruta equivocada y entonces empecé a caminar sabiendo que no me llevaría a donde quería llegar. Quilombo de sensaciones cuando trato de, acá mismo, hacer el intento de no acordarme de vos, pero la frutilla del postre es el instante donde me viene a la cabeza tu voz y tu perfume para quebrarme un castillo de victorias falsas que me armé con el eslogan de "valorate un poco amigo". Es un punto aparte a mi vida pero se ve que las palabras manejan otros códigos porque, si se trata de vos, me amenazan con no dejarme dormir hasta que te hable un rato mientras te imagino sentada enfrente mio con un café cortado.

¿Qué habrá sido de todo eso? De los sentimientos apelotonados que ahora cuelgan mojados en el tender de casa, los míos, claramente, porque nunca se pudo sentir lo mismo ni en el mismo nivel. A veces quiero darte esa carta mal escrita que empecé un día para vos pero tengo al cagón adentro mío diciéndome que no se aguanta otra indiferencia de tu parte, entonces me juego a guardarla y hacer como si nada de eso paso, eso fue lo que fue de todo eso. Saber que no puedo volver el tiempo atrás y agarrarme del cuello de la camisa para no salir corriendo a ese "todo puede pasar" mentiroso que decías, donde estuve abrazado fuerte mientras cachetadas del mundo me querían despertar aunque sea un segundo. Eso es lo que me pregunto siempre, dónde fue que quedó lo que me impulsó a hacer las locuras de las que hoy estoy más que orgulloso.

A medida que voy creciendo me voy sintiendo más cómodo solo pero más triste, el haber amado tan fuerte a veces te deja roto, hecho mierda y sin ganas, es cuando decís que no vale la pena sufrir tanto por algo que se había escrito antes el final que el principio, pero te escuchas una canción y pensás: "Pero la puta madre, como me duele".

Tratando de reescribir la historia de los días pasados en este café, voy dejando pasar oportunidades que quizás me dejen una que otra alegría en algún lugar, pero me encanta tomarme un café con tu recuerdo de vez en cuando. Sea donde sea, vaya a donde vaya, hable con quien hable, puedo dejar de sentir todo pero hay cosas que nunca se van a poder olvidar, y es ahí, acá, en este café donde las vuelvo a revivir un rato. En un café y un Jazz en pleno Buenos Aires, rescatando los trozos para guardarlos en el bolsillo mientras sonreís y me contás como fue tu día.
Cafefrioenpapel18 de junio de 2019

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